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Pasado,
presente, futuro
Por Reed H. Bradford |
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“Tiempo
es la duración de las cosas sujetas a mudanza; parte de esta
duración.” Esta es una de las muchas definiciones de
lo que el tiempo significa. Tres de sus intervalos son: lo pasado,
lo presente y lo futuro. Nuestra actitud hacia cada uno de ellos requiere
un cuidadoso análisis si queremos llegar a ser los hijos de
nuestro Padre Celestial --el objetivo divino de todo ser humano. Hablemos
un poco de cada uno de ellos en particular. |
Lo
pasado |
Hay varias maneras de considerar lo pasado; dos son negativas y deprimentes
y dos positivas y optimistas.
Al pensar en lo pasado, algunas personas sólo recuerdan sus
errores, se sienten apesadumbradas y descorazonadas. No pueden disfrutar
de lo presente ni de lo futuro. Esta actitud les impide aprovechar
las experiencias de lo pasado, las cuales podrían transformar
su pesar en alegría. |
Hay
otras personas que al enfrentarse a los problemas presentes, evitan
buscarles solución y tratan de volver a algún período
del pasado en el cual vivieron felices y sin problemas. Pero al comparar
la felicidad pasada con las dificultades presentes, se vuelven infelices.
En realidad, el mero recuerdo del pasado se hace doloroso. |
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Un ejemplo
de esta situación es la de un hombre que insistió en
guardar toda la ropa de su esposa muerta, diciendo que así
se mantendría más cerca de ella. Constantemente revivía
los sucesos de su vida en común y se abstuvo de muchas actividades
que lo hubieran ayudado. Hay casos extremos en que tal comportamiento
hace que el individuo pierda contacto con la realidad. Lo presente
y lo futuro tienen muy poca importancia para quienes viven lo pasado. |
Podemos
dar una perspectiva correcta a lo pasado. Toda persona normal ha experimentado
casos profundamente satisfactorios que han sucedido desde su niñez
hasta el tiempo presente.
A veces es conveniente recordar dichos acontecimientos para ganar
confianza en lo presente y lo futuro. |
Podemos aprender mucho de nuestro comportamiento pasado, incluso de
las equivocaciones cometidas. La expiación de Cristo y el principio
del arrepentimiento que El enseñó tienen como propósito
ayudarnos a renovar nuestras esperanzas y a encontrar el propósito
de la vida. Constantemente deberíamos experimentar el gozo
proveniente de la realización de nuestras metas. Esto sólo
es posible al aumentar el caudal de conocimientos y habilidades. Una
vez que hayamos reconocido nuestros pecados y nos hayamos arrepentido
sinceramente de ellos, debemos dedicar nuestro tiempo y energías
a nuevas maneras de conducirnos y nuevas oportunidades. |
Lo
futuro |
La
incertidumbre es una de las características de lo futuro que
lo distinguen de lo presente y lo pasado. Sabemos lo que sucedió
y lo que está pasando, pero por lo general no sabemos lo que
va a ocurrir. En cierto modo, así es como debe de ser.
“He aquí, estaba a punto de escribirlas (es decir,
las cosas que aún no se revelaban), cuantas estaban grabadas
sobre las planchas de Nefi, pero el Señor lo prohibió,
diciendo: Pondré a prueba la fe de mi pueblo.” (3
Nefi 26:11)
Esta incertidumbre acerca de lo futuro es la causa de que algunos
sientan temor; y esto les impide aprovechar las oportunidades que
se les presentan. No debe ser así. |
“Así
que, no temáis, rebañito; haced lo bueno; aunque se
combinen en contra de vosotros la tierra y el infierno, pues si estáis
edificados sobre mi roca, no pueden prevalecer.
He aquí, no os condeno; id y no pequéis más;
cumplid con solemnidad la obra que os he mandado.
Elevad hacia mí todo pensamiento; no dudéis; no temáis.
Mirad las heridas que traspasaron mi costado, y también las
marcas de los clavos en mis manos y pies; sed fieles; guardad mis
mandamientos y heredaréis el reino de los cielos.”
(DyC 6:34-37) |
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Es de suma importancia
hacer planes para lo futuro. Debemos destinar todo el tiempo que sea
necesario para fijar las metas correctas, lograr el conocimiento necesario
para alcanzarlas y adquirir la habilidad que requiere llevarlas a
cabo. Pero muchos se detienen a principios del proceso. Se imaginan
en circunstancias favorables, ocupando puestos de importancia; pero
permanecen pasivos y no hacen ningún esfuerzo para alcanzar
tal cargo. Viven en un mundo de ensueños, similar al de aquellos
que sólo encuentran paz recordando lo pasado. Esta actitud
mental es insustancial, ya que no implica ningún esfuerzo para
convertir en realidad los ideales. |
Finalmente diremos
que no hay por qué impacientarse en cuanto a lo futuro. “...Todas
las cosas tienen que acontecer en su hora.” (DyC 64:32)
Un hombre decía que hasta que se recibiera, no podía
considerar que estaba viviendo realmente. Como resultado de esta idea,
su vida se vio asolada por un sentimiento de pena y depresión. |
Lo presente se convirtió en un medio para lograr su fin. Podemos
disfrutar de lo presente, y de este modo, haremos que lo futuro sea
más rico en experiencia, y nos enfrentaremos a él con
más confianza, paz y alegría. |
Lo
presente |
En este período
de nuestra vida reflexionamos y nos observamos más detenidamente.
Esto es muy valioso si de ello logramos un mejor entendimiento del
propósito divino de la vida. Como dijimos antes, podemos aprender
de lo pasado, reconociendo su valor.
Contemplemos lo futuro con más confianza, con nuevas resoluciones
y conocimientos.
Pero hay algo que debemos recordar siempre: la hora y el día
actual son los más importantes de nuestra vida.
¿Cómo podemos disfrutarlos?
“Y vio Dios que era bueno...” (véase Génesis
1). Se sintió bien en cuanto a Su obra porque la realizó
con devoción, y aplicó a ella todo su conocimiento,
inteligencia y habilidad. Podemos ejercitar esta misma dedicación,
aplicando todas nuestras capacidades a vivir lo presente, lo cual
nos producirá una honda satisfacción.
“¿Qué es lo bueno?” El profundo interés
en los asuntos humanos... esto es lo que nos induce a interpretar
la vida en colores, música, movimiento, poesía, prosa
o cualquier otra cosa dinámica y expresiva... ¡Vive tu
vida! El tiempo es corto y no vuelve...” (Un tranvía
llamado éxito, por Tennessee Williams. The New York Times,
30 nov. 1947) |
Lo pasado, lo
presente y lo futuro; cada uno de ellos debe ocupar un lugar en
nuestros pensamientos. El pensar detenidamente en uno de ellos en
particular no debe impedirnos gozar de los otros. Y todos, en conjunto,
deben contribuir a que vivamos una vida abundante y feliz, como
nuestro Padre Celestial lo desea. Entonces cada hora, día,
mes y año serán parte grata de nuestra existencia.
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Publicado en la Liahona
Reed H. Bradford ha sido un reconocido profesor de sociología
en BYU, Falleció en 1994 a los 82 años |
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Estilo SUD, 06 de
marzo de 2010 |
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