Nuestro
Padre Celestial, nuestros padres terrenales y los líderes
nos aman y buscan protegernos de los peligros de la vida. |
Relato |
La
lección que me dió mi abuela
por el élder Theodore M. Burton |
Cuando
yo tenía cinco años, mi madre me llevó
una vez a la casa de mi abuela para que pasara la noche con
ella. Vivía en una granja y siempre me resultaba muy
emocionante jugar por los alrededores. En esa oportunidad
mi abuela me advirtió:
--Ten cuidado con la gallina roja, la que tiene pollitos.
No te acerques demasiado porque puede creer que quieres hacerles
daño y picarte.
Pero cuando vi la gallina con sus pollos, olvidé mi
promesa; parecían tan suaves y aterciopelados que me
incliné, tratando de agarrar uno. El polluelo pío
asustado y huyó hacia su madre; la gallina corrió
hacia mí y empezó a darme picotazos en la mano,
mientras yo corría hacia la casa y a los brazos de
mi abuela.
Ella me tuvo abrazado hasta que dejé de llorar. Cuando
por fin pude hablar, me preguntó que había pasado.
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--Yo sólo quería ver si el pollito era tan suave
como parecía --le dije-- No iba a lastimarlo, sólo
quería tocarlo. ¡Y la gallina me picó!
--Pero,¿cómo podía saber la gallina que
no ibas a lastimar al pollito? Eres mucho más grande
que ella y como madre, ella tuvo miedo por sus pequeños.
Por eso te picó, para que te alejaras.
Después me dijo que fuera otra vez a jugar, recordándome
que me mantuviera alejado de la gallina. Además, me hizo
otra advertencia:
--Tampoco te acerques mucho a la gansa. Ella también
tiene algunos polluelos y es mucho más grande que la
gallina. Si tratas de tocar alguno, podría hacerte mucho
daño.
--No los tocaré abuela --le prometí.
Mientras jugaba, me mantuve a buena distancia de la gallina;
pero al ver a la gansa con los gansitos que la seguían
en fila, me acerqué para poder mirarlos mejor. Cuando
la gansa me vio, extendió las alas, estiró el
largo pescuezo, abrió el pico y emitió un siseo
amenazador. Fue tal el susto que me dio que corrí a la
casa a contarle a mi abuela lo que había pasado. |
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--Los padres aman a sus hijos y desean protegerlos --me explicó
ella-- Y eso es lo que hicieron la gallina y la gansa.
Entonces me enseñó una gran lección.
--No sólo tus padres y tu familia te quieren y tratan
de protegerte --me dijo-- Tu Padre Celestial también
te ama. El ha puesto un Profeta en la tierra para que nos
cuide, y el Profeta tiene muchos ayudantes: el presidente
de estaca, el obispo, los maestros orientadores y tus maestros
de la Primaria y la Escuela Dominical. Hay mucha gente que
te quiere y te cuida, así que tú no tienes por
qué sentir temor nunca.
Cada vez que oigo a los niños cantar "Soy un hijo
de Dios" y "Mi Padre Celestial me ama", recuerdo
aquella lección que me dio mi abuela.
Esta es una lección que todos debemos recordar, porque
somos hijos de Dios, y El nos ama a todos.
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Tomado de Liahona febrero de 1974 |
Conceptos
para aplicar |
- Hay
muchos peligros que nos rodean
- Nuestro
Padre Celestial nos cuida a través de nuestros padres,
familiares y líderes
- Si
somos obedientes a los consejos que recibamos de ellos no
debemos temer
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Escrituras |
- Moroni
8:2-3
- DyC
6:33-34
- Efesios
6:1-3
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Cita |
“Permite
que el Salvador sea el “primero” en tu vida. Él
ha dicho: “Yo soy… la Roca del Cielo… quien
entre por la puerta y suba por medio de mí, jamás
caerá”. El Redentor te conducirá seguro
a través de los obstáculos más difíciles.
Sus leyes son anclajes seguros de protección que disipan
el temor y aseguran el éxito en lo que de otro modo
sería un mundo peligroso. Es por seguro que una vida
así, te proporcionará paz y felicidad.”
(Élder Richard G. Scott, Liahona noviembre 2006, pág.
40)
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