|
Preparación
Por el élder Sterling W. Sill
|
|
Una
de las palabras más hermosas, notables, útiles y eficaces
en nuestro idioma es preparación. El hábito de estar
apercibido ha logrado más éxito, ha sido la causa
de más felicidad, ha realizado el mayor bien y salvado más
almas que cualquier otra cosa particular. Los obreros más
productivos, los amigos más afables, los ciudadanos más
útiles y los mejores líderes de la Iglesia son aquellos
que siempre están completamente preparados.
Casi toda la vida se compone de preparación. El grado de
preparación determina el éxito. Nos preparamos para
la escuela; nos preparamos para el matrimonio; para nuestra carrera;
para la vida misma; para la muerte. Alguien ha dicho: “El
futuro es de aquel que se prepara para lograrlo.”
Esto no se aplica únicamente a lo futuro sino también
a lo presente. También se aplica a nuestra exaltación
eterna en el Reino Celestial.
La palabra que probablemente representa la tragedia más grande
de nuestra vida es el vocablo desprevenido. Es una palabra trágica
porque indica que el fracaso pudo haberse evitado. Tratemos de imaginar
la vergüenza y chasco innecesarios de las cinco vírgenes
insensatas que se hallaron sin aceite para sus lámparas.
Su insensatez fue su descuido.
Todos los días vemos la tragedia de jóvenes cuyas
mentes no están preparadas, cuyos espíritus carecen
de instrucción. Los beneficios están disponibles,
pero ellos no reciben el don.
Recientemente asistí a una importante reunión de la
Iglesia, a la cual habían sido invitados cien directores.
En primer lugar, los que estaban encargados de la reunión
llegaron tarde. La sala en donde se iba a verificar la reunión
se hallaba en completo desorden, lo que indicaba que no se había
manifestado ningún interés de antemano. No se habían
arreglado las sillas, la sala no estaba ventilada, no había
flores, ni himnarios o alguna otra evidencia de que los encargados
hubiesen pensado siquiera en esta importante ocasión. La
propia reunión no estaba organizada y, consiguientemente,
no logró su propósito. Y los que estaban dirigiendo
la reunión se hallaban en tan grande estado de confusión
como la sala.
La falta de preparación es significante por varias razones.
Es usualmente la causa del fracaso; pero es más importante
aún por lo que manifiesta en cuanto a la gente. Demuestra
apatía, negligencia en forma palpable y presenta un cuadro
mental de falta de voluntad por parte de aquellos a quienes incumbe
asumir su propia responsabilidad. Salomón dijo que donde
no hay visión, la gente perece. Es muy cierto.
Si no podemos ver las cosas pequeñas que están ante
nuestros ojos, ¿cómo podemos esperar ver las grandes
cosas que se hallan en el futuro distante?
|
Cuando
Jesús apareció sobre el continente americano, después
de su resurrección, la gente no estaba preparada para recibirlo.
Por muchos años los profetas les habían dicho y hablado
de su venida para redimir al mundo. Sería uno de los acontecimientos
más grandes que ocurrirían, y no acontecería
sino una vez en la historia del mundo. Sin embargo, cuando Jesús
vino, la gente no estaba lista. Estaban incapacitados aún
para aprender. Jesús les dijo:
“Veo que sois débiles, que no podéis comprender
todas mis palabras que el Padre me ha mandado que os hable en esta
ocasión.
“Por tanto, id a vuestras casas, y meditad las cosas que os
he dicho, y pedid al Padre en mi nombre que podáis entender;
y preparad vuestras mentes para mañana, y vendré a
vosotros otra vez.” (3 Nefi 17:2-3)
No era suficiente que Jesús hubiese dado su vida por ellos.
Ahora tenía que esperar hasta que preparasen sus mentes para
entender su mensaje. En los días de Noé, la gente
estaba desprevenida; tampoco estaban preparados en Jerusalén;
lo mismo sucedió en el continente occidental. Y nosotros
todavía estamos desprevenidos cuando vuelva otra vez en gloria
en las nubes del cielo.
La preparación es la parte más importante de nuestras
vidas. Es la enseñanza principal del Señor. Jesús
mismo vivió en la tierra únicamente treinta y tres
años, treinta de los cuales pasó preparándose. |
|
"Id
a vuestras casas, y meditad las cosas que os he dicho..." |
|
Si
buscamos la proporción, hallamos que es más del noventa
por ciento. Abundan en las Escrituras amonestaciones tales como: “Preparad
el camino del Señor”, “Preparaos para lo que está
por venir”, “Preparad a mi pueblo para ese gran día”,
“Preparad vuestros corazones”. La necesidad apremiante
de nuestras vidas es una preparación adecuada.
El diccionario dice que preparación significa “Acción
y efecto de prepararse”, es decir, “disponer y ordenar
una cosa para que surta el efecto deseado… disponerse para ejecutar
una cosa”.
Esto se aplica a nuestros pensamientos, nuestras mentes y nuestras
vidas. Necesitamos llevarlo a la práctica todos los días
y en las cosas diarias.
Se nos concede toda una vida para que dispongamos nuestras vidas de
acuerdo con una fórmula divina, y sin embargo, aun cuando tiene
toda una vida para prepararse, la mayor parte de la gente no está
dispuesta cuando llega el momento. La gran mayoría de todos
los que han vivido o que vivirán sobre la tierra se presentarán
ante Dios en el día del juicio, desprevenidos para entrar en
el reino celestial.
¡Qué mejoría tan maravillosa podemos efectuar
en nuestras vidas si adquirimos no solamente la “habilidad”
sino también el “hábito” de estar preparados,
de siempre tener las cosas bien organizadas y arregladas de antemano.
Napoleón decía que la Providencia estaba del lado del
ejército que tenía los batallones más fuertes.
Reconocía la tremenda ventaja militar de que disponían
aquellos que estaban adiestrados y organizados y enteramente preparados
de antemano. Ciertamente el Señor está del lado de aquellos
que se hallan preparados, aquellos que se han adiestrados para ser
valientes, industrioso y fieles. Son los que llevan determinada la
mente y resuelto el corazón. El Señor está con
aquellos que se han preparado a sí mismos física, mental,
emocional y espiritualmente. Los premios más valiosos de la
vida son para aquellos que están preparados. |
En
una ocasión le preguntaron a Walter Hagen, uno de los más
destacados de todos los campeones de golf, cuál era el secreto
del éxito. Contestó que casi desde el principio de su
carrera descubrió que no podía superar a sus competidores
en el juego, a menos que los superara en los ensayos. Venció
en muchos campeonatos porque ensayaba hora tras hora. Solía
practicar cada golpe hasta que lo perfeccionaba. Así, cuando
tenía que disputar el campeonato, estaba preparado.
Vamos a suponer que seguimos ese curso en nuestra obra en la Iglesia
y en nuestras vidas generalmente. ¿Hay mejor manera de desarrollar
la habilidad para dirigir que por medio de la preparación,
el estudio constante y la práctica intensa? Si le fue benéfico
a Walter Hagen, tratándose de la preparación para la
competencia en el golf, ciertamente nos será benéfico
a nosotros al tratarse de la preparación para el reino celestial.
Otro campeón destacado dijo una vez que la razón principal
de su éxito podía atribuirse al hábito “de
estar siempre preparado”, más bien que al resto de sus
habilidades, y justamente ése es el objeto que se persigue.
Ciertamente la preparación es nuestra oportunidad más
admirable. Sin embargo, cuán pocas veces verdaderamente la
aprovechamos. ¡Cuán raro es hallar a un hombre o mujer
joven que esté dispuesto a prepararse verdaderamente para la
misión de su vida! ¡Un poco de educación es todo
lo que buscan la mayor parte de los jóvenes, un conocimiento
superficial de los libros! Por regla general así sucede con
aquellos que obran con las almas humanas en “los negocios de
nuestro Padre”. La mayor parte, estamos sin preparación.
|
|
Una
de las más extrañas de todas las paradojas es que casi
todos desean mejorar sus circunstancias, pero casi nadie quiere mejorarse
a sí mismo. Y sin embargo, nuestra preparación personal
es la llave de todo éxito, de la felicidad y la forma en que
multiplicamos nuestras habilidades; es la manera de agradar a Dios.
Solamente por medio de la preparación eficaz podemos hacer
o utilizar cabalmente todos nuestros talentos dados por Dios. Si acaso
carecemos de una cosa, no es la habilidad, sino la pulidez en cuanto
a nuestra preparación. |
|
¿Cuánto
aceite tenemos en nuestras lámparas? |
|
Cuando
no nos preparamos para lograr el éxito, automáticamente
estamos preparándonos para fracasar. Cuando cesamos de progresar,
empezamos a resbalarnos en dirección contraria.
Una vez se le preguntó a un destacado almirante si estaba
preparado para la derrota. Contestó: “Por supuesto
que no. Estoy preparado para el triunfo.”
Cuando no nos preparamos para la victoria, automáticamente
nos estamos preparando para la derrota. La victoria resulta de la
previsión; la derrota de la imprevisión.
El Señor te necesita para un servicio importante en la Iglesia.
Pero “muchos son los llamados, pero pocos los escogidos. ¿Y
por qué no son escogidos? (D yC 121:34) Porque sus pensamientos
han estado en otras cosas y no se hallan preparados.
Si no están preparados, ¿cuál es la razón?
Y ¿qué vamos a hacer para remediarlo? No queda mucho
tiempo. Abraham Lincoln dijo: “Me prepararé hoy y me
aventuraré cuando llegue la oportunidad”. Lincoln empezó
a formar su carácter desde su niñez, aún así,
difícilmente se hallaba listo cuando se presentó la
necesidad.
Vamos a suponer que el Señor viniera hoy. ¿Cuánto
aceite tenemos en nuestras lámparas?¿Estaremos en
mejor posición en un año?¿en diez años?
Cada uno de nosotros se está preparando para algo. ¿Será
para el fracaso o el éxito? ¿y hasta qué grado?
Se dieron todos los principios del evangelio a fin de prepararnos
para el reino celestial. No se dio ningún principio del evangelio
para alistarnos para los reinos más bajos. Recibimos los
reinos menores por causa de la imprevisión. Los que heredan
los reinos menores son aquellos que no están preparados para
el más alto. Todo éxito viene por motivo de la previsión;
el fracaso, por la imprevisión.
|
Nos
da algo que pensar el hecho de que la gran mayoría de los hijos
de nuestro Padre Celestial irán a uno de los reinos menores
donde no era ni su intención ni su deseo ir, sencillamente
porque no estaban preparados para el lugar mejor. La realización
espiritual no depende principalmente del número de células
que tiene nuestro cerebro, ni de lo que heredamos de nuestros antepasados,
ni de nuestro ambiente, sino más bien, de nuestra preparación.
El éxito en la vida es de tan tremenda importancia, que nadie
debe tratar de sostenerlo solamente con la punta de los dedos. Necesitamos
asirlo firmemente. Nos estamos preparando para la carrera más
alta posible. Necesitamos pensar y hacer planes de antemano, a fin
de que estemos listos cuando llegue el tiempo. |
Trataremos
el tema de la preparación con algunas divisiones: |
1.-
La preparación física: |
en
cualquier empresa, tal como una reunión de la Iglesia, etc.,
pensemos en lo mucho que se puede agregar por medio de la preparación.
Se puede hacer un ambiente atractivo, la propia casa de oración
puede limpiarse, asearse y ponerse en orden; las sillas, himnarios,
etc., pueden estar en su debido lugar. Flores y otras muestras de
atención elevarán el espíritu y ayudarán
a convertir cada reunión en una ocasión inolvidable.
La casa del Señor es una casa de orden, pero no sólo
debe estar en orden su casa, sino también nuestras vidas y
debemos emplear el esfuerzo que sea necesario para efectuar ese orden. |
2.-
La preparación mental: |
Casi
todas las satisfacciones de la vida vienen o derivan de la manera
en que nosotros mismos pensamos. Hemos oído hablar de una mente
negativa; de una mente malhumorada; de una mente depravada; de una
mente condenada. Todas son el resultado de cierta clase de preparación.
Si algún día queremos tener una mente celestial, debemos
practicar la piedad. Para esto se necesita preparación.
Conozco una excepcional maestra de la Escuela Dominical que nunca
presenta su lección sin pasar un promedio de ocho horas preparándose.
¡Qué experiencia tan emocionante han de sentir sus alumnos!
Hay otros que dedican muy poco tiempo, y por regla general, lo que
efectúan va en igual proporción. Al paso que los maestros
y oradores leen, piensan, organizan y oran, se puede causar que las
ideas se revistan de nueva belleza, madurez e importancia. Jesús
dijo a la gente de este continente que fueran a sus casas y “prepararán
sus mentes”. Si no estaban preparados ni aun para entender,
ciertamente no estaban preparados para enseñar o predicar.
No es justo tomar el tiempo de una congregación cuando uno
no tiene nada o muy poco para darles.
|
|
El Señor
también quiere que nosotros
estemos "Siempre Listos". |
|
3.-
La preparación emocional: |
Todos saben cuán
importante es que el músico afine su piano antes de presentar
un concierto. Nos preocupamos porque el motor del automóvil
funcione debidamente antes de emprender un viaje largo. También
es importante que el espíritu humano esté afinado y
que la mente funcione debidamente. Podemos adquirir el espíritu
del evangelio mediante la preparación. |
Conozco a un
presidente de rama que va a la Iglesia los domingos en la mañana
una hora antes que llegue cualquier otro. La belleza de la casa de
oración provee un ambiente eficaz para meditar, reflexionar
y acondicionar las emociones. Jesús dijo: “Preparad vuestras
mentes”. También necesitamos “preparar nuestros
corazones” y nuestros sentimientos. |
Una de las bases esenciales de la organización de los exploradores
(Boy Scouts) es “estar preparados” . El Señor también
quiere que nosotros estemos preparados. Dudo que existan palabras
más importantes en todo el idioma.
Debemos grabar estas palabras en nuestras mentes y ver que las pongamos
en práctica todos los días de nuestras vidas. El Señor
probablemente se complacerá con lo que hagamos en el “campeonato”
si, igual que el campeón de golf, nos esforzamos con toda el
alma durante la “preparación”. |
Artículo publicado
en la Liahona de enero de 1959 |
Estilo SUD, 7 febrero
2009 |
|
Notas
Relacionadas |
|
|