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Todos
los habitantes del planeta, sin importar su credo, ideología
política, nivel de riqueza o conocimiento secular, hablan
de la ‘felicidad’ y cada uno tiene su propia idea y
receta para alcanzarla. Obviamente, para quienes tenemos algo del
conocimiento que adquirimos en Su Iglesia, algunas de esas ideas
nos causan gracia o nos dejan estupefactos.
Me
gustaría hoy reflexionar con Uds. sobre la idea que tenemos
los santos respecto a algo tan significativo como la ‘felicidad’.
Indudablemente nuestro Padre Celestial ha sido el artífice
y diseñador principal del llamado “El Gran Plan de
Felicidad”.
Sabemos que la creación de la Tierra no fue el comienzo para
los que vendríamos a habitarla. Antes de su creación,
vivíamos como hijos espirituales de un padre y una madre
celestiales, en una existencia premortal de la cual no recordamos
detalles.
Interesante me parece citar unas pocas palabras del presidente Joseph
F. Smith: “¿De dónde venimos? Procedemos
de Dios; nuestros espíritus existían antes de venir
al mundo. Formaban parte de los concilios de los cielos antes que
la tierra fuera creada… Cantamos de alegría con las
huestes celestiales cuando se creó la tierra y se diseñó
el plan para nuestra existencia mortal y la redención que
habríamos de necesitar… No hay lugar a dudas que estábamos
presentes en esos concilios cuando eso sucedió…”
(Cita en ‘Latter-day
Prophets Speak’).
Por lo tanto, todos los hombres habían existido por un período
indeterminado de tiempo antes que el mundo fuera creado (DyC 49:16-17).
Para completar la idea de donde quiero llegar en este escrito, cito
a continuación palabras del Presidente Spencer W. Kimball,
extraídas de su libro “El Milagro del Perdón”,
páginas 4-5: |
“La vida se repartiría en tres divisiones o estados:
preterrenal, mortal e inmortal. En la tercera etapa estaría
comprendida la exaltación, a saber, vida eterna y divinidad
para quienes magnificaran en forma completa su vida terrenal.
El
comportamiento en uno de esos estados surtiría un efecto trascendental
en el estado o estado sucesivos. En caso de que una persona guardara
su primer estado, se le concedería su segundo estado…es
decir, la vida terrenal, como período adicional de prueba y
experiencia. Si magnificara su segundo estado, su experiencia terrenal,
lo esperaría la vida eterna. Los seres mortales que ahora vivimos
sobre esta tierra, nos hallamos en nuestro segundo estado. Nuestra
presencia misma, con cuerpos terrenales, atestigua el hecho de que
‘guardamos’ nuestro primer estado. Nuestra materia espiritual
era eterna y coexistía con Dios, pero nuestro Padre Celestial
la organizó en cuerpos de espíritu. Nuestros cuerpos
de espíritu pasaron por un intenso período de crecimiento,
desarrollo y preparación, y habiendo pasado la prueba con éxito,
finalmente se nos admitió a esta tierra y el estado terrenal.”
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Y
para que no quede duda alguna en cuanto a la coherencia de nuestras
verdades doctrinales, transcribo a continuación unas palabras
de otro de nuestros profetas modernos, el Presidente Brigham Young,
cuando dijo que todos los hombres saben que Dios existe aunque algunos
de ellos hayan olvidado que lo saben: “Quiero deciros, a
cada uno de vosotros, que conocéis muy bien a Dios, nuestro
Padre Celestial, o sea, el gran Elohim. Vosotros lo conocéis
muy bien, porque todos habéis vivido en Su casa y habéis
estado con Él año tras año; estáis buscando
conocerlo, cuando en realidad, la verdad es que simplemente habéis
olvidado lo que sabíais. No hay nadie que no sea un hijo o
una hija de este Ser Supremo”. (Discourses
of Brigham Young – pag. 50). |
Es
así que nuestra existencia (estado preterrenal, esta vida,
y el próximo en el más allá después de
nuestra muerte) representa el Gran Plan de Felicidad que Dios el Padre
ha diseñado para nosotros. Y aquí cuando hablamos de
‘felicidad’ nos estamos refiriendo a la verdadera y más
intensa sensación de gozo real y duradero que el hombre pueda
tener y que, probablemente, aún no comprendemos su verdadera
magnitud. |
Para dar apoyo
a estas palabras, resumo ahora estos puntos doctrinales: |
- El Padre
Celestial es un Padre glorificado, perfecto y celestial que posee
una plenitud de gozo (Mosíah 4:9; 3 Nefi 28:10).
- Vivimos con
el Padre Celestial antes de venir a la tierra. Somos Sus hijos
espirituales y Él desea que lleguemos a ser como Él
para disfrutar del mismo gozo que Él posee (Romanos 8:16;
Hebreos 12:9).
- A fin de
llegar a ser como Dios, debemos tener un cuerpo físico
resucitado y glorificado, y debemos progresar hasta poseer cualidades
divinas (Job 19:26; 3 Nefi 27:27; DyC 130:22).
- Nuestra vida
mortal sobre la tierra tiene como objeto ayudarnos a adquirir
atributos divinos. Nos ofrece la oportunidad de obtener un cuerpo
físico y de aprender las lecciones de la divinidad al tener
la libertad de escoger si hemos de seguir el consejo de Dios o
las incitaciones de Satanás (Génesis 2:16-17; 2
Nefi 2:25-27; Alma 34:32-34).
- La creación
de la tierra y la caída de Adán originaron las condiciones
necesarias de la vida terrenal, incluso la muerte espiritual y
la muerte física, y las de un mundo en el que existen el
afán, el dolor y el pesar (Génesis 2:17; 3:6-7;
2 Nefi 2:15-25).
- La expiación
de Jesucristo hace posible la Resurrección a fin de que
toda persona reciba un cuerpo físico inmortal (Job 19:25-27;
Ezequiel 37:12-14; Alma 11:42-45). La expiación puede también
limpiarnos de nuestras faltas y ayudarnos a llegar a ser como
Dios (Isaías 1:18; Mosiah 3:19; Moroni 10:32-33).
- En cada una
de las dispensaciones, Jesucristo ha enviado profetas a enseñar
Su evangelio a los hijos de Dios sobre la tierra. La Iglesia de
Jesucristo se ha establecido en estos últimos días
para invitar a todos a venir a Cristo y participar de Su Gran
Plan de Felicidad (Amós 3:7; Alma 12:32-34; DyC 1:1-14).
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Para finalizar,
un último pensamiento. Qué momento especial es éste
en el cual estamos empezando un año más de nuestra existencia
en éste, el segundo estado, para meditar seria y profundamente:
¿Cómo estamos? y ¿Qué queremos lograr
en el nuevo 2009, tanto temporal como espiritualmente? Envío
a cada uno de Uds. mis mejores deseos por un nuevo año pleno
de logros que nos conduzcan al fin del Gran Plan del Padre. |
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