El temor al miedo
Por Karina Michalek de Salvioli

Ante tantas noticias de catástrofes, problemas financieros, actos de violencia callejera y doméstica, muchas personas se ven afectadas desarrollando temores fundados en la realidad del lugar en donde se vive o temores imaginados o magnificados por lo que pudiera pasar. El temor en sí surge de aquellas situaciones que no podemos dominar, porque son cosas que no dependen de nosotros y por la abrupta aparición que suelen tener.
Un pensamiento recurrente en algunos es creer que porque están gozando de un momento de felicidad, seguro que en breve sufrirán una desgracia, cuando en realidad la vida está conformada de cosas agradables, dolorosas, ciertamente feas, a veces todo en un mismo momento.
Cuando el miedo se transforma en un acto de prevención o prudencia, se habla de que es un temor ‘positivo’ pues sirve para tomar aquellos recaudos que nos protegerán, o ayudarán en nuestra vida cotidiana. El verificar que el auto esté en condiciones antes de emprender un viaje convertirá ese primer ‘miedo’ en tranquilidad.Pero en la actualidad las nefastas noticias que vemos a diario en televisión están alimentando temores desmedidos en algunas personas. Con más frecuencia son los niños quienes se convierten en víctimas de catástrofes que aún no han padecido.
Frente a una tormenta, el miedo a una inundación los lleva a llorar amargamente hasta que termina de llover. Cuando la familia es víctima de un acto delictivo, los temores pueden llegar a paralizar el movimiento normal de la misma, promoviendo que la actividad principal sea no salir del hogar, ni aún para actividades gratificantes para nuestros hijos.
Conocer a nuestros hijos para ayudarlos a ser valientes
Las palabras de Jehová a Josué, bien pueden aplicarse a nuestra época mejor que nunca antes: “Esfuérzate y sé valiente” (Josué 1:6) Elegido como lema de los Hombres y las Mujeres Jóvenes para este año, el esforzarse en desarrollar la valentía también implica vencer el temor a cualquier cosa que pudiera sucedernos.
Como padres debemos estar atentos al mensaje que les transmitimos a nuestros hijos en vías de protegerlos. Hablar de cómo ellos deben estar atentos en la calle o de las cosas que deben hacer ante situaciones de peligro, les permitirá aprender a enfrentarlas.
Pero si caemos en la exageración de estar abonados al canal de noticias que con letras enormes nos anuncia sólo delitos, podemos tener el efecto contrario y paralizar a la familia.
Cuando el terremoto de la región del Abruzzo afectó también a una familia amiga, una de sus hijas no pudo recuperar la confianza en que por las noches dormiría tranquila y su mayor temor era que la familia no estuviera a la mañana siguiente. El conversar abiertamente sobre sus miedos, sin ridiculizarla, le permitió a esta nena recuperar la confianza en las palabras de sus padres. Ellos no le podían prometer la ausencia de terremotos, pero sí le aclararon que jamás la abandonarían frente a otro temblor. Las oraciones nocturnas adquirieron otro significado. Y la madre empezó a trabajar junto a ella con el programa de la Primaria Fe en Dios, para que su hija pueda desarrollar confianza en sí misma y afianzar su fe en el Padre Celestial.
Durante el año pasado los jóvenes estudiaron en Seminarios el Nuevo Testamento y muchos estaban más que entusiasmados por leer Apocalipsis para ver las señales de los últimos días. Ahí cayeron en la cuenta que eran señales que veían a diario y eso les sirvió para entender que realmente estaban preparados para hacer frente a la adversidad.
La Noche de Hogar es un buen momento para enseñarles a nuestros hijos qué hacer para enfrentar los problemas, y también para que desarrollen una mejor relación con el Evangelio, pues el vivirlo de manera equilibrada les dará la esperanza de que todo puede ser superado, la tranquilidad de que el Señor nunca nos abandonará, y la fuerza para entender que somos capaces de soportar.
Hace poco uno de mis hijos compartió las escrituras que tenía marcadas en el Antiguo Testamento: eran todas en donde se degollaban, apuñalaban, apedreaban, clavaban estacas, y mataban a personas de las más diversas formas. Entre las risas de todos, él nos dijo que eligió esas escrituras porque eran un reflejo del noticiero. Y si el pueblo de Jehová pudo sobrevivir, nosotros estamos mejor preparados que ellos por tener la plenitud del Evangelio. Una manera un poco particular de ver las cosas que no aconsejo a nadie, pero él encontró en las escrituras situaciones que ciertamente lo afectaban y nos sirvió como padres para entender su visión de la realidad.
Evitar el sentimiento de angustia
“Animaos, pues, y no temáis” dijo el Señor (DyC 68:6). Aunque no hay una sencilla receta para vencer los temores, el depositar nuestra confianza en Él dará ímpetu a quien debe aprender a ver las bendiciones que llegan en la adversidad.
Las historias de los miembros den Haití son un buen ejemplo de hombres y mujeres, de jóvenes y niños que encontraron en el Salvador el bálsamo en medio de un dolor que perdurará mucho tiempo más. Sin embargo la gratitud expresada por lo que aún tienen nos enseña que la fe los ayuda a dominar el temor.
Conocer para entender
La física francesa Marie Curie dijo en una oportunidad: “Nada en la vida debe ser temido, sino tan sólo comprendido. Ahora es hora de comprender más, para temer menos”.
Comprender lo que sucede nos permite tener otra mirada de la adversidad. La comunicación clara, sin exageraciones, adecuada a las características de quien nos escucha, ayudará a disipar el temor.
Una vez más la lectura diaria de la escrituras hará que las vidas de pueblos de la antigüedad se conviertan en reflejo de nuestras vidas y podamos tomarlos como ejemplos de perseverancia y fortaleza. La oración diaria, desarrollará una comunicación fluida con nuestro Padre Celestial que siempre está dispuesto a clamar nuestros temores. El servicio en la iglesia, nos ayudará para vencer nuestras flaquezas y dominar nuestras debilidades, aún nuestros temores.
El Señor está de nuestro lado, siempre
“Jehová está conmigo; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre? Jehová está conmigo entre los que me ayudan” (Salmos 118: 6-7)
Siempre tendremos a nuestros familiares o líderes de la iglesia, prestos a ayudarnos. Nuestros vecinos del barrio tal vez sean los primeros en socorrernos frente a una desgracia. Y entre todos establecemos lazos de confianza, respeto y amor sincero para sostenernos en momentos impetuosos.
Así disfrutaremos de la sociabilidad que afianzará nuestro carácter, aumentará la confianza en nosotros mismos, especialmente en los niños y jóvenes, y enfrentaremos lo que nos asuste pensando que no es lo peor del mundo y que somos capaces de lograrlo.
 
Comentarios
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Estilo SUD, 27 de febrero de 2010
 
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