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El
poder de la palabra
por el Pte. Ezra T.Benson (1899-1994)
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Mis
queridos hermanos, ¡qué hermoso espectáculo es
ver a este grupo de líderes del sacerdocio y saber a cuántos
miles de santos servís y la gran dedicación y fidelidad
que tenéis! No existe otro grupo en el mundo de hoy día
que se reúna con el mismo propósito que tiene este grupo,
ni ninguna otra asociación, ya sea política, religiosa
o militar, que tenga el poder que tenéis vosotros aquí
esta noche.
Vivimos en un período de grandes dificultades; vivimos en la
época de la cual el Señor habló cuando dijo:
“La paz será quitada de la tierra, y el diablo tendrá
poder sobre su propio dominio.” (DyC 1:35) Vivimos en aquel
día que previó Juan el Revelador, cuando “el dragón
se enfureció contra la mujer; y se fue a hacer la guerra contra
el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos
de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. (Apocalipsis
12:17)
El dragón es Satanás; la mujer representa la Iglesia
de Jesucristo. Satanás está haciendo la guerra a los
miembros de la Iglesia que tienen un testimonio y que están
tratando de cumplir los mandamientos, y aun cuando muchos de nuestros
miembros permanecen fieles y firmes, algunos están vacilantes.
Algunos caen. Algunos están haciendo cumplir la profecía
de Juan de que en la guerra contra Satanás, algunos santos
serían vencidos. (Véase Apocalipsis 13:7) |
El
profeta Lehi también vio nuestros días en su gran sueño
visionario del árbol de la vida. Vio a mucha gente que vagaba
ciega entre los vapores de tinieblas, que simbolizan las tentaciones
del diablo. (Véase 1 Nefi 12:17)
Vio que algunos cayeron en los “senderos prohibidos”,
otros se ahogaron en aguas inmundas, y hubo aún otros que se
perdieron en “senderos extraños”. (Véase
1 Nefi 8:18, 28, 32)
Cuando leemos sobre la forma en que se expanden las drogas, o leemos
sobre la perniciosa inundación de pornografía e inmoralidad,
¿alguno de nosotros duda de que esos son los senderos prohibidos
y los ríos de inmundicia que describió Lehi?
No todos aquellos que vio perecer Lehi pertenecían al mundo;
algunos habían llegado a participar del fruto, o, en otras
palabras, algunos de los miembros de la Iglesia hoy día están
entre aquellas almas que Lehi vio que se perdían.
El apóstol Pablo también vio nuestros días. Los
describió como una época en que abundarían cosas
tales como blasfemia, falta de honradez, crueldad, falta de afecto
natural, orgullo y placer. (Véase 2 Timoteo 3:1-7) |
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También
advirtió que “los malos hombres y los engañadores
irán de mal en peor, engañando y siendo engañados”.
(2 Timoteo 3:13)
Tan siniestras predicciones de los profetas de la antigüedad
serían razón de temor y desaliento si esos mismos profetas
no hubieran ofrecido al mismo tiempo la solución. En su inspirado
consejo podemos encontrar la respuesta a la crisis espiritual de nuestra
era. |
En
su sueño, Lehi vio una barra de hierro que conducía
por los vapores de oscuridad, y que si la gente se aferraba a esa
barra, podía evitar los ríos de la inmundicia, permanecer
lejos de los senderos prohibidos, y dejar de caminar en los senderos
extraños que conducen a la destrucción. Más tarde
su hijo Nefi explicó claramente el simbolismo de la barra de
hierro. Cuando Lamán y Lemuel preguntaron: “¿Qué
significa la barra de hierro?”, Nefi contestó “que
era la palabra de Dios; y --noten esta promesa-- que quienes escucharan
la palabra de Dios y se aferraran a ella, no perecerían jamás;
ni los vencerían las tentaciones ni los ardientes dardos del
adversario para cegarlos y llevarlos hasta la destrucción”.
(1 Nefi 15:23-24)
La palabra de Dios no solamente nos guiará hacia el fruto que
es más deseable que todos los demás, sino que en la
palabra de Dios y por medio de ella podemos encontrar el poder para
frustrar la obra de Satanás y de sus emisarios. |
El
mensaje de Pablo es el mismo que el de Lehi. Después de describir
la terrible iniquidad de los tiempos futuros --¡futuros para
él, pero presentes para nosotros!-- dijo lo siguiente a Timoteo: |
“Pero
persiste tú en lo que has aprendido...
“desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las
cuales te pueden hacer sabio para la salvación.”
(2 Timoteo 3:14-15) |
Mis
queridos hermanos, ésta es una respuesta a los grandes desafíos
de nuestra época. La palabra de Dios, según se encuentra
en las Escrituras, en las palabras de los profetas vivientes y en
la revelación personal, tienen el poder de fortalecer a los
santos y armarlos con el Espíritu para que puedan resistir
la iniquidad, aferrarse a lo bueno y encontrar felicidad en la vida.
A vosotros, líderes del sacerdocio, os decimos: buscad el consejo
profético de Lehi y de Pablo y de otros como ellos. En ese
consejo encontraréis las soluciones a las dificultades que
enfrentáis para mantener seguros a vuestros rebaños
frente a los “lobos rapaces” que los rodean. (Véase
Mateo 7:15, Hechos 20:29) |
Sabemos
que estáis sumamente preocupados por los miembros de vuestros
barrios y estacas y que dedicáis gran parte de vuestro tiempo
y esfuerzo en su favor. Es mucho lo que pedimos de vosotros que habéis
sido elegidos para ser líderes; es grande la carga que ponemos
sobre vuestros hombros. Se os ha pedido hacer funcionar los programas
de la Iglesia, entrevistar y aconsejar a los miembros, preocuparos
de los asuntos financieros de las estacas y barrios, administrar los
proyectos de bienestar, construir edificios y participar de una serie
de otras actividades que requieren de vuestro tiempo.
Aun cuando ninguna de esas actividades se puede pasar por alto, no
son lo más importante que podéis hacer por las personas
a quienes servís. En años recientes os hemos aconsejado
una y otra vez que ciertas actividades traen mayores recompensas espirituales
que otras. En el año 1970 el presidente Harold B. Lee dijo
a los Representantes Regionales:
“Estamos convencidos de que nuestros miembros están hambrientos
del evangelio puro con sus verdades... Parece haber algunos que han
olvidado que las armas poderosas que el Señor nos ha dado para
combatir todo lo que es inicuo son sus propias declaraciones, las
doctrinas llanas y simples de la salvación como se encuentran
en las Escrituras.” (Seminario de Representantes Regionales
del 1 de octubre de 1970, pág.6) |
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En
un mensaje de la Primera Presidencia en 1976, el Presidente Spencer
W. Kimball dijo: |
“Estoy
convencido de que cada uno de nosotros, en algún período
de nuestra vida, tiene que descubrir las Escrituras por sí
mismo, y no solamente una vez sino que redescubrirlas muchas veces...
“El Señor no bromea cuando nos da estas cosas, porque
‘a quien se le haya dado mucho, mucho se demandará de
él’ (Lucas 12:48). Disfrutar de esas bendiciones pone
sobre nuestros hombros una gran responsabilidad. Debemos estudiar
las Escrituras de acuerdo con el mandamiento del Señor (véase
3 Nefi 23:1-5), y permitir que sus enseñanzas gobiernen nuestra
vida.” (Liahona setiembre de 1976, págs. 2-3) |
En abril
de 1982, el élder Bruce R. mcConkie habló a los Representantes
Regionales sobre la importancia primordial que tienen las Escrituras
en nuestra obra. Dijo: “Estamos tan absorbidos en los programas,
en las estadísticas, en las propiedades, en la riqueza y en
lograr metas que harán resplandecer la excelencia de nuestro
trabajo, que hemos ‘omitido el verdadero valor de la ley’...
Por habilidosos que sean los hombres en asuntos administrativos, por
elocuentes que sean en expresar sus puntos de vista, por ilustrados
que sean en las cosas del mundo, se les negará el suave susurro
del Espíritu que pudo haberles pertenecido, a menos que paguen
el precio de estudiar, meditar y orar acerca de las Escrituras”.
(Seminario Representantes Regionales del 2 de abril de 1982, págs.
1-2) |
Ese
mismo día, el élder Boyd K. Packer se dirigió
a los presidentes de estaca y a los Representantes Regionales. Les
dijo: “Los edificios y presupuestos, los informes, programas
y procedimientos son muy importantes, pero ellos por sí mismos
no llevan la nutrición espiritual esencial y no lograrán
lo que el Señor nos ha asignado a hacer... Las cosas correctas,
aquellas con el verdadero alimento espiritual, se centran en las Escrituras”.
(Seminario de Representantes Regionales del 2 de abril de 1982, págs.
1-2) |
A
la voz de estos sabios e inspirados hermanos, sumo la mía y
os digo que una de las cosas más importantes que podéis
hacer como líderes del sacerdocio es compenetraros en las Escrituras.
Escudriñadlas cuidadosamente. Alimentaos con la palabra de
Cristo. Aprended la doctrina. Dominad los principios que se encuentran
en ellas. Pocas son las cosas que producen mayor ganancia a vuestros
llamamientos. Hay muchos pocos medios más por los cuales podéis
obtener mayor inspiración mientras servís.
Pero esto por sí solo, aunque de gran valor, no es suficiente.
Debéis dirigir vuestros esfuerzos y actividades a estimular
un estudio más serio de las Escrituras entre los miembros de
la Iglesia. A menudo hacemos grandes esfuerzos tratando de aumentar
los niveles de actividad en nuestras estacas; trabajamos diligentemente
por aumentar la asistencia a las reuniones sacramentales; tratamos
de obtener un mejor porcentaje de nuestros jóvenes que van
a una misión; luchamos por mejorar la cantidad de casamientos
en el templo. Todos éstos son esfuerzos valiosos e importantes
para el crecimiento del reino, pero cuando los miembros en forma individual
y como familias se compenetran en la lectura de las Escrituras en
forma regular y constante, esos otros resultados llegarán en
forma automática. Los testimonios aumentarán, la dedicación
se fortalecerá, las familias progresarán, la revelación
personal abundará.
El profeta José Smith dijo que “el Libro de Mormón
era el más correcto de todos los libros sobre la tierra, y
la clave de nuestra religión; y que un hombre se acerca
más a Dios por seguir sus preceptos que los de cualquier otro
libro”. (Enseñanzas del profeta José Smith,
pág. 233-234) ¿No es esto lo que deseamos para los miembros
de nuestros barrios y estacas? ¿No estamos deseosos de que
se acerquen más a Dios?
Entonces alentémoslos de todas las formas posibles para que
se impregnen con este maravilloso testamento de Cristo para los últimos
días. |
Debéis ayudar a los santos a darse cuenta de que el estudiar
y escudriñar las Escrituras no es una carga impuesta por el
Señor, sino que es una bendición y una oportunidad maravillosas.
Fijaos en lo que el Señor mismo dice sobre el beneficio de
estudiar su palabra. Al gran líder y profeta, Josué,
dijo:
“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino
que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito;
porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá
bien.” (Josué 1:8)
El Señor no le estaba prometiendo riquezas materiales, ni fama,
sino que su vida prosperaría en rectitud y tendría éxito
en aquello que es más importante en la vida: la búsqueda
de la verdadera felicidad. (Véase 2 Nefi 2:25) |
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¿Tenéis
miembros en vuestras estacas cuyas vidas están destrozadas
por el pecado o la tragedia, y que están desesperados y sin
esperanzas? ¿Habéis deseado encontrar alguna forma de
llegar a ellos y curar sus heridas, suavizar los problemas de su alma?
Eso fue exactamente lo que el profeta Jacob ofreció al hacer
esta importante promesa: “Supongo que han venido hasta aquí
para oír la agradable palabra Dios; sí, la palabra
que sana el alma herida”. (Jacob 2:8) |
El mundo está lleno de ideas atractivas que pueden llevar aun
a los mejores miembros al error y a la decepción. Los estudiantes
universitarios están, a veces, tan llenos de las doctrinas
del mundo que empiezan a dudar de las doctrinas del evangelio. ¿Cómo
ayudáis vosotros, cómo líderes del sacerdocio,
a fortalecer a los miembros en contra de estas enseñanzas falsas?
El Salvador dio la respuesta en su gran sermón en el Monte
de los Olivos, cuando dijo: “Y el que atesore mi palabra
no será engañado”. (José Smith - Mateo
37) |
Las
Escrituras están llenas de promesas similares sobre el valor
de la palabra. ¿Tenéis miembros que anhelan tener dirección
en sus vidas? El Salmista nos dice: “Lámpara es a mis
pies tu palabra, y luz a mi camino” (Salmos 119:105), y Nefi
nos dice que deleintándonos en las palabras de Cristo “os
dirán todas las cosas que debéis hacer” (“
Nefi 32:3). |
¿Existen
miembros en vuestro redil que están hundidos en el pecado y
necesitan regresar? La promesa de Helamán es para ellos: “Sí,
vemos que todo aquel que quiera, puede asirse a la palabra de Dios,
que es viva y poderosa, que partirá por medio toda la astucia,
los lazos y las artimañas del diablo”. (Helamán
3:29)
El éxito cuando obran en rectitud, el poder para evitar la
decepción y resistir la tentación, la orientación
de nuestras vidas, la sanidad del alma son tan sólo unas pocas
de las promesas que el Señor les ha dado a aquellos que acuden
a su palabra.
¿Promete Dios y no cumple? Ciertamente que si nos dice que
estas cosas vendrán si nos asimos a su palabra, las bendiciones
pueden ser nuestras. Y si no lo hacemos, las bendiciones se perderán.
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Sin
embargo, por muy diligentes que seamos en otros aspectos, ciertas
bendiciones las encontraremos solamente en las Escrituras, solamente
acercándonos a la palabra del Señor y aferrándonos
a ella mientras avanzamos en medio de los vapores de obscuridad hacia
el árbol de la vida.
Y si nos desentendemos se lo que el Señor nos ha dado, podemos
perder ese poder y las bendiciones que buscamos. En una advertencia
solemne a los santos de los primeros años de la Iglesia, el
Señor dijo lo siguiente del Libro de Mormón: |
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“Y
en ocasiones pasadas vuestras mentes se han ofuscado a causa de la
incredulidad, y por haber tratado ligeramente las cosas que habéis
recibido,
“y esta incredulidad y vanidad han traído la condenación
sobre toda la iglesia.
“Y esta condenación pesa sobre los hijos de Sión,
sí, todos ellos;
“y permanecerán bajo esta condenación hasta que
se arrepientan y recuerden el nuevo convenio, a saber, el Libro de
Mormón.” (DyC 84:54-57) |
Hermanos
míos, ¡no tratemos en forma ligera las grandes cosas
que hemos recibido de la mano del Señor! Su palabra es uno
de los dones más valiosos que nos ha dado. Os exhorto a volver
a comprometeros a estudiar las Escrituras. Sumergíos en ellas
diariamente para poder tener así el poder del Espíritu
como ayuda en vuestros llamamientos. Leedlas con vuestras familias
y enseñad a vuestros hijos a amarlas y a atesorarlas. Luego,
con un espíritu de oración y en consejo con otros líderes,
buscad todas las formas posibles para alentar a los miembros de la
Iglesia a seguir vuestro ejemplo. Si lo hacéis así,
os daréis cuenta que, como Alma dijo, “la palabra tiene
gran propensión a impulsar a la gente a hacer lo justo; sí,
ha surtido un efecto más potente en la mente del pueblo que
la espada o cualquier otra cosa que les haya acontecido”. Y
como Alma dijo, yo también os digo que es “prudente que
pongáis a prueba la virtud de la palabra de Dios”. (Véase
Alma 31:5) |
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El presidente
Benson preparó este mensaje para presentarlo el viernes 4 de
abril de 1986, en la reunión de liderazgo del sacerdocio, pero
solamente dio una parte. a su solicitud, fue impreso en la Liahona
de julio de 1986 el texto completo. |
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Estilo SUD, 12 de
diciembre de 2009 |
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