Chica
SUD
Ir a la escuela
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Cada
mañana cuando te levantás temprano para ir a la escuela
¿no te preguntás si vale la pena hacer tanto esfuerzo
para ir a estudiar mil cosas que no te interesan y sólo dos
o tres que te gustan?
La escuela puede ser algo buenísimo si tenés compañeros
que son piolas, divertidos y buena gente. Pero puede resultar espantosa
si te toca ir a una escuela en dónde tenés un montón
de compañeros repetidores que no hacen más que molestar
en clase o cuando no quedó otra y tenés que estudiar
una orientación que no te gusta mucho (a veces algunos padres
te mandan a una escuela técnica cuando a vos te gusta la
historia!!!)
Pero en seminarios escuchamos escrituras que nos invitan a “adquirir
sabiduría en nuestra juventud” (Alma 37:35), “a
no descuidar el don que tenemos”(1 Timoteo 4:14), a “buscar
sabiduría en los mejores libros” (DyC 109:7), y nuestra
realidad nos muestra a nuestros amigos que dejan la escuela para
ir a trabajar y los vemos con ropa de marca y zapatillas increíbles! |
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Nos
parece que ellos están más felices que nosotras. Tienen
dinero para gastar en ellos mismos, manejan sus tiempos, no tienen
que pedir plata para nada y, como trabajan, están en una posición
de independencia que envidiamos un poco.
Sin embargo deberíamos hacer el esfuerzo de alejar nuestra
mirada del presente y ver hacia el futuro.
A veces podemos ver el futuro viendo a aquellos adultos que tomaron
la misma decisión de nuestros amigos. Entonces entendemos por
qué no todos tienen las mismas posibilidades de progresar.
El que se esforzó menos, tendrá menos. No sólo
menos ingreso; también menos oportunidades de cambiar por algo
mejor, menos opciones para elegir un trabajo, menos capacidad para
superarse y adaptarse a los cambios. |
Mi
bisabuelo era colchonero. La gente le pedía los colchones
y él los hacía a medida. Pero aparecieron las fábricas
de colchones que abarataban el precio; las máquinas hacían
el trabajo más rápido y se empezaron a utilizar elementos
como la goma espuma que no necesitaban demasiado mano de obra. (¡¡antes
se rellenaban los colchones con lana!!) |
Claro,
el bisabuelo apenas había hecho algunos grados de la escuela
primaria y no había estudiado más. No sé si era
porque no podía o no quería, pero la cuestión
es que mi bisabuela tuvo que salir a planchar para mantener la familia.
Ella había aprendido a coser en la escuela y empezó
a trabajar para sus vecinas. Así se convirtió en la
costurera del barrio y eso les permitió mandar a sus hijos
a estudiar.
Sin ser tan dramáticas, pensemos en dónde queremos estar:
planchando, vendiendo hamburguesas de por vida o en un trabajo que
nos dé alegría y nos haga sentir felices.
Y sí, tenemos que ir a la escuela. La secundaria es la puerta
para adquirir hábitos de estudio. Para aprender a resolver
situaciones solas, sin nuestra madre detrás. Para después
sí poder elegir la carrera o el oficio que nos gusta. Para
convivir con otros chicos totalmente diferentes entre sí, pero
con iguales deseos de pasarla bien. Y pasarla bien puede ser estudiar
para disfrutar las vacaciones, ganar amigos, pertenecer a un grupo
que tiene los mismos intereses, aprender para aplicar en forma eficiente
lo que adquirimos en la escuela, tener buenas notas para no sufrir
cada fin de año.
¿No te fijaste que vos que vas a seminario, asistís
a la mutual, vas cada domingo a la capilla, participás de las
convenciones para la juventud, vas a las actividades de servicio y
leés las asignaciones de las escrituras, cuando te ponés
las pilas te va bien en la escuela? Mirá a algunos de tus compañeros
que no hacen todas esas cosas y sin importarles pierden tiempo y no
se esfuerzan por estudiar. Otros son excelentes estudiantes y ves
que el esfuerzo los hace felices. |
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Entonces
la conclusión no es muy extraña: la bendición
viene por el esfuerzo de hacer las cosas bien.
Hacé la prueba. Poné toda tu garra y no dejés
de cumplir con tus asignaciones en la Iglesia. El Señor te
va a bendecir en tu trabajo.
¡Y en las vacaciones, vas a tener tres meses de tranquilidad
para hacer lo que quieras!
ChicaSud
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Eduquen
sus mentes y sus manos.
El Pte. Gordon B. Hinckley habla de la educación |
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