Si
nos encontramos al servicio del Señor, tenemos derecho
a recibir Su ayuda, que llega de muchas maneras. |
Relato |
Ayuda
para sanar
por el Pte. Thomas S. Monson |
Durante
la Segunda Guerra Mundial, me ordenaron élder una semana
antes de ingresar en la Marina, en el servicio activo. Un
miembro del obispado de mi barrio estaba en la estación
para
despedirme. Justo antes de subir al tren, me dio un libro,
intitulado: Manual Misional.
Yo me reí y le dije: “Estaré en la Marina,
no en una misión”. Él me contestó:
“Llévatelo igual. Tal vez te sea útil”.
Y lo fue. Durante el entrenamiento básico, el comandante
de la compañía nos enseñó cómo
empacar la ropa en una bolsa grande de marinero. Después
nos aconsejó: Si tienen
un objeto duro y rectangular para poner en el fondo de la
bolsa, su ropa se mantendrá más firme”.
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Yo
pensé: “¿Dónde voy a encontrar
algo rectangular y duro?”, pero de inmediato recordé
el Manual Misional, y de esa manera lo utilicé durante
doce semanas en el fondo de esa bolsa de marinero.
La noche antes de salir para el receso de Navidad, había
silencio en las barracas.
De pronto me di cuenta de que mi compañero, que tenía
su litera al lado mío y que era miembro de la Iglesia,
Leland Merrill, se quejaba de dolor.
Le pregunté: “¿Qué te pasa Merrill?”
Contestó: “Estoy enfermo, realmente enfermo”.
Las horas se prolongaron y sus quejidos eran cada vez más
fuertes. Entonces, en desesperación, susurró:
“Monson, ¿tú eres un élder, verdad?”
Le dije que sí lo era, tras lo cual me rogó:
“Dame una bendición”.
Me di cuenta de que nunca había dado una bendición.Oré
al Señor pidiendo Su ayuda, y recibí una respuesta:
“Mira en el fondo de tu bolsa de marinero”. |
Por
lo tanto, a las 2:00 de la mañana, vacié el
contenido de mi bolsa en el suelo; después acerqué
a la luz el Manual Misional y leí cómo bendecir
a una persona enferma. Ante la mirada curiosa de alrededor
de ciento veinte marineros, le di una bendición. Antes
de que guardara mis cosas, Leland Merrill se había
quedado dormido.
A la mañana siguiente, Merrill me miró y con
una sonrisa me dijo: “Monson, ¡me alegro de que
tengas el sacerdocio!”. Sólo mi agradecimiento
superó su alegría; agradecimiento no sólo
por el sacerdocio, sino por ser digno de recibir la ayuda
que se requería en un momento de inmensa necesidad.
Si nos encontramos al servicio del Señor, tenemos derecho
a recibir Su ayuda. Yo he recibido Su ayuda en innumerables
ocasiones de mi vida.
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Tomado de Liahona febrero 2009 |
Conceptos
para aplicar |
- Las
oportunidades de servir se presentan a cada momento
- Debemos
mantenernos dignos de recibir ayuda
- El
sacerdocio es una oportunidad para servir
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Escrituras |
- Hebreos
6:10
- DyC
76:5
- DyC
121:41-46
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Cita |
“Los
milagros se pueden encontrar en todas partes cuando se magnifican
los llamamientos en el sacerdocio. Cuando la fe reemplaza
la duda y el servicio desinteresado elimina el egoísmo,
el poder de Dios hace que sus propósitos se hagan realidad.
El sacerdocio no es tanto un don sino el mandato de servir,
el privilegio de elevar y la oportunidad de bendecir la vida
de los demás.
¿Y cómo se magnifica un llamamiento? Sencillamente
llevando a cabo el servicio que implica.”
(Pte. Thomas S. Monson, Liahona noviembre 2005, pág.
59)
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