Dios no hace acepción de personas

Por Víctor A. Walker

Muy recientemente he estado viajando por otros países y desde experiencias en aeropuertos, en el avión y muchos otros lugares, he vivido y observado situaciones que me impulsan a desear escribir sobre el título de esta nota y especialmente preguntarme ¿y yo, qué hago? Les invito a acompañarme en estos momentos de reflexión.
A todos los hombres y en todas partes de la tierra, se les ofrece la oportunidad de ser miembros del reino de Dios, porque el Señor no hace acepción de personas. Este principio debiera estar muy claramente grabado en nuestra mente y corazón. A los apóstoles contemporáneos de Cristo les fue comisionado enseñar el evangelio ‘hasta lo último de la tierra’. El alcance de la misión apostólica dada por Jesús fue universal, aunque los mismos apóstoles no lo comprendieron así al principio. De hecho, mediante la revelación el Señor le aclaró a Pedro que los gentiles también recibirían el Evangelio. Dios ama a todos Sus hijos y extiende bendiciones a ellos a medida que siguen el ejemplo de Su hijo. Bueno es recordar a quienes nos referimos cuando hablamos de los gentiles:1) a los no-israelitas; 2) los que no habían nacido de nuevo.

Esto nos indica claramente cual es el pensamiento del Padre y el Hijo respecto a personas distintas o diferentes a nosotros. Pero quiero también apoyarme en algunas escrituras:
a) en DyC 18:10-16, ‘Recordad que el valor de las almas es grande a la vista de Dios;…’ Él no habla ni de los morochos o rubios, ni de los de piel blanca o negra, ni de los ricos ni de los pobres, ni de los cultos o los menos cultos, está hablando de Todos. Cuando Él dice ‘…vuestro gozo será grande con un alma que me hayáis traído al reino de mi Padre…’Él no está diciendo quien si, quien no o quien le gustaría más… Otra vez, habla de Todos;
b) lo de más arriba queda muy claro en 2 Nefi 26:33 cuando dice ‘…y a nadie de los que a Él vienen desecha, sean negros o blancos, esclavos o libres…’;
c) en Efesios 6:9 rotunda y claramente expresa que ‘…para Él no hay acepción de personas’;
d) en Colosenses 3:25 nos advierte ‘Más el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas’.

En estos momentos pienso ¿cuántas veces nosotros mismos obviamos todo esto y caemos en las malas costumbres del mundo, haciendo diferencias donde no las debe haber? Lamentablemente lo vemos a diario y a nuestro alrededor. Mirando objetivamente, es algo muy feo y desagradable. Más aún cuando tenemos en cuenta Sus principios.

Pensemos ahora la forma en que Dios juzga a sus hijos. En Hechos 10:34-35 nos enfatiza otra vez que Él no hace acepción de personas, sino que ‘…se agrada del que le teme y hace justicia’, es decir, siente inclinación por los que le siguen sin dejar de amar a Todos.

Viendo esto, me pregunto: ¿y qué derecho tengo yo a hacer las diferencias que suelo hacer (aunque trato no hacerlas) basadas en tontos prejuicios liderados por una porción del mundo? Es necesario que hoy en el siglo XXI, nosotros como verdaderos cristianos nos demos cuenta como han sido las cosas entre nuestros antepasados y aprovechemos las enseñanzas sin caer en lo mismo.
Los hombres se preguntan a menudo ¿pero es Dios totalmente imparcial, no bendice a algunos de Sus hijos más que a otros? La imparcialidad de Dios se refiere o basa en un trato básico con Sus hijos: Siempre que alguien es obediente a sus leyes, ese individuo es bendecido. Algunos hombres reciben más bendiciones de Dios porque son más obedientes. La imparcialidad existe porque las leyes forman la base de las bendiciones, no siendo este un criterio externo o sin significado. Recordemos siempre, somos regidos por un Dios extremadamente justo.

Para terminar, un último comentario. Lo realmente importante no es nuestra posición o situación personal en la vida, sino lo que hacemos con nuestra vida. Las escrituras nos dan muchos ejemplos que nos demuestran que los hombres pueden ser puestos a prueba por sus privilegios sociales o por la ausencia de los mismos; por la riqueza o la pobreza. En alguna forma la belleza puede resultar un mayor desafío que la fealdad. La vida es lo suficientemente compleja como para poner a prueba a cada hombre. Poco importa si la prueba se manifiesta en los adornados salones de un palacio o en una choza sofocante en el desierto. Nuevamente, Dios no hace acepción de personas. Lo que una persona haya llegado a ser por sus propios esfuerzos y pruebas, será el factor determinante en el juicio.

Concluyo este escrito y espero haber contribuido a que deben ser dejadas de lado esas muy tontas diferencias que solemos hacer en nuestras vidas, con una frase del Pte. Harold B. Lee que dice: “El evangelio de Jesucristo no fue destinado solamente para un continente o para un sector de la tierra. El evangelio es para cada alma que anda sobre la tierra pues todos somos hijos de Dios…

 

Comentarios
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20 junio 2009
Me gustó mucho el artículo del Hno.Víctor Walker, y muchas veces somos nosotros mismos los que nos discriminamos, es decir, creemos que no podemos ser merecedores de tal o cual bendición porque nos falta actitud o por cualquier cosa que se nos ocurra... pero debemos creerle al Señor; CREANLE al Señor... Si Él dice que no hace acepción de personas, Uds también están incluidos... sea cual sea la persona que se encuentre en determinado conflicto o atrapada en el pecado...creanle al Señor. Si Él dice que si se arrepienten y sus pecados serán emblanquecidos como blanca lana... creanle al Señor; nunca duden de Sus promesas y de Su Poder Expiatorio... Siempre y cuando se hagan las cosas a la manera del Señor, Él cumplirá con todas Sus promesas, y lo digo por experiencias personales... Creanle al Señor

Hna. Laura Castillo de Salas, Barrio El Castor, Estaca Merida, Venezuela.

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Estilo SUD, 2 mayo 2009
 
 
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