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El
Milagro de la Personalidad
Por el élder Sterling W. Sill
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Ningún
examen del desarrollo de la habilidad para dirigir podría
considerarse completo si no se considerara la personalidad del director.
La cosa más potente e inspiradora del mundo es una personalidad
humana noble y grande.
La obra maestra de toda creación es un ser humano en su perfección.
Y la mejor manera de adquirir la habilidad para dirigir es por medio
de un desarrollo eficaz de la personalidad.
El diccionario nos dice que la personalidad es aquella “particularidad
que distingue a una persona de todas las demás…”
, el “conjunto de cualidades que constituyen a la persona
o supuesto inteligente”. La personalidad de uno es lo que
lo distingue como individuo.
En ella están comprendidos sus hábitos, cualidades
y rasgos de carácter y comportamiento, expresados por medio
de las actividades y actitudes físicas y mentales. Algunos
han calculado que hasta el ochenta y cinco por ciento de todo el
éxito depende de la personalidad. Lo que somos determinará
en gran manera nuestra habilidad para dirigir.
¿Cuál, pues, es la mejor manera de desarrollar estas
cualidades a fin de lograr nuestra eficacia máxima? Sócrates
dijo: “Conócete a ti mismo.” El estudio del propio
yo puede ser muy útil. También podemos mejorarnos
a nosotros mismos estudiando a otros. Si podemos identificar un
rasgo perjudicial en otra persona, podemos eliminarlo de nuestra
propia personalidad. Cuando descubrimos una cualidad útil
en otro, podemos reproducirla en nosotros mismos.
Probablemente la mayor influencia del mundo es el ejemplo. Aprendemos
a andar, hablar y comer mirando y oyendo a otros. La mayor parte
de nuestras maneras de conducirnos, nuestra moral y rasgos de personalidad
son adoptados. Aun Jesús mismo dijo: “No hago nada,
sino lo que veo hacer a mi Padre.” (véase Juan 5:19)
Difícilmente podemos comprender la influencia tan poderosa
que una personalidad ejerce sobre otra. Pensemos en el efecto que
la vida de Aristóteles ejerció en Alejandro Magno,
o la de Jesús en Simón Pedro.
Toda personalidad es un compuesto y cada uno de nosotros edificamos
con lo que vemos y miramos en otros. Esto pone de relieve una de
las ventajas de asociarse con buenos amigos y leer buena literatura,
particularmente las Escrituras. Existe en nosotros la tendencia
de lograr aquellas cualidades que más impresionan a nuestras
mentes; y nuestras impresiones más profundas son lo que procede
de otros. Tomas Carlyle dijo: “No puede uno observar a un
gran hombre sin adquirir algo de él.” Es más
fácil absorber un rasgo de personalidad cuando lo vemos claramente
en un ambiente favorable. |
Por
ejemplo, Luis Fischer escribió un libro sobre la vida del
patriota hindú, Mohandas K. Gandhi. Este hombre pequeño
de tez morena apenas pesaba 51 kilos. Para cubrir su desnudez no
usaba más que una sábana; vivía en una cabaña
hecha de lodo, sin las comodidades de luz eléctrica, agua
en la casa o teléfono. No tenía automóvil.
Jamás buscó ni ocupó puesto público
alguno; carecía de posición política, distinción
académica, realizaciones científicas o dones artísticos.
No tuvo ejércitos ni diplomáticos, ni propiedad. Sin
embargo, le rindieron homenaje los jefes de grandes gobiernos y
poderosos ejércitos. Los discípulos de Gandhi lo bautizaron
con el nombre de “Mahatma”, que significa Alma Grande.
El potente gobierno británico no tardó en descubrir
que no podía gobernar a la India contra Gandhi, pero tampoco
podía gobernarla sin él. Llegó a ser, por decirlo
así, el alma misma de la India. Por el solo poder de su gran
personalidad, llegó a ser jefe indiscutible de quinientos
millones de personas y se convirtió en la fuerza más
potente de India y probablemente del mundo. Luis Fischer llama este
fenómeno, por medio del cual un ser humano de ni siquiera
mediana condición puede elevarse a grandes alturas en lo
que respecta a sus realizaciones, el “Milagro de la Personalidad”.
Este “milagro” aumenta en importancia por el hecho de
que cada uno de nosotros puede obrarlo por sí mismo.
Gandhi empezó su vida con algunas desventajas serias. El
mismo se consideraba cobarde. Le tenía miedo a la oscuridad.
Tenía complejo de inferioridad perjudicial en extremo. No
podía dominar su genio.
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Gandhi
se llamaba
a sí mismo un hombre
"re-hecho" |
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A causa de estas y otras desventajas con que empezó su vida,
trabajó hasta el fin de sus días, la edad de 78 años,
a fin de regenerarse, y en una ocasión dijo que era un hombre
que se había “rehecho” a sí mismo.
El mejoramiento personal es necesario para toda efectuación.
Es imposible que un director sea más de lo que es como individuo.
Una de nuestras debilidades más comunes es que con demasiada
frecuencia queremos alterar nuestras circunstancias, pero no estamos
dispuestos a cambiarnos a nosotros mismos.
Gandhi creía en ser, no en tener o aparentar ser algo. Creía
que la diferencia entre lo efectuado y lo opinado constituye la
raíz de innumerables defectos de nuestra civilización.
Creía que esta discordia era la debilidad de las iglesias,
estados, partidos y personas.
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Gandhi
opinaba que creer una cosa y no practicarla era manifestar la falta
de honradez, y que esto daba a las instituciones y a los hombres personalidades
divididas, mientras que el hombre debe ser íntegro, una sola
pieza. |
Gandhi jamás malgastaba tiempo. Se sometió a un régimen
severo de autodisciplina toda su vida. Para Gandhi, creer era obrar.
No había ninguna pretensión. El querer salvar las apariencias
era para él un concepto inintelegible.
Cuando determinaba que algo era bueno, se forzaba a sí mismo
a seguirlo y a convertir pensamiento en hechos.
La madre de Gandhi le enseñó que el comer carne no era
bueno, ya que exigía la destrucción de otra vida. De
modo que el joven Gandhi prometió ser rígidamente vegetariano
toda su vida.
Muchos años después de la muerte de su madre, Gandhi
se hallaba gravemente enfermo, y no se esperaba que viviera. Sus médicos
intentaron convencerlo que tomara un poco de caldo de carne para salvar
su vida. Pero él dijo: “Aun por el amor de la vida
misma, no podemos hacer ciertas cosas. No me queda más que
una alternativa, morir pero nunca violar mi palabra.”
Imaginemos lo que significaría para el mundo, si todos los
jefes actuales de las naciones poseyeran una integridad semejante,
y de cuya palabra se pudiera depender en lo absoluto. La confianza
es el fundamento de toda relación meritoria. |
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Para alcanzar la eficacia
máxima, se debe tener dominio perfecto sobre uno mismo |
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En
lo que concernía a la formalidad, Gandhi fue superior. Todos
entendían que era absolutamente honrado, que se podía
confiar en él, que sus, motivos eran rectos. Cuando decía
algo, todos sabían que eso era precisamente lo que estaba pensando.
Millones de personas confiaban en Gandhi; millones lo obedecían
y multitudes lo seguían. Pero lo raro es que sólo unos
pocos intentaron hacer lo que le hacía.
La grandeza de Gandhi consistió en hacer lo que todos pueden
llevar a cabo, mas no lo hacen. |
Una
de las ambiciones mayores de la vida de Gandhi fue de ver a la India
independiente. Pero juzgaba que antes de poder librarla de los ingleses,
él mismo tenía que libertarse de las dificultades que
lo tenían sujeto. Para alcanzar su eficacia máxima,
el hombre debe tener dominio perfecto sobre sí mismo. Gandhi
resolvió convertirse en un instrumento eficaz de gestiones
por el bien de la India. Todo el mundo conoce el éxito que
logró.
En la opinión del Sr. Fischer, el mundo no ha conocido desde
los días de Sócrates, otro que iguale a Gandhi en lo
que respecta al dominio sobre sí y serenidad absolutos. Algunos
han dicho que es la persona del mundo cuyas cualidades se aproximaron
a las de Cristo, y sin embargo, no era cristiano.
Gandhi se imponía largos ayunos para disciplinarse. Razonaba
que si no podía refrenar su hambre de alimentos ¿cómo
podía manejar las situaciones más difíciles de
la vida? Solía decir: “¿Cómo puedo dominar
a otros, si no puedo dominarme a mí mismo?”
Gandhi comprendió en su juventud que la integridad y la actitud
varonil son dos de los instrumentos de fuerza más importantes.
Este entendimiento le dio una ventaja importante. Decía: “No
puedo concebir una pérdida más grande para el hombre,
que perder su dignidad.” |
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Primer Ministro Nehru y
Mahatma Gandhi |
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Aun
mientras se disputaba con Inglaterra la independencia de la India,
Gandhi fue fiel en todo sentido a Inglaterra y se granjeó
el respeto y confianza constantes de los oficiales británicos.
Su lema era: “Armonía en la adversidad; amor a pesar
de las diferencias.”
Hubo una época, durante la segunda guerra mundial, en que
el destino de Inglaterra parecía estar pendiente de un hilo,
y no podía disponer de un solo soldado para la defensa de
la India. Muchos jefes hindúes prominentes favorecían
librarse del dominio británico mientras Inglaterra se hallaba
indefensa.
Sin embargo, Ghandi dijo: “No; no hemos de robar ni siquiera
nuestra independencia.”
Indudablemente hubiera dado su vida en cualquier momento a cambio
de la libertad de su país, pero no quería la independencia
si no podía ganarse honorablemente. Gandhi creía que
las ideas y la razón, la imparcialidad y el entendimiento
son superiores a la fuerza, como instrumentos para gestionar.
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Creía
esto, aun cuando tenía el poder absoluto para hacer lo que
bien le pareciera. ¡Cuán inspirador es el espíritu
de un hombre verdaderamente grande! Como contraste, pensemos en
las personas que viven actualmente, hombres que no vacilarían
un instante en usar los medios que fuesen para esclavizar a todos
los habitantes del mundo, si opinaran que había manera de
lograrlo.
La tremenda fuerza personal de Ghandi con frecuencia permanecía
inusitada. Solía decir: “No podemos aprender la
disciplina por medio de la compulsión.” Nunca
quiso tomar represalias. Su razón le decía que la
política de “ojo por ojo”, si se llevaba a cabo,
por fin dejaría ciegos a todos. Nunca procuró ser
“listo”. Una vez declaró: “No he tenido
que recurrir a la astucia en toda mi vida.” Sus pensamientos
y emociones estaban tan completamente a la vista del público
como su cuerpo casi desnudo.
Entonces llegó el día fatal, el 30 de julio de 1948.
A las 5.05 pm Gandhi se dirigía al sitio de oraciones dela
aldea. En la primera fila de los adoradores que se habían
congregado, se hallaba un tal Nathuran Godse, con una pistola en
el bolsillo. Al estar los dos hombres cerca el uno del otro, casi
tocándose, Godse disparó tres balas contra el cuerpo
de Mahatma. Ante el jurado, Godse testificó que no le tenía
mala voluntad a Ghandi. Dijo: “Por cierto, antes de hacer
los disparos, le di el parabién y me incliné ante
él con reverencia.” Correspondiendo al homenaje de
Godse, Gandhi juntó las palmas de sus manos, sonrió
y lo bendijo. En ese momento, Godse tiró del gatillo, y la
existencia mortal de Gandhi llegó a su fin. De modo que,
aún en el momento de su muerte, este hombre pequeño
de tez morena se hallaba en el acto de estar bendiciendo a la gente
y haciendo bien.
A los pocos minutos de la muerte de Ghandi, el Primer Ministro Nehru
habló por la radio y dijo: “La luz de nuestra vida
se ha apagado, y por todas partes hay tinieblas, porque nuestro
amado caudillo, el padre de nuestra patria, ya no existe.”
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Podemos
seleccionar, adaptar y refinar de las
fuentes de mayor inspiración. |
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¡Qué
poder tan admirable para dirigir puede crecer dentro de nosotros
mismos, si tan solamente desarrollamos hasta su grado máximo
estas grandes cualidades dadas de Dios!
Podemos seleccionar, adaptar y refinar de las fuentes de mayor
inspiración.
En la naturaleza se hallan más de cien elementos conocidos,
incluso el nitrógeno, hidrógeno, hierro, carbono
y oxígeno. Estos elementos son los materiales de construcción
de la naturaleza. Con éstos, mediante las combinaciones
y proporciones correctas, la naturaleza puede formar todas las
cosas materiales del mundo; por ejemplo, es una combinación
de dos partes de hidrógeno y una de oxígeno. Todas
las cosas materiales llevan dentro de sí su propia fórmula.
También se ha dicho que en la personalidad humana existen
cincuenta y un elementos, entre ellos, la bondad, fe, espiritualidad,
industria, devoción, valor, emoción e integridad.
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Juntemos
éstos en la proporción y combinación correctas,
y resultará lo que alguien ha designado como “un ser
humano espléndido”. ¿Qué hizo a Napoleón
Bonaparte lo que fue? Napoleón tenía algunas cualidades
nobles, pero estaban mezcladas con la injusticia y el menosprecio
de Dios, crueldad, ambición e ignorancia.
El resultado fue que sus propios compatriotas lo desterraron a la
edad de 46 años.
Ahora bien, ¿cuáles son las cualidades que necesitamos
para efectuar nuestra parte correspondiente en la obra del Señor?
Él mismo ha dicho: “Y fe, esperanza, caridad amor,
con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios, lo califican
para la obra. “ Y entonces añadió: “ Tened
presente la fe, la virtud, el conocimiento, la templanza, la paciencia,
la bondad fraternal, piedad, caridad, humildad, diligencia.”
(DyC 4:5-6)
¡Cómo no hemos de llenarnos de emoción al pensar
que podemos incorporar estas cualidades en nuestra propia personalidad
de acuerdo con la combinación que nos plazca! Dios ha colocado
estos talentos y habilidades potenciales en el alma humana sólo
para un propósito: que los desarrollemos hasta su punto máximo.
Es el procedimiento por medio del cual el hombre algún día
puede llegar a ser como Dios.
Lorel Bulwer-Lytton afirmó: “Lo que los hombres
necesitan no es solamente talento, sino propósito; no sólo
la facultad para efectuar, sino la voluntad para trabajar.”
Esa es la llave del desarrollo de nuestra propia personalidad, y
cada uno de nosotros tiene que asumir la responsabilidad completa
en este respecto. Sabemos qué es lo que el Señor desea
que hagamos. Sólo falta que pongamos a obrar esas cualidades
de la personalidad a fin de efectuar el hecho.
Un gran filósofo declaró en cierta ocasión:
“No pases por alto ni un solo esfuerzo por hacerte notable
en algún talento.”
Esto es lo que constituye el comienzo del milagro más grande
que el mundo conoce: “El milagro de la personalidad”.
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Artículo publicado
en la Liahona de noviembre de 1958 |
Estilo SUD, 24 enero
2009 |
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