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Muy recientemente
he estado viajando por otros países y desde experiencias
en aeropuertos, en el avión y muchos otros lugares, he
vivido y observado situaciones que me impulsan a desear escribir
sobre el título de esta nota y especialmente preguntarme
¿y yo, qué hago? Les invito a acompañarme
en estos momentos de reflexión.
A todos los
hombres y en todas partes de la tierra, se les ofrece la oportunidad
de ser miembros del reino de Dios, porque el Señor no hace
acepción de personas. Este principio debiera estar muy
claramente grabado en nuestra mente y corazón. A los apóstoles
contemporáneos de Cristo les fue comisionado enseñar
el evangelio ‘hasta lo último de la tierra’.
El alcance de la misión apostólica dada por Jesús
fue universal, aunque los mismos apóstoles no lo comprendieron
así al principio. De hecho, mediante la revelación
el Señor le aclaró a Pedro que los gentiles también
recibirían el Evangelio. Dios ama a todos Sus hijos y extiende
bendiciones a ellos a medida que siguen el ejemplo de Su hijo.
Bueno es recordar a quienes nos referimos cuando hablamos de los
gentiles:1) a los no-israelitas; 2) los que no habían nacido
de nuevo.
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Esto
nos indica claramente cual es el pensamiento del Padre y el Hijo respecto
a personas distintas o diferentes a nosotros. Pero quiero también
apoyarme en algunas escrituras:
a) en DyC 18:10-16, ‘Recordad que el valor de las almas es grande
a la vista de Dios;…’ Él no habla ni de los morochos
o rubios, ni de los de piel blanca o negra, ni de los ricos ni de
los pobres, ni de los cultos o los menos cultos, está hablando
de Todos. Cuando Él dice ‘…vuestro gozo será
grande con un alma que me hayáis traído al reino de
mi Padre…’Él no está diciendo quien si,
quien no o quien le gustaría más… Otra vez, habla
de Todos;
b) lo de más arriba queda muy claro en 2 Nefi 26:33 cuando
dice ‘…y a nadie de los que a Él vienen desecha,
sean negros o blancos, esclavos o libres…’;
c) en Efesios 6:9 rotunda y claramente expresa que ‘…para
Él no hay acepción de personas’;
d) en Colosenses 3:25 nos advierte ‘Más el que hace injusticia,
recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción
de personas’. |
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En
estos momentos pienso ¿cuántas veces nosotros mismos
obviamos todo esto y caemos en las malas costumbres del mundo, haciendo
diferencias donde no las debe haber? Lamentablemente lo vemos a
diario y a nuestro alrededor. Mirando objetivamente, es algo muy
feo y desagradable. Más aún cuando tenemos en cuenta
Sus principios.
Pensemos
ahora la forma en que Dios juzga a sus hijos. En Hechos 10:34-35
nos enfatiza otra vez que Él no hace acepción de personas,
sino que ‘…se agrada del que le teme y hace justicia’,
es decir, siente inclinación por los que le siguen sin dejar
de amar a Todos.
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Viendo
esto, me pregunto: ¿y qué derecho tengo yo a hacer
las diferencias que suelo hacer (aunque trato no hacerlas) basadas
en tontos prejuicios liderados por una porción del mundo?
Es necesario
que hoy en el siglo XXI, nosotros como verdaderos cristianos nos
demos cuenta como han sido las cosas entre nuestros antepasados
y aprovechemos las enseñanzas sin caer en lo mismo.
Los hombres se preguntan a menudo ¿pero es Dios totalmente
imparcial, no bendice a algunos de Sus hijos más que a otros?
La imparcialidad de Dios se refiere o basa en un trato básico
con Sus hijos: Siempre que alguien es obediente a sus leyes, ese
individuo es bendecido. Algunos hombres reciben más bendiciones
de Dios porque son más obedientes. La imparcialidad existe
porque las leyes forman la base de las bendiciones, no siendo este
un criterio externo o sin significado. Recordemos siempre, somos
regidos por un Dios extremadamente justo.
Para terminar,
un último comentario. Lo realmente importante no es nuestra
posición o situación personal en la vida, sino lo
que hacemos con nuestra vida. Las escrituras nos dan muchos ejemplos
que nos demuestran que los hombres pueden ser puestos a prueba por
sus privilegios sociales o por la ausencia de los mismos; por la
riqueza o la pobreza. En alguna forma la belleza puede resultar
un mayor desafío que la fealdad. La vida es lo suficientemente
compleja como para poner a prueba a cada hombre. Poco importa si
la prueba se manifiesta en los adornados salones de un palacio o
en una choza sofocante en el desierto. Nuevamente, Dios no hace
acepción de personas. Lo que una persona haya llegado a ser
por sus propios esfuerzos y pruebas, será el factor determinante
en el juicio.
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Concluyo
este escrito y espero haber contribuido a que deben ser dejadas de
lado esas muy tontas diferencias que solemos hacer en nuestras vidas,
con una frase del Pte. Harold B. Lee que dice: “El evangelio
de Jesucristo no fue destinado solamente para un continente o para
un sector de la tierra. El evangelio es para cada alma que anda sobre
la tierra pues todos somos hijos de Dios…” |
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Comentarios
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20 junio
2009
Me gustó mucho el artículo del Hno.Víctor Walker,
y muchas veces somos nosotros mismos los que nos discriminamos, es
decir, creemos que no podemos ser merecedores de tal o cual bendición
porque nos falta actitud o por cualquier cosa que se nos ocurra...
pero debemos creerle al Señor; CREANLE al Señor... Si
Él dice que no hace acepción de personas, Uds también
están incluidos... sea cual sea la persona que se encuentre
en determinado conflicto o atrapada en el pecado...creanle al Señor.
Si Él dice que si se arrepienten y sus pecados serán
emblanquecidos como blanca lana... creanle al Señor; nunca
duden de Sus promesas y de Su Poder Expiatorio... Siempre y cuando
se hagan las cosas a la manera del Señor, Él cumplirá
con todas Sus promesas, y lo digo por experiencias personales... Creanle
al Señor
Hna. Laura Castillo de
Salas, Barrio El Castor, Estaca Merida, Venezuela. |
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