Adicciones
La prevención como protección familiar

Por Karina Michalek de Salvioli

El Presidente Kimball enseñó:
“Los padres deben trazar un curso para su hogar y su vida familiar que proporcione a sus hijos orientación firme pero amorosa, y no dejar que estos manden en el hogar. Deben al llegar a su adolescencia señalárseles responsabilidades, así como deberes… debe orientárseles en su vida social…”1
Es dentro del matrimonio que los padres se ponen de acuerdo para establecer el curso que desean que sus hijos sigan mientras estén con ellos. Mantener una comunicación fluida entre los esposos para aclarar las dudas y apaciguar los miedos que aparecen cuando los hijos van creciendo y planteando nuevos desafíos, los ayudará a recordar constantemente las metas o propósitos que se propusieron como padres.
Casi todas las cosas que se pueden hacer para ayudar y prevenir que nuestros hijos, o que nosotros mismos caigamos en las redes de la adicción pueden tratarse abiertamente, en un diálogo sincero y franco que no deje lugar a dudas o a excepciones. Una comunicación que debe estar basada en la confianza; sin el temor a sentirse ridiculizado o menospreciado por la propia debilidad que se padece; sin miedo a preguntar lo porqués y a estar dispuesto a entender las respuestas.
Algo muy interesante en la educación de los niños pequeños sucede cuando los padres son capaces de explicar por qué no deben realizar tal cosa, utilizando el nivel de lenguaje y comprensión que ellos poseen.
De nada vale decirles a nuestros hijos que no tomen el remedio que la abuela usa para dormir porque se pueden morir. La experiencia de la muerte jamás la tuvieron ¡cómo van a ser capaces de comprenderla! Pero si se les dice que al tomarlas les va a doler mucho la cabeza o la panza, o que van a tener algunos de los síntomas por sobredosis que figuran en el prospecto que ellos conocen por experiencia propia (vomitar, ver mal, caerse) es más probable que no las tomen. Entienden la consecuencia.
En el caso de las adicciones la situación es similar. La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) de España, realizó charlas en escuelas secundarias de un grupo de riesgo en donde les mostraban filmaciones de jóvenes drogados, cuando salían de bailar a la madrugada y de adultos drogadependientes que presentaban los daños físicos y mentales de años de adicción.
A esto se lo acompañaba de charlas, en donde anónimamente preguntaban por escrito sobre sus dudas o creencias populares. Se entregaban cuestionarios para evaluar el conocimiento que manejaba la población sobre el tema y particularmente sobre la relación que los jóvenes tenían con sus padres.
Los resultados fueron muy interesantes. Los mitos de las drogas estaban más arraigados que los conocimientos correctos. Estos mitos, que minimizaban el daño, fueron transmitidos por sus propios amigos. La mayoría no sabía de las consecuencias a largo plazo del consumo sistemático. Casi nadie había recibido alguna advertencia de sus propios padres. Sorprendentemente la estadística dio el siguiente resultado:
“El alcohol y el tabaco se sitúan entre las sustancias donde el inicio del consumo es más precoz, en torno a los 13 años. Tras ellas, se sitúa el consumo de cannabis (marihuana) con una edad media de inicio en el consumo alrededor de los 15 años. A partir de los 15 años se inician los consumos de estimulantes como la cocaína o anfetaminas, alucinógenos como el LSD, drogas de síntesis como el éxtasis y opiáceos como la heroína.”
La mayoría de los padres desconocía que sus hijos eran consumidores, otros tenían una leve sospecha pero no sabían qué hacer.
(Encuestas Domiciliarias sobre Consumos de Drogas-FAD 1998-2000)
En un trabajo presentado en junio de 2009, por la ONU basado en la Tercera Encuesta Nacional a Estudiantes de Enseñanza Media, realizado por la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico, se conoció que el 8% de los estudiantes del secundario consume marihuana.2
El tema con la adicción a Internet no es muy diferente. La gravedad que conlleva el permanecer mucho tiempo navegando en la web es la mayor probabilidad de acceder a sitios pornográficos que lentamente van envolviendo los sentidos. La edad de inicio de la pornografía por Internet es cada vez más baja. Los 11 años figuran como edad de primer contacto con estos sitios, siendo las edades comprendidas entre los 12 y 17 como los más vulnerables a ver esas imágenes, el 80% admitió haber visto pornografía.
Por otro lado los adultos entre 35 y 49 años son los mayores consumidores de pornografía.3
“Cuando cae la tradición surge la adicción”
(“Un mundo desbocado”, Anthony Giddens, sociólogo británico)
La familia es quién debe poner el marco normativo y afectivo estableciendo tradiciones familiares que promuevan la salud mental, espiritual, física y emocional. Los hábitos que se desarrollen serán más efectivos que una internación o el castigo.
HABLAR DEL TEMA 
Nunca es demasiado pronto para empezar a hablar con los hijos acerca del alcohol, el tabaco y las drogas ilegales. Los padres, los abuelos, los tíos, los maestros orientadores, alguna maestra de la iglesia pueden jugar un papel muy importante ayudando a los jóvenes a enfrentarse a las presiones de sus pares para que beban alcohol o tomen drogas. En realidad, el no desear dañar la relación de confianza entre ellos y los adultos es la razón más común que dan los jóvenes para no tomar alcohol o drogas.
Por tanto, establecer con claridad que uno, como adulto que los cuida, no desea que beban alcohol, fumen tabaco o tomen drogas constituye para ellos la mayor motivación para rechazar la oferta de que prueben esas sustancias.
ANTICIPARSE A LA PRESIÓN
El ayudarlos a enfrentar la presión puede incluir el armado de “respuestas” a las mismas. Estas dependerán del carácter y la edad de nuestros hijos, pero si confiamos y oramos pidiendo guía, estas “respuestas” surgirán para que nuestros hijos sientan seguridad al darlas.
No caer en la sobreprotección, sino alentar a tomar decisiones de antemano. Así podrán desarrollar responsabilidad y tener en claro algunas de las consecuencias de sus decisiones. Muchas veces una buena decisión puede traer una consecuencia que no les guste como el perder o sentirse excluido de un grupo de amigos por no tomar drogas o cerveza.
MANEJAR LA FRUSTRACION
Enseñar a manejar las frustraciones como parte natural de la vida.
Cuando alguna situación es difícil de manejar, no es necesario recurrir a “otras cosas” para borrarla momentáneamente de la mente. Si potenciamos su autoestima los ayudamos a aceptarse como son, valorando sus logros y esfuerzos. Sin necesidad de quedarnos en la crítica o resaltando sus limitaciones o errores.
Alentarlos a cumplir con los programas del Progreso Personal en las jovencitas y Cumplir nuestro deber a Dios en los varones. Estos programas inspirados para los jóvenes son herramientas excelentes para formar buenos hábitos, alentar a lograr sus proyectos por su propio esfuerzo y dentro del tiempo que cada uno necesite.
Las entrevistas con los asesores y con el obispo utilizando sus propios cuadernillos para comentar sus esfuerzos y logros, dan cabida a un compromiso personal más profundo y serio.
ESTABLECER REGLAS
Las reglas que imponga cada familia deben ser entendidas por todos, y no deben basarse en la desconfianza. Los horarios o frecuencias de las salidas con amigos, las responsabilidades con la escuela o la iglesia, los lugares en donde se encuentran con sus amigos son temas que deben ser discutidos en un ambiente en donde la razón y el amor estén presentes. Un “porque sí" o "porque yo lo digo” motiva a la rebeldía, la mentira o la idea de incomprensión.
Por otro lado las reglas y los límites no deben ser modificados constantemente, sino estaremos dando lugar a que piensen que no nos importan demasiado o que adaptamos las mismas según nuestra conveniencia.
El artículo “Navegación segura” nos da algunas pautas para establecer en el hogar con respecto al uso de la computadora: http://www.estilosud.com/HogaryFlia/200810_03Navegacion_segura.htm
COMPARTIR EXPERIENCIAS
Es sorprendente el efecto que produce el ver a una persona querida o admirada o que se nota que vive feliz, contar que también tuvo que resolver un problema de adicción.
El ver a alguien que “salió” motiva a otros a pensar que se puede “salir” y que el cambio es posible.
La cara de sorpresa en un primer momento se transforma en esperanza al saber que uno puede mejorar su situación, que todos son vulnerables pero que nuestro Padre Celestial ayuda a quién lo necesite.
La recuperación luego lo llevará a querer ayudar a otros. “Si yo salí y me ‘despegué’ vos también podés hacerlo” es el mensaje que más se escucha y el más impactante.
La buena comunicación entre las personas, el desarrollo de relaciones basadas en la confianza, la certeza de que el esfuerzo vale la pena pues sabemos que somos importantes y que no estamos solos en el camino hacia la salud mental y física, son ingredientes esenciales que el adicto necesita para abandonar su dependencia.
El mensaje que el adicto necesita, es que no está sólo, y que todos somos responsables en cierta medida de su recuperación. Pues la familia es quien debe elegir las tradiciones que la llevaran hacia la eternidad y es la mejor herramienta que tiene el Señor para lograrlo.
El estar de los padres, los vínculos y la contención normativa son fundamentales para seguir "paso a paso" la evolución hacia la salud del futuro joven; estos serían los valores básicos para una intervención precoz que detenga males futuros.4
 
1 El milagro del perdón, pág. 262
2 www.infobae.com 26/6/09
3 http://www.internet-filter-review.toptenreviews.com
4 “DEFAULT HUMANISTICO: PADRES Y DROGAS”: Dr. Juan Alberto Yaría, Director Instituto de Prevención de la Drogadependencia, Universidad del Salvador.
Comentarios
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Estilo SUD, 18 de julio de 2009
 
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