La
belleza que perdura y nos distingue entre los demás,
es la belleza del corazón. |
Relato |
La
verdadera belleza
por Rosalyn Collings |
Uno
de mis posters favoritos impresos en las revistas de la Iglesia
muestra un hermoso jarrón de rosas con una única
margarita en el centro, y la leyenda dice: “Irradiemos
nuestra propia belleza” (véase Liahona, abril de
1987, pág. 34). A menudo me siento como esa margarita,
ya que soy una persona de aspecto relativamente normal, perdida
entre una gran cantidad de personas sumamente
bellas. Poco a poco voy aprendiendo que hay clases diferentes
de belleza y que la más importante
no es la hermosura exterior, sino la interior. |
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Un
día, mientras almorzaba en la escuela y estudiaba para
la clase siguiente, me fijé en un grupo que estaba
sentado cerca de mí que conversaba y reía. Una
joven me llamó particularmente la atención,
pues era alta, con un hermoso cabello negro, de tez oscura
y pómulos salientes. Su apariencia era tan distinta
de la mía, con mi cara pálida y pecosa, y mi
cabello rojo; era una diferencia que jamás hubiera
podido imaginar. Era una de las personas más hermosas
que había visto jamás. Tras unos minutos, el
grupo se levantó para irse, pero la joven a la que
había estado observando se detuvo.
Me sentí algo nerviosa porque creía que se había
dado cuenta de que los había estado mirando; pero entonces
ocurrió algo extraordinario.
“Perdona que te interrumpa”, dijo, “pero
quiero decirte que eres muy hermosa”.
Luego de una pausa motivada por el asombro, me eché
a reír. “¡Estaba pensado lo mismo de ti!”.
Después de que se marchó, seguí pensando
en lo que había sucedido. Ambas hallamos hermosas nuestras
diferencias, y en ese entonces me di cuenta de que no hay
una norma singular de belleza. |
Desde entonces he meditado en cómo nos ve nuestro Padre
Celestial. Creo que debemos parecerle hermosos por el hecho
de ser hijos Suyos, y que ese patrimonio divino es mucho más
hermoso que cualquier belleza física.
A nuestro Padre Celestial no le interesa la hermosura del cabello
ni de la piel, pero sí la del corazón. Si nos
esforzamos por experimentar un “gran cambio en [nuestros]
corazones”, seremos bendecidos para recibir “su
imagen en [nuestros] corazones” (Alma 5:14). Ese
resplandor
interior nos hace verdaderamente hermosos. |
Tomado de Liahona marzo de 2003 |
Conceptos
para aplicar |
- Nuestro
Padre Celestial valora nuestra belleza interior
- Nuestra
pureza y dignidad se refleja en nuestro rostro
- La
belleza del corazón es eterna
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Escrituras |
- Alma
5:14
- Lucas
6:45
- 1 samuel
16:7
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Cita |
“La
virtud es un requisito para entrar en los santos templos del
Señor y recibir la guía del Espíritu.
La virtud es un modelo de pensamientos y de conducta basados
en altas normas morales, e incluye la castidad y la pureza
moral. La virtud comienza en el corazón y en la mente
y se nutre en el hogar; es la acumulación de miles
de decisiones y de hechos pequeños. La virtud es una
palabra que no solemos oír en la sociedad actual, pero
la raíz latina virtus significa fuerza. Las mujeres
y los hombres virtuosos poseen una apacible dignidad y una
fortaleza interior.”
(Elaine S. Dalton, Liahona noviembre 2008, pág.79)
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