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¿Esto
también pasará?
Sobrellevando el estrés de la crisis
Por Karina
Michalek de Salvioli |
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Pareciera
que las palabras estrés y crisis han contraído matrimonio
en estos últimos meses. A las características del stress
de la vida cotidiana, el que sobrellevamos más o menos bien,
se le suma la crisis mundial que nos llena de incertidumbre y nos
altera un poco más.
Muchas veces escuchamos que debemos actuar con longanimidad, paciencia,
mansedumbre y humildad. Esta es una buena oportunidad para ponernos
a prueba a nosotros mismos y averiguar cuánto tenemos de estas
virtudes. |
Longanimidad |
Esta
extraña palabra que al asistir a seminarios relacionamos con
longaniza o elongación por sonar parecidas en nuestros oídos,
se refiere a la buena actitud al enfrentar cualquier situación.
Claro, no es lo más fácil de lograr. Especialmente cuando
el lavarropas se descompuso y nuestro esposo nos advirtió hasta
el cansancio “cuiden todo que hay poco trabajo y no podemos
malgastar”. Nuestro hijo llega de la escuela con las zapatillas
rotas luego de una jugada increíble mientras “gambeteaba”
a tres compañeros que luego le cayeron encima terminando de
romper las únicas zapatillas que estaban en condiciones. Nuestra
madre ya mayor nos llama por teléfono para recordarnos que
los próximos tres meses vivirá en nuestra casa (no puede
vivir sola y la “compartimos” todos los hijos). Nuestra
hija casada, muy angustiada nos avisa que quemó la olla que
le prestamos. Y una vecina nos cuenta con alegría desmesurada
que se va de viaje a Londres por un congreso del marido, mientras
pensamos que daríamos cualquier cosa por participar de un cursito
en el Congo Belga, solas. |
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Mantener
buen ánimo requiere de disciplina mental para saber controlar
aquellos pensamientos que nos hacen sentir mal. El profeta Joseph
F. Smith enseñó que “no [temía] tanto
de la influencia de los enemigos de afuera como la de los que llevamos
dentro”1.
Si somos capaces de recordar que las pruebas no serán eternas,
si mantenemos nuestra mente ocupada en resolver lo que podemos resolver,
si dedicamos nuestro esfuerzo a seguir cumpliendo nuestras responsabilidades
sin quejarnos y con alegría, es porque estamos desarrollando
“longanimidad” para con todas las cosas. No es fácil
en estos momentos, pero es una cualidad divina que podemos alcanzar. |
Paciencia |
Es
la virtud que más fácil perdemos. Casi podríamos
decir que se pierde tan seguido como las llaves del auto. Y como las
llaves, que siempre se pierden en algún lugar de la casa, la
paciencia la perdemos más fácilmente con nuestra familia.
Es difícil soportar escuchar por milésima vez el comentario
del abuelo de no olvidar comprarle el pegamento de la dentadura postiza
mientras resolvemos qué cuenta pagar primero. Resulta casi
imposible tratar de ayudar a nuestro hijo pequeño a rearmar
su “autito” cuando estamos pensando cómo vamos
a preparar la cena para seis personas con tres papas, una taza de
arroz, medio pollo y una cebolla. |
Sin
embargo la paciencia es la cualidad divina por excelencia. Si el Padre
no fuera paciente con nosotros, estaríamos completamente perdidos.
La paciencia va acompañada de “otra oportunidad”.
Si esperamos con fe podremos tener la certeza de que nuestra paciencia
se verá compensaba con una bendición.
Pensemos en el pobre de Job. No lo agarró la crisis económica
mundial, pero perdió todos sus bienes; no lo picó el
mosquito del dengue, pero enfermó muy mal; no perdió
a su familia en un avión en medio del océano, pero un
tornado tiró abajo el techo de la casa en donde se encontraban
sus hijos; no lo estafó Madof con su pensión de retiro,
pero sus amigos lo trataron de culpable de vaya uno a saber qué
pecados. No somos tan diferentes a Job. Por lo tanto podemos seguir
su ejemplo y soportar con paciencia. Porque tendremos otra oportunidad.
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Mansedumbre
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La
cualidad de mansedumbre hace referencia a la disposición que
tenemos de seguir aprendiendo, de manifestarnos como alguien enseñable.
Y una persona que aprende y es enseñable, pone en práctica
lo prendido para ayudar a otros.
Cuántas veces nos escuchamos a nosotros mismos decir: “Yo,
que ya estoy a la vuelta de la vida no necesito...”.O la frase
tan temida por los padres en boca de nuestros hijos: “Vos
no sabés nada. Yo la tengo re-clara”. Lo cual es
un indicador de que no queremos aceptar que nuestra posición
puede estar equivocada y pensamos que no dependemos de nadie para
manejar las cosas. En momentos de incertidumbre globalizada el mantenernos
mansamente en el camino estrecho y angosto es una demostración
de fe y esperanza.
La mansedumbre no significa quedarse quieto esperando. Implica acción.
Aquella que viene de continuar ejerciendo nuestras responsabilidades
en la iglesia aunque nos hayan echado del trabajo. |
La
que nos motiva a cuidar de la familia asignada en orientación
familiar aunque la sequía nos haya arruinado la cosecha.
Siempre tenemos algo que aprender, debemos estar dispuestos y averiguar
qué más necesitamos saber: “Debemos elevar
nuestro corazón en oración a Dios, nuestro Padre Celestial,
pidiendo Su misericordia y que nos guíe y dirija por la inspiración
del Espíritu Santo, que nuestra mente se ilumine y se nos abra
el entendimiento a fin de comprender Su intención y voluntad”2,
dijo Wilford Woodruff. |
Humildad |
Muchas veces pensamos que somos humildes porque reconocemos al Padre
Eterno como tal. Pero la humildad también requiere de una actitud
frente a lo difícil y de acción en cualquier circunstancia.
El ir por la vida atropelladamente, sin mirar al costado del camino;
el tener la idea de ‘no puedo ayudar a los demás
cuando yo no tengo con qué mantenerme’; el pensar
que estamos mejor en nuestra casa que en las reuniones de la iglesia
son una manifestación de orgullo, lo contrario a la humildad.
Si reconocemos que necesitamos Su ayuda y la de sus hijos, estaremos
mejor preparados para no pensar que la pérdida de trabajo es
sinónimo de pérdida de dignidad o abandono de parte
de los cielos. |
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No
nos convirtamos en nuestras propias piedras de tropiezo al pensar
que ‘todo está perdido’, como dice la canción.
El Señor ofrece más que su corazón; ofrece su
ayuda, guía y consuelo. |
Como anticipándose
a cualquier crisis mundial el élder Orson Whitney nos recuerda:
“De cada circunstancia aprendemos algo, y contribuye al
desarrollo de cualidades tales como la paciencia, la fe, la fortaleza
y la humildad. Todo lo que sufrimos y todo lo que soportamos, sobre
todo cuando lo hacemos pacientemente, edifica nuestro carácter,
nos purifica el corazón, nos magnifica el alma y nos hace más
sensibles y más caritativos, más dignos de ser llamados
hijos de Dios. Y es mediante los pesares y el sufrimiento que adquirimos
la instrucción por la cual vinimos acá.3” |
Ahora casi
todos nos sentimos mal. El que no se siente como Job, cree estar padeciendo
sus males en la cárcel de Liberty, o piensa que los grillos
que se comieron la cosecha de los pioneros fueron más benévolos
que los recaudadores de impuestos.
Así como los que vivieron en el pasado, nosotros aprendemos
por las circunstancias que no podemos manejar. |
Poner en
orden las prioridades puede ser un comienzo: |
- Las
que nos deben preocupar: hacer un presupuesto más ajustado;
mantener el plan de almacenamiento; reducir gastos innecesarios;
pago del diezmo íntegro.
- Las
que conviene tener en cuenta: cuidado de nuestra salud (incluye
recordar la Palabra de Sabiduría tratando de descansar
y dormir lo suficiente); rendimiento escolar de nuestros hijos.
- Las
que nos hacen bien: tomarnos tiempo para nosotros mismos, nuestra
familia y amigos. A veces es hablar un rato con un amigo, o participar
activamente de una actividad de la mutual de nuestros hijos.
- Las
que nos benefician mentalmente: El servicio a los demás
que ayuda a enfocarnos mejor en nuestras cosas. El dedicarnos
con empeño en nuestros llamamientos nos proporcionará
la oportunidad de ver que no somos los únicos desesperados
que intentamos perseverar hasta el fin. También el leer
un libro o disfrutar una película en la TV o dedicarnos
a nuestro pasatiempo favorito para ofrecerle un recreo a nuestra
mente.
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Tan importante como mantenerse en el camino, es
hacerlo con buen ánimo. Viendo qué cosas sí
podemos hacer, qué tenemos aún y cuáles no
estamos dispuestos a perder. Todavía soy obediente, todavía
soy capaz de ayudar a otros, aún puedo ser mi propio agente
y no perder mi autodominio, soy lo suficientemente humilde para
pedir ayuda, a pesar de todo puedo mantener el sentido del humor,
aún soy dueño de mis actos y responsable de mi fe.
“Esto
también pasará”, cambia de sentido si tomamos
la iniciativa de no perder el buen ánimo ni la esperanza.
En algún momento por las leyes del mercado la crisis cambiará
de rumbo y estaremos mejor.
Tal vez con menos ingresos, pero salimos aprendiendo a nadar en
medio de una tormenta. Y eso no lo hace cualquiera!!! |
1-
Joseph F Smith Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia,
pág. 400
2- Wilford Woodruff Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia..
pág. 115
3-Elder Orson F. Whitney, citado en Improvement Era marzo 1966,
pág. 211
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Karina Salvioli de Michalek |
Comentarios
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18/06/2009
Maravilloso este artículo!!!!! LINDO!!!!
GRACIAS!!!
Muchas gracias!!!
Nélida Jubette Frós. (desde Brasil) |
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Estilo SUD, 06 de
junio de 2009 |
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