¿Directores o Pensadores?

Por el élder Sterling W. Sill

El objetivo que persigue la Iglesia es lograr que la gente entre en el reino celestial. El problema que se presenta al tratar de llevar a cabo este propósito es la habilidad para dirigir. Por lo general, existe sólo un problema en el mundo, y poco importa que el resultado deseado tenga que ver con obrar en la Iglesia o establecer un negocio o gobernar un imperio. El problema es siempre el mismo: la habilidad para dirigir.
La resolución del problema consiste en el desarrollo de esta habilidad por medio de la instrucción. El hombre que ha recibido preparación es generalmente más eficaz que el que no la ha recibido Se aplica el mismo principio, ya sea que se trate de un cirujano, un licenciado, un agricultor, un atleta o un obrero en la Iglesia.
En este programa o sistema de desarrollo están comprendidos seis pasos:

1.- Selección
“Hay algo mucho más escaso y de mucho más
valor que la habilidad, y esto es la habilidad para reconocer la habilidad.”
El primer paso en el desarrollo de un director, de un “líder”, como algunos suelen llamarlo, consiste en colocar la hombre, el hombre indicado, en el lugar indicado. Cuando no se hace, es como querer rellenar un agujero redondo con un palo cuadrado. Esto sucede con demasiada frecuencia.
Hay muchos que se hallan descontentos con lo que están haciendo. Son muchos los nombramientos que se hacen por razón de conveniencia o urgencia sin considerar debidamente todos los factores que intervienen en el caso.
Hay muchas personas que tienen tantos puestos, que les es sumamente difícil lograr el éxito en cualquiera de ellos.
La selección defectuosa sólo resulta en una ineficacia pródiga, cambios frecuentes en el puesto y un sentimiento general de desánimo.
Todo aquel que tiene la responsabilidad de seleccionar el personal debe analizar cuidadosamente a todo candidato disponible.
Los comercios y empresas dedican mucho tiempo y dinero a un examen de la aptitud del candidato, entrevistas personales, etc., con objeto de mejorar su manera de seleccionar a los que van a emplear.

Ciertamente el individuo más apto para el puesto no es precisamente aquel en quien se piensa primero. Bien puede ser que el hombre no esté presente o en la actualidad no sea “activo”.
Necesitamos extender nuestra mira más allá de lo presente y formarnos una visión de la forma en que los candidatos se adaptarán al programa. “Hay algo mucho más escaso y de mucho más valor que la habilidad, y esto es la habilidad para reconocer la habilidad.”
Es posible aprender a reconocerla habilidad aun antes que haya empezado a florecer. Miguel Angel hacía hombres de piedra. Pero antes de llegar a ser el gran maestro, aprendió a ver el producto terminado con tan sólo ver la materia en bruto. Dijo así: “En todo pedazo de mármol veo una estatua; la veo tan claramente como si estuviese delante de mí, formada y completa en cuanto a actitud y movimiento. No tengo más que echar abajo las toscas paredes que encarcelan la hermosa visión para revelarla a otros ojos en la forma en que los míos ya la han visto.”
Así también en nuestra obra. Primero debemos aprender a ver la posibilidad, y entonces hacer las cosas necesarias para realizarla.
Es un error común pensar que únicamente aquellos que actualmente están en posiciones dirigentes tienen habilidad. Jesús escogió a hombres como Pedro y José Smith, y entonces desarrolló las capacidades que había en ellos. Todavía existe en la gente mucha habilidad que está dormida e inactiva. Hay incontables directores espléndidos que nadie conoce todavía; ni aun ellos mismos. Podemos lograr que un número mayor de personas entren en el reino celestial, si tenemos más cuidado en la selección del personal y ejercemos un poco más de precaución al hallar al “hombre indicado” en primer lugar, más bien que llamar a la persona que es más fácil conseguir.

Se debe informar cabalmente al obrero en cuanto a lo que el trabajo va a requerir. No debe pasarse por alto ni considerarse como cosa de poca importancia el asunto del “tiempo”, “preparación”, “trabajo” u “oportunidad” que su llamamiento le va a exigir.
2.- Reclutamiento
Hay un paso al cual puede llamarse “reclutamiento”, que tal vez sea una ayuda de mucho valor en el desarrollo de la habilidad para dirigir.
Con frecuencia se coloca a las personas en posiciones que no entienden y para las cuales no están preparadas, o en las cuales no está su corazón.
Si una persona emprende un llamamiento con una actitud incorrecta o no está convertida por completo a su trabajo, nuestro propósito es derrotado aun antes de empezar.
El que efectúa su obra con renuencia desempeña un trabajo inaceptable.
¡Qué resultados tan diferentes se producen, si el líder inteligente dedica un poco más de esfuerzo a esta obra de “reclutar”.
Durante este paso, se debe informar cabalmente al obrero en cuanto a lo que el trabajo va a requerir.
No debe pasarse por alto ni considerarse como cosa de poca importancia el asunto del “tiempo”, “preparación”, “trabajo” u “oportunidad” que su llamamiento le va a exigir.
Se puede engendrar la convicción y entusiasmo en el obrero, y establecer un fundamento sólido para su éxito.
Debe entender por completo la importancia de su responsabilidad particular.

Esta es la ocasión precisa para descubrir si hay objeciones, y tratar francamente los problemas por resolver, a fin de llegar a un acuerdo satisfactorio. Este es el momento en que se debe lograr la conformidad de pensamientos.
En este reclutamiento es donde se hace la “oferta” y también la “aceptación”. Por supuesto, la aceptación debe ser “en firme” y sin muchas reservas.
Si el candidato tiene algún rasgo de carácter o actitud que no convienen a esta obra, o si no quiere desempeñarla, o si no puede o no quiere darle el tiempo necesario, tal vez no es el hombre indicado.
Todas estas cosas deben saberse y arreglarse antes de hacerse el nombramiento. Es preciso que el futuro obrero entienda claramente los siguientes puntos y que se comprometa en firme respecto de cada uno de ellos:

1. Debe entender la oportunidad.
2. Debe entender que va a asumir la responsabilidad completa comprendida en este llamamiento.
3. Debe estar dispuesto a dedicar el tiempo que sea suficiente para planear y preparar, y debe estar presente en todas sus reuniones.
4. Debe entender que la eficacia de cualquier llamamiento de la Iglesia usualmente consiste en mucho trabajo personal e individual.
5. Debe vivir de acuerdo con el evangelio. Uno no puede enseñar eficazmente lo que no se siente y vive adecuadamente.
6. Debe tener el deseo de aceptar este llamamiento. El Señor dijo: “Si tenéis deseos de servir a Dios, sois llamados a la obra”. (DyC 4:3) Si no quiere hacerlo, no puede hacerlo. “El deseo es el piloto del alma.”
7. Ayuda mucha a un obrero el saber anticipadamente que se le exigirá un trabajo bueno, y que habrá mucha supervisión.
A todos les gusta formar parte de un equipo vencedor, uno que tiene normas elevadas y disciplina eficaz. A nadie le agrada asociarse con la indiferencia, la ineficacia, la confusión y el fracaso. Es mucho más fácil “reclutar” gente para un equipo vencedor.
3.- Iniciación 
  1. El candidato debe ser sostenido siguiendo los requerimientos del llamamiento, especificados en los manuales, y ser apartado para ocupar su oficio.
  2. Se le deben entregar los materiales básicos con los que va a trabajar, por ejemplo:
    Manual de instrucciones
    Material para enseñar
    Detalle de materiales disponibles en la Biblioteca
  3. Debe ser presentado a quienes lo ayudarán en su instrucción y lo supervisarán. Tanto el uno como el otro deben entender desde el principio la naturaleza de esta asociación.
  4. Debe ser presentado a su clase o a aquellos a quienes presidirá, y se debe establecer un medio adecuado para lograr el respeto mutuo.
4.- Instrucción 
Se ha dicho que la habilitación en un procedimiento continuo y debe seguir un curso circular, cuya fórmula es la siguiente: 1 Instruir - 2 Demostrar – 3 Observar – 4 Evaluar
Todo aquel que es iniciado debe ser instruido debidamente. Sin embargo, la instrucción no es suficiente. Debemos mostrarle cómo hacerlo. Aprendemos más rápidamente por medio de la vista que por medio del oído. La obra que cada uno hace en la Iglesia debe ser observada continuamente, a fin de ayudarle a mejorar. Es mucho más fácil para el observador darse cuenta de los errores que se comenten al efectuar la obra, y esto sirve de base para prestar ayuda.
Uno de los defectos más molestos de la evaluación viene como consecuencia de nuestro temor de prestar ayuda de un modo constructivo. Tenemos miedo de que el que está aprendiendo pensará que los estamos “criticando”, de modo que pasamos por alto lo acontecido.
Sin embargo, si tanto el que está aprendiendo como el que está enseñando entienden el sistema de habilitar o capacitar, antes de comenzar, no hay motivo para que se desarrolle una situación desagradable.
“Aprender por hacer”, es el fundamento del éxito de los negocios; es también la llave a la obra eficaz en la Iglesia y se precisa llevarla a cabo experta y francamente.
5.- Supervisión
El antiguo concepto de que la manera de instruir a alguien era colocarlo en un trabajo y dejarlo para que “se las arreglara” lo mejor que pudiera, es generalmente inaceptable en nuestra época. Las empresas comerciales, gobiernos y otras empresas han descubierto que la “supervisión constante” de todos, redunda en grandes beneficios. Esto asume una importancia mucho más grande al tratarse de salvar almas.
6.- Estímulo
La habilidad para impulsar a la
personalidad humana hacia su aspecto espiritual, es probablemente la habilidad
más útil del mundo. 
Se ha descubierto que es posible hacer que las llamas de la fe ardan más fervientemente en el corazón humano.
El ser humano es más o menos como un termómetro. Su entusiasmo puede estar a cincuenta grados bajo cero, o a noventa grados. El calor, fervor, siempre se ha usado apropiadamente como figura de dicción para indicar la cualidad de nuestro entusiasmo y actuación.
En el Apocalipsis hallamos que San Juan dice de los laodicenses: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente.” (Apocalipsis 3:15)
Puede desarrollarse o encenderse en la gente el fuego del entusiasmo. También puede comunicarse de una persona a otra. Alguien ha dicho: “Un corazón puede inspirar a otros con su fuego.”
Este principio encierra un gran poder. La habilidad para impulsar a la personalidad humana hacia su aspecto espiritual, es probablemente la habilidad más útil del mundo.
 
Los seis pasos que acabamos de mencionar no se aplican únicamente a las personas recién llamadas. Se puede emplear de la misma forma para descubrir lo que está estorbando el éxito de los que ya están ocupando un puesto. Entrevistemos individualmente a cada uno de los obreros que estén bajo nuestra dirección y consideremos estos pasos con cada uno de ellos personalmente.
1.- “Re”-seleccionar: ¿Es él o ella la persona mejor indicada para este llamamiento o asignación en particular? Si no, ciertamente debe efectuarse un cambio. Es inconcebible que se vaya a permitir que fracase la obra de la salvación meramente porque está ocupando el lugar un individuo que no conviene. Por otra parte, si es el más indicado, pero no está logrando el resultado deseado, debemos…
Muchas de las grandes empresas relatan que sus directores más eficaces pasan de cuarenta a sesenta por ciento de su tiempo trabajando directamente con aquellos que se hallan bajo su dirección, a fin de ayudarlos a conservar
su entusiasmo y ánimo.
2.- “Re”-reclutar: Consideremos este paso de volver a reclutar como lo haría un gerente de un negocio con algún empleado que estuviese causándole pérdidas a la compañía. ¿En qué sentido está fracasando el empleado? ¿Entiende con claridad lo que se requiere de él? ¿Tiene el deseo de hacerlo? ¿Ha formulado planes para mejorarse? ¿Está dispuesto a esforzarse un ciento por ciento en lo futuro? Debe haber conformidad de pensamientos, o como dice la escritura “un solo parecer”.
3.- “Re”- iniciar: ¿Tiene el material adecuado con qué trabajar? Si no, debe procurarlo inmediatamente, y debemos investigar por qué no lo consiguió antes. ¿En qué aspecto está fracasando nuestra organización?
4.- “Re”-instruir: La habilitación y la rehabilitación son la vida del éxito. Es el procedimiento o sistema mediante el cual se establecen y mejoran el entendimiento, las aptitudes, las actitudes y los hábitos. Con instrucción constante y eficaz se logra que el trabajo sea productivo y agradable. Cuando uno está logrando buenos resultados con su trabajo, siente un gran amor por lo que está haciendo. Cuando el trabajo no produce, nos agobia, o lo aborrecemos. La preparación cabal mejorará y aumentará toda nuestra realización. Hará crecer la satisfacción. Disminuirá la frustración, el desánimo, el constante cambio de líderes y maestros y la pérdida de tiempo. También disminuirá el número de los hijos de Dios que perderán su exaltación eterna.
5.- “Re”-vigilar: ¿Estamos en contacto constante con los que se hallan bajo nuestra dirección? ¿Conocemos sus puntos fuertes y débiles? ¿Estamos capacitados y dispuestos para prestar la ayuda necesaria a fin de efectuar un mejoramiento constante?
6.- “Re”-estimular: Una de las características de la naturaleza humana es que cuando se deja de vigilar a la gente, con frecuencia se le acaban los deseos de trabajar. Se les “acaba la cuerda”, se desaniman. A veces le sobreviene a la gente una especie de agotamiento, como el soldado que ha estado en el frente de batalla por mucho tiempo. La mayor parte de nosotros necesitamos o precisamos de algo o alguien que atice nuestra fe; que anime nuestro entusiasmo y nos “re”-inspire para llevar a cabo nuestro propósito. Se necesita reencender el fuego dentro de nuestra alma ocasionalmente, y todos necesitamos de alguien que continuamente esté interesado en lo que realizamos.
Muchas de las grandes empresas relatan que sus directores más eficaces pasan de cuarenta a sesenta por ciento de su tiempo trabajando directamente con aquellos que se hallan bajo su dirección, a fin de ayudarlos a conservar su entusiasmo y ánimo.
Deben estudiarse y ponerse en práctica constantemente los pasos anteriores. Mediante el uso eficaz de este sistema podremos ayudarnos a nosotros mismos a desarrollar una habilidad inspirada para dirigir y ésta puede resultar en una influencia mayor para hacer bien en el mundo.

Artículo publicado en la Liahona de junio de 1958

Estilo SUD, 2 de mayo de 2009
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