¿Cuánto vale un hombre?

Por Hugo N. Salvioli

¿Es posible ponerle precio a un ser humano? Vivimos en una sociedad altamente materialista donde todo tiene su precio, y a menudo escuchamos el dicho: 'tanto tienes, tanto vales'.
Hasta el siglo XIX, se vendían hombres y mujeres como esclavos, perdían su libertad y eran sometidos con rigor a la voluntad de sus amos. El precio variaba según la edad, sexo y salud. En la antigüedad, el caso más emblemático fue el de José, el hijo de Jacob, uno de los más grandes videntes, quien fue vendido por sus hermanos a los ismaelitas, “por envidia” y por “ser soñador…por veinte piezas de plata”. (Génesis cap. 37)
En la actualidad, afortunadamente la mayoría de las naciones de la tierra han abolido la esclavitud. Sin embargo, observamos que todavía existen prácticas de dominio sobre la libertad de los más débiles y necesitados. Pero ese es otro tema.
Asimismo, hay una pérdida de la libertad por causa de nosotros mismos, cuando por no cultivar la mente ni atesorar sabiduría, somos esclavos de la ignorancia: “…escuchad mi voz y seguidme, y seréis un pueblo libre” (DyC 38:22), “Permaneced, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no volváis otra vez a ser presos en el yugo de la esclavitud.” (Gálatas 5:1). También somos esclavos del pecado, cuando transgredimos los mandamientos de Dios: “Y andaré en libertad, porque busqué tus preceptos.” (Salmos 119:45) “Mas ahora que habéis sido librados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.” (Rom. 6:19-23)
Volviendo a la pregunta '¿Cuánto vale un hombre?', hace varios años, cuando visitaba las Estacas1 de la región de Montevideo, y me asignaban para hablar en una de las sesiones de la conferencia, sobre este tema, solía llamar a un niño de la congregación al estrado y lo colocaba junto a mí. Para tranquilizarlo, le preguntaba su nombre, qué edad tenía y si asistía a la escuela. Pero cuando le preguntaba cuánto pesaba, se producía un silencio y entonces la madre, desde la congregación, nos daba la información: 38 Kgs. Con ese dato, comenzaba la disección de las partes del cuerpo de Juancito –así se llamaba: Tenía alrededor de 27 kgs. de agua, y elementos como calcio, hierro, fósforo, carbono, nitrógeno, oxígeno y otros, que combinados, formaban su cuerpo, con su esqueleto, órganos, músculos, hemoglobina y sangre, que nos permiten movernos, hablar y percibir al mundo que nos rodea. Es decir, “una estructura mortal y física de carne y huesos, que se creó a la imagen de Dios” (GEE, pág.47). Todos estos elementos se podían adquirir en una droguería por muy poco dinero…

¿Pero ese podía ser el precio de Juancito? ¡Razonablemente no! Porque “al unirse al espíritu, constituyen el alma y forman una persona viviente.” (Ver DyC 88:15; Hebreos 12:9; Génesis 2:7; Moisés 3:7, 9,19 y Abraham 5:7) Además, somos los únicos seres racionales de la creación, aunque algunos comportamientos no lo parezcan, porque tenemos una mente, la facultad intelectual que nos permite elaborar pensamientos, y además, es una vía para que el Padre, mediante el Espíritu, se comunique con nosotros. (DyC. 8:2; 9:8; Enós 1:10) En síntesis, “somos hijos espirituales de Padres Celestiales…” (“La Proclamación, de la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce”, Año 1995)

El salmista tuvo la misma preocupación en averiguar el valor del hombre. Repasemos la escritura:

 
“Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas2 que tú formaste,
Digo: ¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria,
y el hijo del hombre para que lo visites?
Pues le has hecho un poco
menor que los ángeles3, y lo coronaste de gloria y de honra.
Le hiciste señorear sobre las
obras de tus manos;
todo lo pusiste debajo de sus pies…”
(Salmos 8:3-6) 
Más adelante concluyó:
“Yo dije: Vosotros sois dioses,
Y todos vosotros hijos del Altísimo.”
(Salmos 82:6)
La revelación moderna, al mencionar el gran sacrificio del Salvador “cuando padeció la muerte en la carne y sufrió el dolor de todos los hombres”, mencionó sencillamente “que el valor de las almas es grande a la vista de Dios.” (Doct. y Conv. 18:10-11)
¡Hasta la próxima!
 
NOTAS
1.-Una de las unidades administrativas de la organización de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, que se compone de barrios y ramas. (GEE, pág. 68)
2.- A simple vista, en una noche límpida, se alcanzan a ver en el firmamento, unas 6.000 estrellas, pero con los equipos modernos de astronomía, se reconocen 100 billones de galaxias, con 100.000 millones de estrellas cada una.
3.- En hebreo se traduce como dioses.
 
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Estilo SUD, 8 mayo 2010
 
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