Chica
SUD
La actitud que hace la diferencia
Fuerza de voluntad
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A
veces me parece que las demás personas tienen una vida más
interesante que la mía. ¿No te pasó algo parecido?
No sé, parece que van a lugares más divertidos que los
que va una o que tienen una ropa mucho mejor que la nuestra. Muchas
amigas tienen pasatiempos más entretenidos que los que se nos
ocurren a nosotras. Cuando vamos a una reunión de la iglesia
o a un campamento y escuchamos a los demás hablar y participar,
puede pasar que pensemos que somos las desafortunadas que nacimos
en el lugar o en el momento menos indicado. Creemos que la desgracia
tocó nuestra cuna y dudamos que estemos entre los mejores espíritus
reservados para esta época. |
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“Antes
de nacer en esta tierra, sabíamos que al venir adquiriríamos…
experiencias de toda índole y tendríamos gozos, tormentos,
bienestar y dificultades, comodidades y penalidades, éxitos
y fracasos. Nos encontrábamos dispuestos a aceptar la vida
como viniera y como nos fuera posible organizarla y controlarla”
(Spencer W. Kimball - La fe precede al milagro). |
Claro, cuando
la maestra de Seminarios nos lee esa cita, la visión se nos
aclara y, con un poco de esfuerzo, nos damos cuenta que nuestra vida
no es tan desgraciada. Problemas tienen todos, el asunto es que no
todos andan llorando sus problemas por la vida, porque no es una práctica
muy sana que digamos, ¿no?
El asistir a Seminarios o participar de las clases de los domingos
nos ayuda a que podamos tener la vista puesta en la dirección
correcta, aunque no veamos el final del camino, sabemos que si seguimos
tendremos un mejor final que si no hacemos nada.
La maestra leyó también: “Nuestros jóvenes
se encuentran entre los hijos más bendecidos y favorecidos
de nuestro Padre. Sus espíritus han sido reservados para venir
en esta época cuando el evangelio está sobre la tierra
y cuando el Señor necesita siervos valientes… en los
últimos días” – (Joseph F.Smith- Liahona
nov. 1970) |
Luego la maestra
dijo: “Ustedes son mejores que yo, porque fueron más
valientes y están mejor preparados para enfrentar los desafíos
de esta vida en este momento de la historia de la humanidad”.
Creí que era una frase hecha. Hasta que leyendo el facebook
de una de mis amigas, encontré el siguiente un link con un
cartel que decía: ‘Liz Murray, de la calle a Harvard’
y había una chica con un libro de psicología. |
Entonces busqué
su historia para saber qué había hecho para llegar a
una universidad tan importante de Estados Unidos, como Harvard, si
antes vivía en la calle. |
Liz
tenía todo para justificar una conducta desastrosa. Sus padres
eran adictos y ambos enfermaron de SIDA. Su mamá se volvió
esquizofrénica por las drogas. Ella y su hermana iban de casa
en casa, viviendo con familias sustitutas. La escuela era un lugar
poco deseable, ya que siempre se dormía por cansancio o de
hambre. Cuando cumplió los 16 su mamá murió,
con su padre pasó a vivir en la calle y ella sintió
como que la vida le daba un cachetazo. Fue ahí que decidió
que no quería seguir con esa vida. Y le dijo a su papá
que quería volver a la escuela. Volvió siendo más
grande que lo habitual, pero en dos años terminó. Aún
viviendo en la calle, participó de un programa que tenía
un diario de Nueva York y calificó para un programa de becas
en la universidad de Harvard, para estudiantes necesitados. Empezó
a estudiar en el 2000.Pero 3 años después su papá
enfermó mucho más y ella para cuidarlo se cambió
de universidad. Finalmente en el 2006 su padre murió y ella
volvió a Harvard en 2008. |
El
año pasado Liz terminó su carrera con una licenciatura
en psicología. Y su ejemplo de vida fue el tema de un corto
que se puede ver por youtube (está en inglés).
En una entrevista Liz contó que la negligencia y el abandono
fue lo peor que le pasó pero perdonó a sus padres por
hacerle vivir de esa manera.
No me resultó
difícil imaginarme lo que era vivir en la estación del
tren o dormir en los trenes para no tener frío. Tampoco fue
imposible creer que comía lo que dejaban en los tachos de basura.
Ni que robaba libros de autoayuda y que era dueña de una enciclopedia
que una amiga encontró en la basura. Que ella quisiera cambiar
su situación hasta me parece razonable.
Lo que me sorprende es la fuerza de voluntad, la perseverancia que
tuvo para alcanzar su meta. El amor que demostró por su madre
enferma al cuidarla, me hizo pensar que era alguien muy especial al
no sentir rencor por las condiciones en que transcurrió su
niñez.
La vida en la universidad tampoco le resultó muy fácil
porque no estaba acostumbrada a estar en un dormitorio sola y muchas
veces lloraba porque la situación era más de lo que
podía soportar. |
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A
veces pensamos que somos desafortunadas pero no vemos que tenemos
la fuerza para cambiar la situación que no nos gusta de nuestra
vida. El presidente Uchtdorf dijo en la Reunión General de
Mujeres Jóvenes: |
“Piensen
por un momento en su cuento de hadas preferido. En esa historia, el
personaje principal quizás sea una princesa o una campesina,
podría ser una sirena o una lechera, una soberana o una sirvienta.
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Pero
encontrarán algo que todas tienen en común: deben vencer
la adversidad. Cenicienta tiene que soportar a sus malvadas madrastra
y hermanastras; tiene que pasar por largas horas de servidumbre y
ridículo.
En la Bella y la Bestia, Bella se convierte en cautiva de una bestia
de apariencia temible para salvar a su padre. Ella sacrifica su hogar
y su familia, todo lo que ella aprecia con el fin de pasar varios
meses en el castillo de la Bestia.
En cada una de estas historias, Cenicienta y Bella, tienen que sufrir
tristezas y pruebas, antes de llegar a ser felices para siempre. Verdaderamente
son hijas espirituales de realeza del Dios Todopoderoso. Son princesas
y su destino es llegar a ser reinas. Su propia historia maravillosa
ya ha comenzado. Su ‘érase una vez’ es ahora. Y
vendrá el día en que al llegar a las últimas
páginas de su propia historia leerán y experimentarán
el cumplimiento de esas benditas y maravillosas palabras ‘..Y
vivieron felices para siempre’…”
(Pte. Dieter F. Uchtdorf, abril 2010) |
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Lo
cual significa que aunque tengamos una situación peor que la
de Cenicienta o Blancanieves, siempre debemos recordar que somos princesas,
hijas amadas de nuestro Padre Celestial. Y que está en nuestras
manos el tener un final feliz o mejor aún, una historia interesante
para llegar a un final feliz. |
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Estilo SUD, 24 abril
2010 |
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