Cómo equilibrar las demandas del tiempo
por Robert F. Bohn

A veces nos preguntamos cómo es posible que logremos todo lo que queremos hacer en la vida cuando desde tantos ángulos se nos requiere nuestro tiempo. Las voces provienen de gente que amamos y respetamos; las actividades que a las que nos invitan son encomiables e importantes. Pero el problema es éste: ¿Cómo hacer todo lo que se nos pide?
Por un lado oímos que nos dicen:
“Nunca rechaces un llamamiento en la Iglesia.”
“Toda mujer debe participar de muchas actividades que la hagan sentirse feliz.”
“Destáquese en su trabajo.”
“Sea un buen vecino.”
“Participe en la vida política y cívica.”
Por otra parte oímos que nos dicen:
“Dedique más tiempo a su familia.”
“La maternidad es la responsabilidad más importante de la mujer.”
“Pase más tiempo en su casa.”
“Dedique más tiempo a su llamamiento en la Iglesia.”
“Evite el extremismo, y recuerde sus compromisos para con su familia e Iglesia.”
De ahí la pregunta respecto a cómo todo Santo de los Ultimos Días que se dedica a sus deberes puede encontrar tiempo para todo voces --familia, iglesia, trabajo y comunidad-- demandan tanto de su tiempo.
Un tiempo para cada cosa
“Todo tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.” (Eclesiastés 3:1)
Esta declaración tiene tanta vigencia hoy día como lo fue antiguamente. Es lamentable tratar de vivir en el pasado o en el futuro más bien que concentrarnos en el propósito del presente.
La cantidad de tiempo que una persona dedica a sus actividades varía significativamente según el momento de la vida en que se encuentre. Cada fase de nuestra vida tiene un propósito especial, y el sentimiento de logro se alcanza al vivir el propósito de cada época en el momento apropiado.
Establecer prioridades
Una de nuestras mayores necesidades individuales es la de aprender a vivir
mediante el Espíritu.
A fin de decidir qué es bueno para nosotros en un momento determinado y en una situación definida, es menester que establezcamos prioridades.
Pero... ¿qué sucede cuando dos principios correctos entran en colisión?
Por ejemplo, el de dedicar tiempo a nuestra familia frente al de cumplir con los llamamientos en la Iglesia?
La clave está en entender que cada situación tiene que ser considerada particularmente y que se debe orar respecto a ella, porque lo que puede ser correcto en una situación tal vez no lo sea en otra. Al intentar establecer prioridades, debemos decidir cuál alternativa es la más importante en cada caso.
Por ejemplo, un momento crucial en la vida de un niño en el que se requiere la atención de los padres puede merecer prioridad en relación con una responsabilidad en la Iglesia; pero en otro momento, el bienestar de un miembro del barrio puede merecerla con respecto a un partido de futbol con los hijos.
En consecuencia, la pregunta ¿qué viene primero --la familia o la Iglesia-- es una pregunta errónea si se busca una sola respuesta en todos los casos. La familia y la Iglesia son de primordial importancia.
Ambas son de Dios y cualquiera de ellas puede requerir prioridad según la situación. Ambas son parte integral del todo, o sea del evangelio de Jesucristo.
Una de nuestras mayores necesidades individuales es la de aprender a vivir mediante el Espíritu. Al volvernos sensibles a la influencia del Espíritu Santo, podemos establecer mejor las prioridades en cada ocasión o circunstancia, en una forma que será aceptable y agradable al Señor.
¿Cuándo acabará?
Dada la cantidad de voces que reclaman nuestro tiempo, a veces resulta fácil sentirse un poco deprimido y preguntarse cuándo acabará. Siempre tendremos demandas de tiempo, pero nuestra depresión disminuirá al aceptar el hecho de que enfrentar las demandas es parte natural de la vida, y al no intentar escapar de ellas, sino enfrentar la realidad y vivir felizmente cada día.
Lo mismo se aplica cuando estamos deprimidos o cuando nos detenemos en nuestro progreso por causa de un problema. El permanecer inactivos, esperando que las muchas demandas lleguen a su fin, hace que sintamos autoconmiseración, y distorsiona nuestra perspectiva de las cosas. Por el contrario, la actividad nos ayuda a mantener el equilibrio, conservando nuestra vida en forma productiva y en una perspectiva adecuada.

Hallar armonía

A fin de encontrar armonía en la vida, debemos aprender a controlar las distintas demandas de nuestro tiempo.
Consideremos el ejemplo de un director de coro.
Un buen coro tiene muchas voces distintas que cantan en el registro de contraltos, sopranos, bajos y tenores.
Aunque cada cantante pueda ser un experto vocalista, si cada uno fuera a cantar su canción predilecta con toda su potencia sin considerar a los demás, el resultado sería una mezcla de ruidos.
El canto resulta hermoso cuando el director ayuda a cada cantante a entrar en el tiempo adecuado con el volumen requerido y con la expresión necesaria.
Manteniendo el control de los intereses particulares de cada cantante, el director convierte la confusión en un himno equilibrado y melódico.
Lo mismo sucede con las distintas demandas expresadas en nuestra vida: familia, historia familiar, obra misional, orientación familiar, asignaciones de bienestar, obra en el templo, reuniones, responsabilidades cívicas, vecinos y trabajo.
En lugar de permitir que estas voces --todas ellas buenas-- determinen que himno cantar y con que potencia, el Señor espera que cada uno de nosotros sea director de su propia vida. Fue el Señor que le dijo a José Smith:
“Porque el poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios agentes” (DyC 58:28). Y el resultado, ya sea ruido disonante o la música armoniosa y equilibrada, depende de cómo dirijamos e introduzcamos a las distintas voces en el momento preciso, en el lugar que corresponde y con la intensidad apropiada. Nuestra es la responsabilidad de controlar el equilibrio, con inspiración del Señor.
La responsabilidad final es nuestra en el ejercicio de nuestro albedrío.
 
Armemos el rompecabezas
En respuesta al interrogante de cómo es posible que logremos todo lo que queremos hacer en la vida cuando desde tantos ángulos se nos requiere nuestro tiempo, debemos establecer prioridades buscando en oración la guía del Señor para que las muchas demandas sean coordinadas en nuestra vida según el tiempo y la etapa adecuados.
En esa forma podremos estar complacidos con lo que podamos hacer mientras lo intentamos con gozo, en lugar de siempre sentirnos frustrados en cuanto a lo que somos incapaces de realizar. Podemos buscar equilibrio en la vida estando “anhelosamente consagrados a una causa buena” (DyC 58:27), y en esa forma venceremos muchos momentos de depresión.
Sea nuestra vida un himno armonioso o un ruido desagradable depende de cómo dirijamos el ritmo y la intensidad de las voces que requieren nuestro tiempo.
El aplicar estos principios generales a nuestras circunstancias específicas nos ayudará a alcanzar lo que el profeta José Smith dijo que es “objeto y propósito de nuestra existencia”: la felicidad. (Véase Enseñanzas del profeta José Smith, pág. 312)
 
Artículo publicado en la Liahona de mayo de 1984
Dr. Robert F. Bohn (1942-2005) fue profesor de BYU y escribió varios libros y artículos publicados en distintos medios.

 

Estilo SUD, 26 de setiembre de 2009
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