Pascua
Nuestra obediencia, símbolo de agradecimiento |
|
Ningún
miembro de esta Iglesia debe olvidar jamás el terrible
precio que pagó nuestro Redentor |
Relato |
El
símbolo de nuestra fe
Por Pte. Gordon B. Hinckley |
Después
de la renovación del Templo de Mesa, Arizona, hace
algunos años, se invitó a clérigos de
otras religiones a fin de que lo recorrieran el primer día
en que se abrió para las visitas del público.
Cientos se presentaron. Al dirigirles la palabra, les indiqué
que nos complacería responder a las preguntas que tuvieran.
Entre ellas se encontraba la de un ministro protestante.
Él dijo: “He visitado todo este edificio, un
templo que lleva en su fachada el nombre de Jesucristo, sin
haber podido encontrar ninguna representación de la
cruz, que es el símbolo del cristianismo. He observado
también sus edificios en otras partes, y del mismo
modo que en éste, encuentro una total ausencia del
símbolo de la cruz. ¿Cómo puede ser,
si ustedes profesan creer en Jesucristo?”
A lo que respondí: “No quisiera ofender a ninguno
de mis hermanos cristianos que utilizan la cruz en las agujas
de sus catedrales y en los altares de sus capillas, que la
llevan como parte de su vestimenta e imprimen su imagen en
los libros, al igual que en otros materiales impresos. Sin
embargo, para nosotros la cruz es el símbolo del Cristo
agonizante, mientras que nuestro mensaje
es una declaración del Cristo viviente”. Mi interlocutor
volvió a preguntar: “Si ustedes no utilizan la
cruz, ¿cuál es entonces el símbolo de
su religión?”.
|

|
Contesté
que la vida de nuestros miembros debe llegar a ser la expresión
más significativa de nuestra fe y, de hecho, el símbolo
de nuestra adoración.
Ningún miembro de esta Iglesia debe olvidar jamás
el terrible precio que pagó nuestro Redentor, quien
dio Su vida para que el género humano pudiera vivir:
la agonía de Getsemaní, la farsa amarga de Su
juicio, la hiriente corona de espinas que desgarró
Su carne, el grito de sangre del populacho delante de Pilato,
el solitario sufrimiento de la torturante caminata a lo largo
del camino del Calvario, el espantoso dolor que padeció
cuando los grandes clavos le perforaron las manos y los pies,
la febril tortura de Su cuerpo al colgar de la cruz aquel
trágico día, el Hijo de Dios, exclamando: “...Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas
23:34).
Ésa fue la cruz, el instrumento de Su tortura, el terrible
artefacto diseñado para destruir al Hombre de Paz,
la inicua recompensa por Su obra milagrosa de curar a los
enfermos, de hacer que los ciegos vieran, de levantar a los
muertos. |
Ésa
fue la cruz sobre la que colgó y murió en la
solitaria cumbre del Gólgota. Luego, siguió
el amanecer del primer día de la semana, el día
de reposo del Señor, tal como lo conocemos en la actualidad.
Y a los que llegaron hasta la tumba apesadumbrados de dolor,
un ángel que se encontraba en la puerta les declaró:
“...¿Por qué buscáis entre
los muertos al que vive?” (Lucas 24:5). “No
está aquí, pues ha resucitado, como dijo”
(Mateo 28:6).
Por lo tanto, por causa de que nuestro Salvador vive, nosotros
no utilizamos el símbolo de Su muerte como característico
de nuestra fe. Y ¿qué habremos de utilizar entonces?
Ninguna señal, ninguna obra de arte ni representación
alguna, es adecuada para expresar la gloria y la
maravilla del Cristo viviente. Él nos indicó
cuál habría de ser el símbolo cuando
dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”
(Juan 14:15).
Siendo Sus discípulos, todo lo que hagamos que sea
malo, vulgar o desagradable sólo conseguirá
manchar Su imagen; al igual que cualquier acto bueno, altruista
o digno de alabanza que efectuemos le dará más
brillo y gloria al símbolo de Aquel cuyo nombre hemos
tomado sobre
nosotros. De modo que nuestra vida debe ser una expresión
significativa, el símbolo del testimonio que tenemos
del Cristo viviente, el Hijo Eterno del Dios viviente.
|
Tomado de Liahona abril de 2005 |
Conceptos
para aplicar |
- Jesucristo
venció la muerte física y la muerte espiritual
- Todo
lo bueno que hagamos da más brillo a Su obra.
- Nuestra
obediencia es el símbolo de nuestro agradecimiento
y amor por lo que hace
|
Escrituras |
- Lucas
23:26-49
- Mateo
28:1-10
- Juan
14:15
|
Cita |
“El
tener fe en Jesucristo y en Su expiación significa
confiar completamente en Él, fiarnos de Su poder, inteligencia
y amor infinitos. Si ejercemos con rectitud el albedrío,
recibimos los atributos propios de Cristo. La fe en Él
conduce a la acción. Cuando tenemos fe en Cristo, confiamos
en Él lo bastante para seguir Sus mandamientos, aunque
no entendemos completamente lo que los motiva. Al procurar
parecernos más al Salvador, tenemos que revaluar nuestra
vida regularmente y, por la senda del verdadero arrepentimiento,
confiar en los méritos de Jesucristo y en las bendiciones
de Su expiación.
(Pte. Dieter F. Uchtdorf, Liahona noviembre 2005, págs.102-103)
|
Himnos |
Canciones
para los niños |
Escuchar |
Leer |
40 - Yo trato de ser como Cristo |
|
|
68
- Siempre obedeceré los mandamientos |
|
|
Himnario |
|
|
155 - Haz el bien |
|
|
197 - Siempre obedece los mandamientos |
|
|
|
|
|
|