Navidad
Cada día debemos recordar a Jesucristo |
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Si
centramos nuestra vida en Jesucristo, cada día puede
ser una Navidad. |
Relato |
Cada
día es Navidad
por
el élder F. Enzio Busche, miembro emérito de los
Setenta |
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Cuando
era niño y estaba aprendiendo sobre la vida, no tenía
la seguridad de que mis padres pudieran decirme quién
era, cómo podría encontrar una felicidad duradera
y qué me iba a suceder al morir. Mis padres no tenían
el Evangelio de Jesucristo, por lo que mi infancia era incierta
en muchos aspectos y a menudo estaba llena de temor.
Pero de entre todos los recuerdos de mi infancia hay uno de
paz y gozo: el recuerdo de la Navidad. La Navidad se celebraba
según las tradiciones de mi país, Alemania, y
estaba dedicada a los niños.
Cuatro domingos antes del día de Navidad se percibían
en casa los preparativos para algo santo y hermoso. Sobre la
mesa se ponía una corona vegetal con cuatro velas. |
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El
primer domingo se encendía la primera vela y nos sentábamos
a la mesa para cantar villancicos y preparar pequeños
regalos que dar a otros miembros de la familia.
El cuarto domingo se encendía la última vela
y crecía la expectativa ante los acontecimientos que
se avecinaban.
El árbol de Navidad no aparecía hasta el 24
de diciembre. Ese día los niños teníamos
que salir de casa, hacer mandados y jugar entre nosotros.
Todavía recuerdo cómo parecía que el
tiempo no pasaba nunca.
A los niños se nos enseñaba que el árbol
de Navidad, toda su gloria y hermosura, junto con los demás
regalos, comida y galletas, procedían del niño
Jesús.
Esta falta de lógica no nos importaba. Creíamos
en la existencia de un niño Jesús sobrenatural
que se preocupaba de nosotros de tal forma que una vez al
año venía en persona para dar cumplimiento a
todos nuestros sueños y esperanzas.
A modo de preparación, limpiábamos los cuartos
donde dormíamos, nos poníamos nuestras mejores
ropas y teníamos los regalos listos para dar. Cuando
el sol comenzaba a ponerse, se nos invitaba a entrar en la
sala de estar. |
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Como
era costumbre, se habían cerrado las puertas de
la sala de estar, porque los niños no podíamos
entrar en ese cuarto, el cual se convertía en un
lugar de gran misterio. De vez en cuando oíamos
un ruido de papeles y en ocasiones el más valiente
se atrevía a espiar por la cerradura, sólo
para descubrir que habían echado la llave y que
la puerta estaba cerrada.
Cuando por fin mi madre decidía que estábamos
limpios, bien vestidos y con el cabello aseado, y que
nuestros cuartos estaban en orden, se nos invitaba a escuchar
con atención. De repente oíamos una campanilla
y parecía que nos iba a explotar el corazón.
¡Ése era el momento en que se abrían
las puertas y se
nos permitía entrar en el salón! Y allí
estaba: un árbol de Navidad que llegaba hasta el
techo. Éramos conscientes de su hermosura, el aroma
de la madera recién cortada y que estaba adornado
con velas encendidas.
Nuestro padre, que ya estaba en el interior de la sala
cuando entrábamos nosotros, lo observaba con atención
para que no prendiera fuego en nada. |
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El árbol tenía muchos adornos que nosotros, los
niños, sólo veíamos en la época
de Navidad. En el centro del árbol, había una
escultura en cera de un niño Jesús rodeado de
ángeles hechos con papel de oro y seda.
Nuestra familia se reunía alrededor del árbol
y cantaba cuatro o cinco villancicos, y luego a los niños
se nos invitaba a encontrar nuestros regalos, que estaban cubiertos
con una manta.
Esta tradición del día de Nochebuena desarrolló
en nosotros unos fuertes sentimientos de santidad, gozo, amor,
gratitud y seguridad. Estos sentimientos, que irradiaban de
los símbolos de la figura de cera del niño Jesús,
la cual sólo veíamos por Navidad, tuvieron una
gran influencia en todos nosotros.
Muchos años después, cuando ya tenía mi
propia familia, recibimos el mensaje del Evangelio de Jesucristo
cuando los misioneros llamaron a nuestra puerta. Había
algo en esos misioneros,
un brillo de confianza, de esperanza, de seguridad y de amor,
que al principio nos parecía de un cuento de hadas.
¿Sería cierto? ¿Sería cierto que
todos somos hijos de un amoroso Padre Celestial y que por
medio del Espíritu de Jesucristo yo podía llegar
a entender los sentimientos que había tenido
en la Navidad de mi infancia?
Gracias al Evangelio, el entendimiento que nos condujo a nuestra
conversión y bautismo nos ayudó a ver que cada
día podía ser una Navidad si nos centramos en
Él, le escuchamos y
le abrazamos con un corazón amoroso y agradecido.
¡Qué gozo recibió mi familia cuando abrimos
nuestra alma a la luz del Evangelio de Jesucristo!
Como se acerca la Navidad, sé que al recordar siempre
a Jesucristo, al estar siempre centrados en Él, nos sentiremos
como si cada día fuera Navidad, tal y como yo me sentí
el 24 de diciembre en mi niñez. |
Tomado de Liahona Diciembre de
2001 |
Conceptos
para aplicar |
- Jesucristo
desempeña el papel principal dentro del Plan de Salvación
- Gracias
a Jesucristo podemos volver a la presencia de nuestro Padre
Celestial
- Beneficios
de poner a Jesucristo como centro de nuestra vida
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Escrituras |
- Juan
14:6
- Moroni
7:48
- Juan
3:16
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Cita |
"Si
desean buscar el verdadero espíritu de la Navidad y
participar de su dulzura, permítanme hacerles la siguiente
sugerencia. Durante el ajetreo de las fiestas de esta Navidad,
aparten un tiempo para volver su corazón a Dios. Tal
vez en las horas de quietud, en un lugar tranquilo y
arrodillados (a solas o acompañados de sus seres queridos),
den gracias por todo lo bueno que hayan recibido y pidan que
Su Espíritu more con ustedes al esforzarse con denuedo
por servirle y guardar Sus mandamientos. Él los llevará
de la mano y cumplirá Sus promesas.”
(Pte. Howard W. Hunter, Liahona diciembre
2005, pág. 15)
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Himnos |
Canciones
para los niños |
Escuchar |
Leer |
32
- Canto de Navidad |
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26
- Jesús en pesebre |
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Himnario |
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128
- A media noche se oyó |
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130 - Escuchad el son triunfal |
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Novedad
para los niños |
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La
Primera Visión
16 páginas a todo color
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