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Nuestro
deber como padres:
Ocuparnos de la educación de nuestros
hijos |
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Cuando
nuestro primer hijo comienza a dar sus primeros pasos hacia la autosuficiencia
no queremos alejarnos demasiado pues creemos que nadie como nosotros
podrá cuidarlo. Es así que vamos a la primera reunión
de Jardín de Infantes ansiosos, preguntando hasta por la
altura de los escalones para evitar posibles accidentes; inquisidores,
como si la maestra quisiera ocultarnos algo al no contestar porqué
no hay agua caliente para que nuestros pequeñitos se laven
las manos. Molestos ante la inexactitud de la respuesta de la directora
por nuestra duda sobre a qué temperatura están las
aulas. Sin exagerar demasiado las maestras de jardín de infantes
son quienes más exigencias reciben en la educación
de los niños. Una de ellas me enseñó: ya sabemos
que el padre más preocupado por saber cuándo empezará
su hijo a aprender las letras revierte su actitud a medida que el
mismo crece, hasta llegar al punto de no saber qué notas
tiene en el boletín en la edad de la secundaria.
Como padres la responsabilidad de la educación es más
que llevarlos a la escuela y comprarles los libros. Para empezar
debemos ponernos de acuerdo en qué esperamos de nuestros
hijos y hacerles saber cuáles serán sus responsabilidades.
Las reglas de convivencia familiar en época escolar, se discutirán
en la Noche de Hogar:
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Horarios
de estudio: De acuerdo a las habilidades o dificultades
y edades |
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Como padres
la responsabilidad de la educación es
más que llevarlos a la escuela y comprarles los libros. |
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Tiempo
para ver TV: distraerse es bueno, pero no debemos dejar que
ocupe el primer lugar en las prioridades de diversión |
Uso de
la computadora: Chat, mails, investigación escolar
y hasta el tiempo que cada hijo podrá pasar en la misma |
Actividades
extraescolares: deportes, idiomas, danzas o artes. Seleccionar
aquellas que interesen a nuestros hijos y no los agoten físicamente. |
Expectativas
de estudio:
Nadie abandona la escuela. Rendimiento escolar, materias que resultan
más difíciles de estudiar, notas. |
Sin
importar la preparación académica que nosotros hayamos
recibido, debemos ser partícipes activos durante el período
escolar. La dedicación comienza cuando acompañamos a
nuestros hijos en sus labores escolares. No significa tener que hacer
la tarea con ellos siempre, pero sí saber qué están
aprendiendo y ver si necesitan un poco de guía.
Interesarnos por lo que aprenden y compartirlo en la mesa familiar
puede ser un buen comienzo. |
El análisis químico que hacía el hijo de una
amiga de los alimentos que estaban comiendo transformó a la
comida en algo increíble para los otros hermanos. Los hidratos
de carbono de los fideos con manteca elevaron el nivel de la comida
servida! La clase de naturales y el aparato digestivo del sapo se
convirtió en una anécdota clásica de la familia,
relatada siempre a la hora de la cena. |
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Nuestra
responsabilidad entonces, no debe sólo limitarse a
ver el boletín
a fin del bimestre y
retar o felicitar. |
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Preguntar
si algo les resulta difícil de entender o estudiar dándoles
la oportunidad de hablar sobre gustos y miedos. El escuchar a nuestra
hija relatar las desventuras del Mío Cid (recordando nuestro
propio padecimiento de su lectura) o los misterios de Poe, nos abrirán
la puerta a una mejor comunicación familiar.
Relacionar lo que cuentan con la vida cotidiana para descubrir que
la educación es importante siempre. La regla de tres simple
que aprenden en matemáticas, es la más aplicada por
una madre a la hora de las compras y una buena herramienta para enseñar
del ahorro. La explicación de cómo funciona la polea
nos sirve para arreglar la correa de una cortina.
Así sabemos qué están haciendo en la escuela
y ellos se sienten queridos por nuestra atención.
Nuestra responsabilidad entonces, no debe sólo limitarse a
ver el boletín a fin del bimestre y retar o felicitar. Será
preguntar por notas: y preguntar cuál fue el motivo cuando
estas resultaron bajas.
Alentar a estudiar mejor: al saber los motivos de las bajas notas
podemos ayudarlos a ordenar prioridades y establecer límites.
Buscar ayuda si fuera necesario: si dejamos la secundaria hace unos
años es muy probable que no recordemos cómo sacar el
múltiplo común mínimo. Mirar trabajos prácticos:
aunque no entendamos nada de la evolución de la célula.
Escuchar sus lecciones orales en casa: puede ser muy interesante aprender
sobre centros ciclónicos y anticiclónicos del hemisferio
sur mientras planchamos o reparamos el auto.
Nuestro llamamiento como padres no termina nunca. Pero es mayor nuestra
responsabilidad cuando estamos ayudando a nuestros hijos a formar
buenos hábitos de estudio que marcarán sus hábitos
laborales. Pues les estamos enseñando a ser “sus propios
agentes” ejerciendo su autodominio y disfrutando o padeciendo
las consecuencias de su propio esfuerzo. |
Muchos
de nosotros todavía agradecemos a nuestros padres por no
dejarnos abandonar la escuela. Y eso es mejor que lamentarnos por
no haber seguido sus consejos.
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Eduquen
sus mentes y sus manos.
El Pte. Gordon B. Hinckley habla de la educación |
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Estilo SUD, 11 de
abril de2009 |
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