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Una nueva experiencia:
EFY, especialmente para jóvenes

Por Karina Michalek de Salvioli
Cuando de lejos escuchábamos a misioneros contar sus experiencias de convenciones de Jóvenes, de la organización de las mismas, creíamos que esas actividades eran propias de una cultura diferente a la nuestra. Creyendo tal vez que a diferentes idiosincrasias, correspondían diferentes actividades para jóvenes.
Hace más de tres décadas que la Universidad de Brigham Young comenzó a trabajar en programas sobre la juventud y la familia. Las presiones que enfrentaban los jóvenes estaban dañando los testimonios y las relaciones de esos mismos jóvenes en su permanencia en la Iglesia. Las actividades que ofrece el mundo están en encarnada competencia con las que deben realizar para crecer espiritualmente. Muchas veces la soledad de vivir el evangelio, siendo un miembro converso, en un ámbito hostil como puede ser la escuela, no permite que algunos fortalezcan sus desarrollo espiritual.
Fue así que surgió un programa en donde los jóvenes pudieran reunirse para compartir y fomentar la amistad entre ellos, dentro de un ambiente que posibilita la obtención de experiencias espirituales.
El programa EFY ya ha demostrado que es un buen lugar para que jóvenes de 14 a 18 años puedan escapar de las presiones de los mensajes de texto, los videojuegos y la televisión. De esa manera pueden conocer a otros jóvenes y jovencitas que comparten sus mismos valores y tienen situaciones complicadas similares. Así descubren por sí mismos quienes son y el valor que tienen para nuestro Padre Celestial. Estas actividades no son puramente espirituales ni tampoco es sólo diversión.
EFY promueve el desarrollo espiritual dentro de un ambiente ameno y divertido. Por lo que los chicos aprenden que vivir el evangelio realmente puede hacerlos felices.
Durante cinco días estudian las escrituras cada mañana, oran por la mañana y la noche, un líder los ayuda a comprender como el tener esos buenos hábitos les permitirá enfrentar la vida diaria. Participan de charlas y devocionales. Son protagonistas de actividades recreativas que tienen un objetivo en sí mismas como lo puede ser el desarrollar la autoestima, sus posibilidades de liderazgo, sus talentos, la amistad con jóvenes que no conocen pero que están dispuestos a seguir a Cristo.
El Pte. Thomas S. Monson desea que todos los jóvenes participen del EFY. En Europa y Centro América ya se vivieron algunas sesiones durante el año pasado y este año. En el 2011, el área de Sudamérica Sur se suma a la aventura de participar activamente del programa con las distintas regiones de Buenos Aires y se programa extenderlo a todas las estacas en los años siguientes.
Sitio EFY Argentina
en Facebook
Cada EFY tiene su costo. No es gratis. El esfuerzo que deba realizar cada joven para participar del mismo le ayudará a valorar el trabajo de los líderes, su participación en las actividades y sin querer los preparará para salir a una misión. Si es capaz de reunir dinero para el EFY, también podrá hacerlo para su misión unos años más tarde.
Pero lo más importante sucede cuando los jóvenes regresan a casa. El impacto espiritual provocado en esos cinco días compartidos con otros que tiene sus mismos problemas o diferentes dificultades o presiones para vivir el evangelio, los motiva a hacer el esfuerzo de no perder los sentimientos que obtuvieron. Una jovencita comentaba que recién ahí había disfrutado del estudio diario de las escrituras: ‘todos leen las escrituras y no podés no hacerlo, te da vergüenza! Pero aunque mi mamá me decía que lo tenía que hacer, nunca lo intentaba. Después del EFY no deje pasar un día sin leerlas’.
A pesar de ser sólo cinco días, jóvenes y jovencitas entienden mejor quienes son, qué se espera de ellos, cuán fuertes pueden llegar a ser si se esfuerzan. Los varones en especial, pueden saborear algo del espíritu misional. Muchos deciden allí prepararse de mejor manera para salir a la Misión. Otros descubren que ser diferente no es una desventaja en sus vidas, sino que por formar parte de un ‘ejército llamado al servicio’ tienen la ventaja de contar siempre con ayuda divina, para soportar, superar y disfrutar las experiencias de su juventud.
Como otros programas de la Iglesia, la propia experiencia es la mejor herramienta para aceptar lo nuevo y comprender el propósito de EFY.
Los adultos que ya no tendremos la posibilidad de disfrutar del programa, podemos ser una buena herramienta en las manos del Señor al ayudar a nuestros hijos a participar de estas convenciones especiales para jóvenes. Y aquellos que ya no tenemos hijos en esa edad también podemos alentar y ayudar a los jóvenes de nuestro barrio dándoles, aunque más no sea, la oportunidad de lavarnos el auto, la vereda, cortando el pasto o comiendo empanadas o tortas. ¡Quién sabe si tal vez esas empanadas no ayuden a una joven a decidir que su familia debe formarse dentro del convenio; o un auto limpio permita que un joven limpie su corazón de sentimientos tristes y renueve su fe al saber que tiene un lugar importante dentro del establecimiento de Sión!
 


Tus Comentarios...
 
 
Estilo SUD, 18 setiembre 2010
 
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