Febrero de 1954
Una Visita Inolvidable

Por Hugo N. Salvioli

Ya transcurrieron 55 años de la visita a nuestro país del Presidente David O. McKay. Fue el primer profeta que inició una gira por tierras sudamericanas. Llegó acompañado de su esposa Emma y su hijo Roberto, que había sido misionero entre nosotros en la década del 40. Para los pocos miembros de aquélla época fue todo un acontecimiento y aún recordamos con emoción y gratitud a aquel gigante espiritual de cabellera blanca, por sus enseñanzas y testimonio. Días antes había estado en Montevideo, Uruguay, donde entre otras actividades, colocó la piedra basal de la primera capilla a construirse en sudamérica, Deseret, sobre el Boulevard Artigas.
El Presidente Lee B. Valentine, presidía la única misión Argentina. En diciembre de 1955 informó que había 1612 miembros, 6 distritos y 25 ramas
(1). Se estaba cumpliendo la profecía del Elder Melvin J. Ballard, en el año 1925, que “la Iglesia crecería lentamente, como el roble, y no como el girasol, que crece pronto y también pronto muere...”
A la recepción en su honor, que se realizó en la vieja Casona de la calle Virrey del Pino, en el Barrio de Belgrano, de la Capital Federal, asistieron miembros y líderes de los distritos cercanos.
Pte. David O. McKay
(8 set.1873 - 18 ene 1970)
Noveno Presidente de La Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

En esa ocasión, un grupo de hermanos de la Rama de La Plata, aprovechamos para obsequiarle un ramo de flores a la hermana. McKay y al Presidente un pergamino firmado por los miembros. Yo tenía 24 años y estaba presidiendo la Rama. Siempre recordaré las palabras el Presidente McKay: “En nombre de mi esposa, de mi hijo Roberto y en el mío propio, agradecemos estos obsequios por el valor que tienen en sí mismos, pero más lo apreciamos porque me doy cuenta que Uds. aman al evangelio de Jesucristo”. Al examinar el pergamino, descubrió el dibujo de una pequeña capilla que el hermano Israel Lencina había imaginado y dibujado. Entonces, con palabras proféticas dijo: “Ustedes serán testigos de miles de capillas que se construirán en estas tierras...”
Efectivamente, no teníamos capillas, eran todas casas alquiladas. En Buenos Aires teníamos solo una casa grande, con un salón para aproximadamente 450 personas sentadas, en la esquina de Tonelero y Cañada de Gómez, en el Barrio de Liniers. Allí celebrábamos las Conferencias de Misión dos veces por año, a partir del año 1941, con el Presidente Federico S. Williams, que también la dedicó. Recuerdo que debajo del escenario teníamos una pila bautismal.

La primera capilla con planos oficiales se construyó para la Rama de Caseros, en 1960. Dos años más tarde, comenzó el programa de “Misioneros de la Construcción”, con el compromiso por parte de los miembros de alimentarlos, sostenerlos y también realizar trabajos en la obra, como abrir cimientos y construir bloques.
También teníamos que donar alimentos en el llamado “Plan del Kilo” y llamar a una hermana que cocinara para ellos. Fueron tiempos de gran sacrificio y también de regocijo y unidad, bajo la presidencia del Presidente McKay.

Las primeras capillas bajo este programa fueron para Villa Sarmiento y Quilmes, en nuestro país.

Entre las múltiples actividades que desarrolló el Profeta, señalamos la audiencia que le concedió el Presidente Juan D. Perón. Según se comentó, éste quedó muy impresionado con la personalidad y autoridad del Presidente McKay y al término de la entrevista le ofreció el Teatro Nacional Cervantes para que presentara su conferencia, ya que “este hombre necesita de un marco especial”, señaló. Al domingo siguiente, nos reunimos aproximadamente 650 personas en ese hermoso teatro. El Presidente Valentine, que dirigió la reunión, leyó un telegrama del Presidente Perón donde “lamentaba no poder asistir por tener otros compromisos”.

Los medios gráficos y el canal oficial de TV, registraron el acontecimiento con muy buenos comentarios y fotografías. La gente comenzaba a reconocernos y nosotros teníamos temas para hablar con nuestros vecinos y amigos. Comenzaba a plasmarse el lema: “Cada miembro un misionero”, impulsado también por el Presidente McKay.
Pte. David O. McKay en el Teatro Nacional Cervantes
El mensaje fue esencialmente doctrinal y misional y concluyó con una poesía muy apropiada a la ocasión:

Si yo fuera una voz,
una voz persuasiva,
que pudiera recorrer todo el vasto mundo,
volaría en alas de la luz del alba
y hablaría con los hombres
con un poder suave,
y les diría que fueran fieles.

Volaría, volaría sobre tierra y mar,
adonde quiera que estuviera
un alma humana,
contando un cuento,
o entonando un himno,
Alabando el Bien, culpando al mal,
les diría que fueran fieles.

Hoy, a más de cinco décadas, este mensaje tiene gran vigencia para nosotros.

Entre los muchos profetas de la antigüedad, destaco a Daniel, porque “era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él” (Daniel 6:4); y en esta dispensación, el Señor nos suplicó: “Sed fieles, guardad mis mandamientos y heredaréis el reino de los cielos” (Doct. Conv. 6:37)
Hasta la próxima.

Pte. David O. McKay recibiendo el pergamino preparado por los miembros de la Rama La Plata
Notas
(1) A Diciembre de 2008, en Argentina, tenemos 371.830 miembros, 10 misiones, 70 estacas y 38 distritos.En el Área Sudamérica Sur, 540.041 miembros, 14 misiones, 96 estacas y 53 distritos.

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Estilo SUD, 21 de febrero de 2009
 
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