Chica SUD

El Progreso personal
Nuestro mayor desafío

Cuando empezamos a asistir a las clases de Mujeres Jóvenes una de las cosas que más nos emocionan es el recibir el famoso Progreso Personal, esa libreta color lavanda que las chicas llevan los domingos y leen junto con su maestra. De a poco descubrimos que es más que una libreta. Es un plan de trabajo para hacer millones de cosas en los seis años que estemos dentro de la organización.
Muy entusiasmadas creemos que tenemos todo el tiempo del mundo. Seis años es mucho tiempo.¡Casi una eternidad de días! Pero cuando pasamos de la clase de abejitas a damitas caemos en la cuenta de que sólo fuimos capaces de cumplir unas pocas experiencias. Lo peor es que no es que tenemos poca capacidad de realizarlas. Tenemos poca memoria y rápidamente vamos dejando para mañana lo que podríamos ir aprendiendo ahora.
Las experiencias son una guía para formar hábitos. Pero no siempre es fácil cuando desde tu casa no tenés el apoyo de tus padres o cuando nadie te pregunta cómo va tu esfuerzo. Ahí entendés porqué es “personal”.

Volvemos siempre a lo mismo: tener que aprender a ser nuestras propias agentes. A veces queremos culpar a otros por nuestra falta de constancia y aunque hayamos ido a la capilla cada domingo desde que nos bautizamos es la adolescencia en donde descubrimos que realmente el futuro dependerá de lo que nosotras hagamos hoy. Entonces no podemos quejarnos de que nuestra madre no nos llevó a la primaria y por eso no tenemos la fuerza para orar todas las mañanas y todas las noches.

Nos resulta fácil empezar a realizar las experiencias con los valores. Las leemos, las adaptamos a nuestras circunstancias (según el lugar en donde vivimos, la familia que tenemos o las posibilidades de realizar algunas cosas) y los primeros días estamos bien compenetradas.
Pero..., un día olvidamos lo que teníamos que hacer y pensamos “¡ya fue!”, abandonamos lo realizado y nos desanimamos. Perdemos el Progreso Personal entre los libros del año pasado de la escuela o aparece en el cajón de los juguetes de nuestro hermanito menor, todo dibujado. O lo guardamos tan bien que cuando aparece a los dos años está como “nuevo”.
La maestra ya no sabe qué hacer para alentarnos a realizar aunque sea un proyecto y nuestro ánimo entusiasta del principio corre peligro de convertirse en deseo de no hacer nada.
Estamos a mitad de camino de “algo” pero todavía no decidimos hacia qué “algo” queremos ir. Y es cuando resulta casi de vital importancia tomar una decisión.
Una prima mía nunca quiso completar el programa de metas. Se justificaba diciendo que no era algo para ella. Que ella sola podía muy bien hacer su vida y no necesitaba ninguna guía de nadie, ni nada pre-establecido. Lentamente fue perdiendo los hábitos que la hacían tan especial. Ella es muy buena, yo la quiero mucho. Pero abandonó la oportunidad de crecer espiritualmente.
Mi maestra de mujeres jóvenes está completando los proyectos con sus alumnas porque nunca tuvo la oportunidad de hacerlo de jovencita y me encanta escucharla contar lo que le cuesta lograr algunas cosas. No es que me guste verla “sufrir”. Lo que me gusta es ver que todos siempre estamos a tiempo de cambiar y mejorar cosas en nuestra vida. Y que tener algo pre-establecido nos facilita la tarea.
Nadie dijo que lograr un objetivo sea fácil. Pero tampoco es la muerte ni tenés que abandonar al primer quiebre. Todas cometemos errores.
Algo especial que tiene el Progreso Personal es que hagas lo que hagas, siempre hay que leer una escritura u orar al respecto. Entonces de a poco nos damos cuenta que no sólo es ganar buenos hábitos, es tener una relación más personal con nuestro Padre Celestial.
Sin importar cual sea tu condición: tengas una familia completa o no; sean todos miembros de la iglesia o no; tengas 12 o 16 años; hayas nacido dentro de una familia en la iglesia o sean conversos de poco tiempo, tengas amigas en mujeres jóvenes o seas la única en kilómetros, el Progreso Personal es la mejor manera de estar cerca de un Padre Celestial que nos ama.

Cuando la hermana Beck era consejera de la presidencia general de Mujeres Jóvenes dijo en una conferencia:
“Cada día es una nueva oportunidad para recordar a nuestro Salvador y seguir Su ejemplo. En vez de justificar nuestras debilidades, esforcémonos cada día por adquirir buenos hábitos y cualidades divinas.”1
Las cualidades divinas que tenemos como hijas de Dios pueden ser “adquiridas” con la ayuda de las experiencias y los proyectos. A veces pensamos que no tenemos ni una cualidad divina. Es más, no nos sentimos “divinas” o nos quedamos en que así como estamos, estamos bien. Pero no somos poca cosa.
Ella citó al profeta Kimball: “El desarrollo de cualidades cristianas constituye una labor difícil y constante; no es una tarea para trabajar de vez en cuando ni es para aquellos que no estén dispuestos a esforzarse al máximo una y otra vez.2
Entonces demostremos que somos capaces de esforzarnos al máximo una y otra vez y hagamos el esfuerzo de tener aquellas experiencias que nos ayudan a proyectar nuestra vida hacia la eternidad.

Seis años no es tanto tiempo. Se pasa rápido. Y eso de andar como una loca a los diecisiete haciendo servicio a nuestra abuela, nuestra tía, a la vecina; leyendo mil escrituras justo en nuestro último año de Seminarios; y bordando un tapiz, componiendo una canción, recitando un poema de nuestra autoría mientras tejemos una bufanda de las veinte que nos comprometimos a donar, puede ser demasiado extenuante y seguro que no lo vamos a disfrutar.

Mirá el Progreso Personal, fijate qué tenés que hacer y hacelo con las ganas que vienen al querer sentir la felicidad de ser dueña de una misma.
Después de todo, nuestro progreso depende de nuestro esfuerzo personal. Y tal vez, como dicen las que ya terminaron Mujeres Jóvenes, el reconocimiento a la joven virtuosa sea más que recibir una medalla y signifique que somos capaces de superarnos a nosotras mismas.

Yo ya lo revisé mil veces. Los proyectos no desaparecen con el paso de los días.
Más vale que haga algo antes de que me desaparezcan las ganas o se me acabe el tiempo!
ChicaSud

1 - El recordar, el arrepentirse y cambiar, Liahona , mayo 2007
2 - Liahona, febrero de 1979


Tus Comentarios...
 
 
Estilo SUD, 11 julio 2009
 
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