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Biblioterapéutica
Por el
élder Sterling W. Sill (1903-1994) |
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El
otro día, unos amigos míos que son psicólogos,
me enseñaron una palabra nueva la cual he tomado para título
de este articulo. Es por demás buscar el vocablo en el diccionario,
pues estoy seguro que pasará algún tiempo antes que
encuentre lugar en los léxicos. Esta palabra híbrida,
biblioterapéutica, se compone de dos vocablos griegos que significan
"libros" y "tratamiento". Da a entender, en una
palabra, mejoramiento personal, remedio o curación efectuado
por medio de buenos libros. ¿Y que podía ser de mayor
importancia en nuestros días? Alguien ha dicho que "los
libros son una de las posesiones más ricas de la vida".
Efectivamente, son la creación más notable del hombre.
Ninguna otra cosa que el hombre construye permanece. Los monumentos
son derribados, las civilizaciones perecen; mas los libros continúan.
El estudio de un buen libro es como celebrar una entrevista con los
hombres más nobles de edades pasadas que lo han escrito. |
Un
pensador ha dicho: "No hay cosa más admirable que
un libro. Puede ser un mensaje de los muertos para nosotros, de almas
humanas que jamás vimos, que quizá vivieron a miles
de kilómetros de distancia. Sin embargo, estas pequeñas
hojas de papel nos hablan, nos inspiran, instruyen, abren nuestros
corazones y, a su vez, nos revelan lo intimo de su corazón
como hermanos. Si no hubiera libros, Dios estaría mudo, la
justicia dormida, la filosofía tullida para la mayor parte
de la gente.” |
El
gran poeta Juan Milton declaró: “Los libros no son
cosas muertas, antes contienen cierta potencia de vida tan activa
como el alma, cuya progenie son. Preservan como si fuese en un vaso
sagrado, la eficacia más pura del intelecto viviente que los
crió.” |
Entonces,
como centro mismo de nuestra literatura más estimada, tenemos
las Santas Escrituras, las cuales nos comunican los pensamientos del
propio Dios. Pero sucede que una de las dificultades más grandes
con que tropezamos estriba en que no siempre digerimos propiamente
las ideas; y por supuesto, si no entendemos el mensaje, poco importa
qué tan maravilloso sea. Alguien nos ha recordado que "el
agua no tiene la culpa de que el nadador no sepa nadar".
También podría decirse que “la palabra del Señor
no tiene la culpa de que perdamos nuestras bendiciones, porque no
tomamos el tiempo suficiente para entenderla.” |
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El
instrumento por medio del cual ponemos a nuestra disposición
las grandes ideas es esa maravilla de maravillas que conocemos como
la mente o el intelecto humano. Recientemente dijo un prominentes
neurofísico, que sería imposible construir una máquina
electrónica para hacer cálculos, de la capacidad del
cerebro humano, por menos de tres millones de dólares. Pero
aun así, ¿quién
podría comunicar, a una calculadora electrónica la facultad
inventiva de Edison, la habilidad de Sócrates para razonar,
la previsión y presciencia de Jesús, quién tomaba
las cosas comunes que lo rodeaban y las vertía en motivos e
ideales de valor inestimable?
Cuando Diógenes saltó de su baño y corrió
por la calle, gritando, 'Eureka, Eureka", lo hizo porque estaba
experimentando la más sublime de todas las experiencias humanas:
el nacimiento de una idea. |
La
mente es más productiva cuando recibe la nutrición y
estímulo adecuados, y es allí, precisamente, donde la
biblioterapéutica desempeña su parte; porque aun la
palabra de Dios mismo es de poco valor para nosotros si no sabemos
lo que dice. A fin de llevar a cabo nuestro mejoramiento, estas ideas
deben obrar eficazmente. El aparato de tres millones de dólares
de nuestro Creador, que tenemos en nuestra posesión, debe aprender
a convertir las ideas buenas en éxitos y hechos. No siempre
se logra esto, pues así lo pone de manifiesto el hecho de que
muchos de nosotros todavía estamos cometiendo los mismos errores
que hemos hecho miles de veces antes. |
Woodrow
Wilson, en otro tiempo presidente de los Estados Unidos, se refirió
a nuestro problema cuando dijo: "La habilidad principal del
pueblo norteamericano es la habilidad para resistir la instrucción".
Supongo que la mayoría de nosotros reconocemos que nuestra
propia falta de instrucción es parte de esa evidencia desafortunada.
Aun los libros más notables no comunican a algunos de nosotros
lo mismo que dicen a otros. Supongo que hay personas que podrían
leer la Biblia entera, de pasta a pasta, sin que se verificara en
ellos el menor cambio. Tomás Edison se refirió a un
aspecto de esta debilidad cuando dijo: "No hay límites
a lo que el hombre hará, para no tener que pensar." Esto
de pensar es una de las cosas más difíciles y desagradables
que algunos de nosotros intentamos hacer, y sin embargo Salomón
dijo: "Porque cual es su pensamiento en su alma tal es él
(el hombre)."
De manera que si somos cual nuestros pensamientos, y si no pensamos,
¿en qué posición nos hallamos? Indica, por lo
menos, sea que lo comprendamos o no, que tenemos frente a nosotros
un problema muy importante que es menester resolver. |
Hace
tiempo se oyó decir a cierto hombre que en los últimos
cinco años no había leído un solo libro. ¡Qué
tragedia tan grande habría sido aun en los siglos de ignorancia
de la Edad Media!
Sin embargo, cuánto más triste lo es en nuestra propia
época de maravillas y alumbramiento, a la cual solemos referirnos
como la "Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos.”
Otro hombre dijo que de todos los libros del mundo solamente dos lo
habían beneficiado. Uno de ellos había sido el libro
de recetas culinarias de su madre, y el otro el libro de cheques de
su padre. |
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Hay muchas cosas
de valor en los libros, y si logramos transportar las ideas de los
libros a nosotros, podemos curar esta indisposición asfixiante
indicada por el Señor cuando dijo que "tropezamos al mediodía
como de noche".
Alguien ha comparado el problema de incorporar las ideas buenas a
nuestro programa diario con lo que le aconteció a Goliat. Recordaremos
que David lanzó una roca que hizo blanco en la cabeza del gigante,
y habiendo pasado el tiempo, alguien comentó que nunca jamás
había penetrado en la cabeza de Goliat cosa semejante. Nuestra
necesidad actual más urgente consiste en hacer que un número
mayor de cosas penetren nuestra cabeza, nuestro corazón y nuestras
actividades diarias. Necesitamos leer más, pensar más,
estudiar más, entender más, creer más, y vivir
más para ayudarnos a lograrlo. Esta es la función de
la biblioterapéutica. |
Vive
un médico en la ciudad de Birmingham, Alabama, que receta a
sus pacientes prescripciones que no se confeccionan en una farmacia,
sino en una librería, porque él sabe --cosa que todos
nosotros también sabemos-- que la mayor parte de la gente que
guarda cama se halla en esa condición por motivo de algún
malestar mental o emocional. Los pecados, la culpabilidad, los complejos
y otros pensamientos incorrectos y actividades nocivas producen tóxicos
que envenenan el cuerpo. Como se ha dicho antes, las úlceras
del estómago no vienen por lo que uno consume, sino por lo
que lo está consumiendo a uno. Y así es como contraemos
muchos de los problemas nerviosos, males de corazón y otras
enfermedades orgánicas. |
Por
supuesto, una de las funciones más importantes de la bibilioterapéutica
se relaciona con el asunto de evitar que el espíritu se enferme.
En la puerta de la biblioteca de la antigua ciudad de Tebas, un rey
egipcio mandó inscribir estas palabras: “Medicina
para el alma". Lo que la mayor parte de nosotros necesitamos
más que cualquier otra cosa, es una buena dosis, de inspiración
ocasionalmente; y la medicina más eficaz para curar a nuestro
mundo y todos sus habitantes seria una receta confeccionada con la
palabra del Señor. Necesitamos más de la medicina de
las grandes Escrituras.
Recordemos la parte que la biblioterapéutica desempeñó
en el éxito de Abrahán Lincoln. Se tiraba en el suelo
frente a la chimenea de su casa y se ponía a leer la vida de
Washington y la Santa Biblia. |
Más
tarde podemos ver cómo estas influencias lo elevaron para que
llegara a ser uno de los hombres más nobles de la tierra.
Es interesante pensar en los millones de dólares que actualmente
estamos gastando cada año para trasmitir mensajes de diversas
clases por las redes y cadenas de las radiotransmisoras. ¿Qué
dicen estos mensajes, y cuán importantes son en lo que toca
el mejoramiento de nuestras propias vidas? |
Una
vez se le preguntó a Lowell Thomas, el renombrado comentarista
de radio, cuál era el mensaje más importante que él
había difundido; y se le preguntó también si
podía concebir cuál sería el mensaje de mayor
trascendencia que pudiera comunicarse por radio a la gente de todo
el mundo. El Sr. Thomas contestó que el mensaje más
importante que podía concebir sería que Dios nuevamente
había hablado a la gente de la tierra. |
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"El
mensaje más importante que podía concebir
sería que Dios nuevamente había hablado a
la
gente de la tierra.el mensaje más importante que
podía concebir
sería que Dios nuevamente había hablado a
la gente de la tierra." |
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La
obra entera de la Iglesia gira en tomo de este hecho importantísimo:
que en la primavera de 1820, como respuesta a una pregunta que el
joven José Smith tomó de la Biblia, Dios no sólo
habló a la gente de la tierra, sino que también vino
en persona, en la manifestación más extraordinaria que
jamás se ha escrito. No sólo vino en persona, sino que
hizo escribir el mensaje para nuestro beneficio, en tres importantes
tomos de Escrituras nuevas, en el cual se exponen con todo detalle
los principios sencillos de su plan para la salvación humana.
La mayor parte de nosotros en alguna época de nuestra vida,
hemos asistido a Convenciones o Conferencias de una clase u otra,
y con frecuencia, cuando se hace una presentación importante
alguien pide una copia escrita a fin de estudiarla más cuidadosamente
para estar seguro que no pasará advertida ninguna cosa esencial.
Desde este punto de vista, cuán importante es para nosotros
tener una copia palabra por palabra, de las ideas que Dios considerada
importancia para nosotros. Las podemos repasar cuantas veces deseemos
a fin de aprender de memoria pasajes escogidos y convertirlos en parte
de nuestras vidas. |
El hecho de que
"es imposible que el hombre se salve en la ignorancia”
reviste a este concepto de la biblioterapéutica con el más
importante significado. Emerson estaba hablando de nuestros problemas
cuando dijo: "En las playas del océano de la vida
y la verdad morimos miserablemente. Hay ocasiones en que estamos más
lejos cuanto más cerca nos encontramos."
¡Qué lástima que con tanta frecuencia esto sea
cierto! Pensemos en lo cerca que se encontraban aquellos que fueron
contemporáneos de Jesús. Vivió entre ellos; anduvo
por las mismas calles; ellos estaban enterados de sus milagros; tenían
en sus manos las Escrituras antiguas que predecían su vida.
Fácilmente pudieron haber aprovechado sus preceptos salvadores,
y, sin embargo, ¡cuán lejos se hallaban! |
En
su ignorancia lo condenaron a muerte y entonces pronunciaron sobre
si mismos su propio juicio, declarando: "Su sangre sea sobre
nosotros y sobre nuestros hijos." Así ha sido siempre;
y así puede ser con nosotros. También nosotros nos hallamos
tan cerca. |
Tenemos
todas las Escrituras que otros poseen. Tenemos el apoyo del tiempo
que ha puesto de relieve la vida de Cristo.
Se ha restablecido el evangelio con una plenitud jamás conocida
en el mundo; tenemos el testimonio personal de muchos testigos, así
antiguos como modernos, y, además, tenemos tres grandes tomos
de Escrituras nuevas. Mas aun con todo, si no entendemos el mensaje,
podremos ser semejantes a aquellos que vivieron en el Meridiano de
los Tiempos: tan cerca y a la vez tan lejos.
¿No nos parece extraño cómo podemos interesarnos
en algo novedoso cuyo valor se ha puesto en duda, y a la vez prestar
tan poca atención a un importante tomo de Escrituras sagradas
que ha llegado a nuestras manos por conducto de un ángel de
Dios? ¿Qué podría ser de más valor que
la idea del Sr. Thomas, al respecto de que el más importante
de todos los mensajes seria que Dios nuevamente había hablado
al hombre en la tierra? Sin embargo, ¿qué nos beneficiará
si no nos preocupamos por saber, lo que dijo? |
Se
relata que el presidente J. Golden Kimball, del Primer Consejo de
los Setenta, una vez preguntó a los que se hallaban presentes
en una Conferencia de Estaca, a cuántos le gustaría
leer la parte sellada de las planchas del Libro de Mormón,
a lo cual todos levantaron la mano. Entonces preguntó cuántos
habían leído la parte de los anales que no estaba sellada,
y en el acto bajaron muchas de las manos que estaban en alto. |
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En uno de los
mandamientos más vehementes de nuestra época el Señor
dijo: "Buscad palabras de sabiduría de los mejores libros";
y uno de los mejores de los “mejores libros" es el Libro
de Mormón, las Escrituras de las América. El Señor
mismo nos lo entregó. Refiriéndose a él, el profeta
José Smith afirmó: "Declaré a los hermanos
que el Libro de Mormón era el más correcto de todos
los libros sobre la tierra, y la clave de nuestra religión;
y que un hombre se acercaría más a Dios por seguir sus
preceptos que los de cualquier otro libro.” (Enseñanzas
del Profeta José Smith, páginas 233-234)
El Libro de Mormón puede servirnos de pasaporte para entrar
en el Reino Celestial. El propio libro declara que tiene como fin
convencer a los hombres "de que Jesús es el Cristo, el
Hijo del Dios viviente". (Véase Mormón 5:14)
Pensemos en el cambio benéfico que ocurriría en el mundo
si todos los habitantes supieran que sobre todos los dictadores y
sobre toda contingencia y circunstancia se halla un Dios al cual todo
ser humano por último debe dar cuenta de su vida. Se predijo
que el Libro de Mormón saldría a luz en una época
en que muchos impugnarían la Biblia o se negarían por
completo a aceptarla. |
Uno
de los rasgos trágicos de nuestros días es que hasta
muchos ministros de religión han abandonado la Biblia a fin
de enseñar sus propias filosofías. |
Hace
algún tiempo me encontraba en una de las grandes ciudades de
nuestro país y fui a oír a uno de los religiosos más
distinguidos del mundo. Terminada la reunión compré
uno de sus libros y lo leí mientras volvía a casa en
el tren. Tres semanas después me encontré de nuevo en
la misma ciudad, y otra vez fui a escuchar a aquel hombre. Al concluir
la reunión, un grupo numeroso de personas se acercó
a estrechar su mano y yo me uní a ellas. Después que
se hubieron despedido los demás, me presenté y le dije
cuánto me había gustado oírlo hablar y leer su
libro. Pero había dicho algunas cosas que yo no había
podido entender, y le agradecería mucho si se molestaba en
discutirlas conmigo. Me contestó que lo haría con todo
gusto.
Le dije: En su libro usted ha escrito estas palabras: "Lleguen
vuestras raíces hasta Dios." No lo puedo entender.
En otro lugar dice: 'Sumergíos en Dios." No lo
puedo entender. En otro lugar dice: "Llenad con Dios vuestros
pensamientos." Tampoco puedo entenderlo. Y le agradecería
si tuviera la bondad de explicarme que es lo que usted entiende por
Dios.
Su respuesta fue: "Debo contestarle con toda franqueza que
no sé qué es Dios y no conozco a persona alguna que
sepa qué es." Entonces dijo algo muy parecido a lo
que el Sr. Thomás había expresado, que si alguien pudiera
decirnos qué es Dios y qué es lo que piensa, aquello
constituiría el mensaje de mayor importancia para el mundo.
Entonces le pedí a este hombre que me interpretara los versículos
del Génesis, donde dice que Dios creó al hombre a su
propia imagen. Me contestó: "Hay una cosa de la que
estoy razonablemente seguro en mi manera de pensar, y es que Dios
no es un Dios antropomórfico." Es decir, no es el
Dios a cuya imagen el hombre fue creado.
Aquí tenemos a uno de los ministros más populares del
mundo que no sabe qué es Dios, aunque con tal admisión
le será imposible alcanzar la salvación, pues Jesús
mismo dijo: “Esta es la vida eterna: que te conozcan el
solo Dios verdadero, y a Jesucristo al cual has enviado."
(Juan 17:3) |
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Este
gran ministro no solamente no sabe quién es Dios, sino que
tampoco entiende la resurrección literal del cuerpo ni los
tres grados de gloria; no cree en la preexistencia, ni en la naturaleza
eterna de la asociación familiar, ni en la expiación,
ni en la salvación para los muertos. No sabe qué oficiales
debe haber en la Iglesia, ni cuál debe ser el nombre de ella.
No entiende ni la doctrina sencilla del bautismo, pues me dijo que
yo podía entrar en la Iglesia con una carta de recomendación
de mi obispo o una carta de referencia de mis amigos o podía
ser miembro con tal que yo mismo certificara ser persona de buen carácter.
Me explicó que podía bautizarme o no, según mis
deseos, y si decidía bautizarme, podía ser rociado con
agua o sumergido en ella; y mi hija o esposa o cualquier otra persona
que yo deseara, podía administrar la ordenanza. Esta es su
manera de pensar; y sin embargo, casi las últimas palabras
que pronunció Jesús antes de ascender a los cielos fueron:
"El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas
el que no creyere ser condenado." (Marcos 16:16) Según
esto, parece que para Jesús el bautismo era de mucha importancia,
y ¿quién ha de saber, mejor que Él, lo que será
para nuestro beneficio? ¡Cuán notablemente podía
cambiar la situación de este ministro por medio de un "tratamiento"
tomado de los libros que contienen las revelaciones directas del Señor
para nuestros días! Hemos logrado algunos descubrimientos de
mucha utilidad en esta época, pero el más importante
que se puede lograr es cuando el hombre descubre a Dios y sabe aprovechar
las ventajas que por este medio puede alcanzar. |
Jesús
le dijo a Pedro: "A ti daré las llaves del reino de
los cielos; y todo lo que ligares en la tierra será ligado
en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado
en los cielos." (Mateo 16:19)
Está a nuestra disposición este poder en la época
precisa en que algunos preguntan si se tuvo por objeto que la salvación
fuera únicamente para aquellos que vivieron hace dos mil años,
o si Dios ahora ha cambiado su programa o terminado su obra y clausurado
todos sus asuntos. ¡Cuánto se beneficiarían las
vidas de todos los que moran sobre la tierra si entendieran completamente
todo lo que está comprendido en el hecho de que en nuestros
propios días Dios nuevamente ha aparecido sobre la tierra para
restablecer entre los hombres el conocimiento del Dios del Génesis!
Nos ha comunicado la información segura de que el Dios del
Génesis y el Dios del Calvario es también el Dios de
la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos, y que los
beneficios completos están a nuestra disposición, si
tan solamente deseamos informarnos respecto de ellos.
Al principio del Libro de Mormón se halla un testimonio firmado
por once hombres, además del profeta José Smith. No
hay uno de nosotros que, si entendiera la situación, osaría
desacreditar ese testimonio. El más trascendental de todos
los mensajes es que Dios nuevamente ha hablado al hombre en la tierra;
y el mayor beneficio que puede venir a nosotros es investigar lo que
ha dicho y
conformar nuestras vidas con esa palabra. |
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Mensaje publicado en la Liahona de diciembre
de 1960 |
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Estilo SUD, 13 de
febrero de 2010 |
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