Una Decisión Clave
Por Ronaldo J. Walker
 

No falta mucho tiempo para que llegue el momento de asumir mi decisión de ser tu hijo en la tierra y gozar de tu protección.
Habrá un velo; mis recuerdos de esta etapa descansarán y despierta esto mi temor:
Que se pierdan los argumentos que fundamentan mi elección…
¿Por qué te elegí como madre?
Sin duda por lo bella, por tu amor, por tu ejemplo constante de buscar sin excusas alcanzar lo mejor.
Como maestra, aun sin experiencia, me pareciste la mejor y desde un principio ya deseaba llegar a ser como vos.
Tenía que decidir, y si bien estaba casi seguro, hubo algo que marcó definitivamente mi decisión. Fue ese momento solemne, que por mi curiosidad traviesa presencié a escondidas, cuando en tu última entrevista, antes de partir a la tierra y después de escuchar los sabios consejos del Padre, después de prometerle ser digna de volver a su presencia al final de esta vida, quisiste, en alguna manera, compartir el sacrificio de nuestro Hermano Mayor, dedicando tus máximos esfuerzos, y aun hasta la misma vida, para cuidar y enseñar a aquel que te confiarían como hijo, los mismos principios que asegurarían tu regreso y el suyo al hogar original.
¡Qué emoción! ¡Cuánto amor en ese abrazo paternal antes de iniciar tu misión! Cuánto fervor al recordar tu promesa de escribir con frecuencia, de usar siempre la oración; de estar cerca siempre y buscar tan sólo un consejo, un consuelo o compartir quizás una simple decisión; sólo llamar y habría tiempo. ¡Esa fuerza al implorarte cuidado de no ceder a la tentación! Eras otro hijo que partía para lograr y motivar la perfección.
¡Qué momento envidiable! Casi estuve a punto de gritar que ya me quería ir con vos.
¿Por qué te elegí? Por muchas causas, pero sin duda, lo que más importó fue escuchar tu promesa, que desde niño me enseñarías a respetar los convenios y de nuestro compromiso sagrado de seguir los caminos que marcó el Salvador; que me mostrarías como vivir en el mundo sin perder la visión, sin llenarme de odio, de orgullo y de rebelión; que el amor es la base para entender a la gente y que unir la familia es el mérito mayor.
Puedo ver desde aquí como serás como madre, pero aún no sé como seré yo como hijo, y por las dudas me equivoque en la tierra y no vea las cosas con la claridad de hoy, antes de partir, quiero dejar esta carta en los cielos, para que al volver sepas que es lo que siento por vos y cuanto te amo y te agradezco, desde ya, por tu amor y tus esfuerzos, y, que sin importar lo que pase, ésta fue mi mejor decisión.

Tu hijo que nace, y te ama.

 
9 setiembre 1991
Estilo SUD, 4 octubre 2008
 
Si bien nos aseguramos de que todos los materiales puedan ser usados con tranquilidad por los miembros de la Iglesia,
aclaramos que éste no es un sitio oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días