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De
Líderes a Gerentes
Extraído de un discurso dado
por Hugh W. Nibley
Este discurso fue dado en la Universidad Brigham Young (BYU),
en la ceremonia de inicio, el día 19 de Agosto de 1983,
después que Nibley recibiera un doctorado honorario
en Letras. Se publicó con el título "De
Líderes a Gerentes: el cambio fatal" DJMT 16/4
(Winter 1983): 12-21.
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Hace
hoy veintitrés años, en esta misma ocasión,
yo ofrecí la oración de apertura en la cual dije:
"Nos hemos reunido hoy aquí, vestidos con las togas
negras de un falso sacerdocio . . ." Muchos me han preguntado
desde aquella vez, si yo realmente dije algo tan chocante, pero
nadie jamás me ha preguntado lo que yo quise decir con eso.
¿Por qué no?. Bueno, algunos ya conocen la respuesta;
y en cuanto al resto, nosotros no cuestionamos cosas en "la
BYU." Pero para mi propio alivio, aprovecho esta oportunidad
para explicarlo.
¿Por qué un sacerdocio?. Porque estas togas originalmente
distinguían a aquellos que formaban parte del clero; y un
colegio o claustro era un "misterio", con todos los ritos,
secretos, juramentos, grados, pruebas, festejos y solemnidades que
iban con la iniciación a un conocimiento superior.
Pero ¿por qué falso? Porque es un adorno prestado,
que desciende hasta nosotros a través de una larga línea
de imitadores desautorizados.
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No fue
sino hasta 1893 que "una comisión intercolegial
fue formada . . . para delinear un código uniforme para
las togas y los birretes" en los Estados Unidos. Antes
de eso no había ninguna reglamentación. Uno podía
diseñar su propia indumentaria; y esa libertad proviene
desde los tiempos más remotos que se conocen de estos
accesorios. Los últimos emperadores romanos, como aprendemos
del infalible DuCange, marcaron cada paso en el declive de su
poder y gloria, añadiendo algún nuevo ornamento
a las resplandecientes vestimentas que proclamaban su sagrado
oficio y dominio. En las divisiones que les subsiguieron, los
reyes de las tribus que heredaron las tierras, y las pretensiones
del imperio, compitieron entre sí imitando a los maestros
romanos, decididos a superar aún a éstos en la
variedad y riqueza teatral de sus togas y birretes.Uno de las
cuatro coronas usadas por el Emperador era el birrete. Los reyes
franceses lo tuvieron desde Carlomagno, el modelo y fundador
de sus líneas reales. Citando a DuCange:
"Cuando los reyes franceses abandonaron el palacio en París
para erigir un Templo de Justicia, al mismo tiempo confirieron
sus ornamentos reales sobre aquellos que presidirían
allí, a fin de que los juicios que vinieran de sus bocas
tuvieran mas peso y autoridad sobre el pueblo, como si provinieran
de la boca misma del Príncipe". [Esta es la idea
de las ropas del profeta descendiendo sobre su sucesor.] |
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De
esto provienen los birretes y las túnicas de escarlata y armiño
de los Cancilleres de Francia y los Presidentes del Parlamento. Sus
togas o epitogia [las túnicas sueltas que se llevan encima
de la ropa, que producen el conocido efecto invernadero] se hacen
aún a la antigua usanza. . . . Se da el nombre de "birrete"
a la diadema, por su forma semejante al mortero usado para mezclar
la argamasa, siendo más grande en la parte superior que en
la base.
¿Pero de dónde lo obtuvieron los emperadores romanos?.
El birrete fue llamado Justinianeion debido a su uso por el Emperador
Justiniano, quien lo introdujo del Oriente. |
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Las vestimentas
y los protocolos de su corte provenían de los monarcas
de Asia, en particular del Gran Shah, quien los tenía
de los khans de las estepas y de los emperadores mongoles. Estos
usaban el botón dorado de toda sabiduría sobre
el birrete, tal como lo llevo yo hoy día. Los chamanes
del Norte también lo tuvieron, y entre los lapones aún
se le llama "el Gorro de los Cuatro Vientos".
El sombrero de cuatro esquinas, coronado por una borla dorada
– la Llama emergente de la Ilustración Plena -
también figura en algunas representaciones budistas y
lamaístas. Pero ustedes ya captan la idea: ¡esta
indumentaria auspiciosa es una medicina muy fuerte -"magia
rústica" de hecho! |
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¿Qué
hay de malo entonces en las túnicas?. Sencillamente son algo
teatrales e incitan al portador, engañado por su esplendor,
a poses fingidas. En el tiempo de Sócrates, los Sofistas convirtieron
en algo muy importante su manera especial de vestir y comportarse.
Todo era por show, desde luego, pero era una impetuosa "vestimenta
para el éxito", ya que el mero propósito de la
rama retórica de educación que habían inaugurado
y que vendían a altos precios a jóvenes ambiciosos,
era convertir al estudiante en un abogado exitoso ante las cortes,
una figura líder en las asambleas públicas o un hábil
promotor de audaces iniciativas comerciales, gracias al dominio de
las técnicas de persuasión y venta, irresistibles para
la época y que los Sofistas tenían para ofrecer.
Esta fue la educación clásica que abrazó el Cristianismo
a instancias del gran San Agustín. El había aprendido
por duras experiencias que no se puede confiar en la revelación,
porque no se la puede controlar – el Espíritu sopla donde
quiere (Juan 3:8); y lo que la iglesia necesitaba era algo más
accesible y confiable que eso, algo commodior et multitudini tutior
("más práctico y más fiable para el público")
que la revelación o aún la razón, y esto era
exactamente lo que la educación retórica les ofrecía.
A comienzos de este siglo los eruditos debatían con afán
sobre el momento de la transición del "Geist" al
"Amt", del espíritu al cargo, de la inspiración
a la ceremonia, en el liderazgo de la antigua iglesia; cuando el líder
inspirado, Pedro, fue reemplazado por el típico obispo de ciudad,
un oficial nombrado y electo --ambicioso, envidioso, calculador, buscador
del poder, autoritario, un hábil político y un maestro
de las relaciones públicas. Tenemos una inmensa literatura
sobre esto en la Patrologia. Ésta fue la retórica aprendida
por San Agustín. Al mismo tiempo, los dones carismáticos
(los dones del Espíritu), en los que no se debía confiar,
fueron reemplazados por ritos y ceremonias que podían ser cronometradas
y controladas; todo esto siguiendo el modelo Romano Imperial, como
lo demostró Alföldi, incluyendo las togas y los birretes.
Y a través de los siglos las togas nunca fallaron en su función
de mantener al público a una distancia respetable, de inspirar
una decente reverencia por las profesiones y de impartir un aire de
solemnidad y misterio que ha sido tan bueno como dinero en el banco.
Las cuatro facultades de teología, filosofía, medicina
y derecho han sido los semilleros perennes, no sólo de conocimiento
profesional, sino de la charlatanería y venalidad tan generosamente
expuestas a la vista pública por Platón, Rabelais, Molière,
Swift, Gibbon, A. E. Housman, H. L. Mencken, y otros. Lo que aconteció
en el mundo grecorromano, así como en el cristianismo fue un
cambio fatal de líderes a gerentes que señala el declive
y caída de las civilizaciones. |
En
la actualidad, la gran y antigua dama de la Naval, la Capitán
Grace Hopper (la oficial comisionada más antigua de la Marina),
está llamando nuestra atención sobre las naturalezas
contrastantes y antagónicas de la gerencia y el liderazgo.
Jamás nadie, afirma ella, ha gerenciado a los hombres en la
batalla. Ella quiere más énfasis en la enseñanza
del liderazgo. Pero el liderazgo no se puede enseñar, como
tampoco se puede enseñar la creatividad o cómo ser un
genio. El alto mando alemán intentó desesperadamente
durante cien años entrenar a una generación de líderes
para el ejército; pero no se logró nunca, porque los
hombres que agradaban a sus superiores, p. ej., los gerentes, eran
ascendidos a las posiciones altas, mientras que los hombres que agradaban
a los rangos inferiores, p. ej., los líderes, recibían
los castigos.
Los líderes son movilizadores y agitadores, originales, inventivos,
impredecibles, imaginativos, llenos de sorpresas que desconciertan
al enemigo en la guerra y a la oficina principal en la paz. Mientras
que los gerentes son seguros, conservadores, predecibles; que conforman
hombres para las organizaciones, jugadores del equipo, dedicados a
la clase dirigente. |
El líder,
por ejemplo, siente pasión por la igualdad. Pensamos
en grandes generales, desde David y Alejandro hacia abajo, compartiendo
sus arvejas o maza con sus hombres, llamándolos por su
primer nombre, marchando junto a ellos en el calor, durmiendo
en el piso y asaltando las murallas de primero. Una famosa oda
escrita por un sufrido soldado griego, Archilochus, nos recuerda
que los hombres en las filas no se dejan engañar ni por
un instante, por el tipo ejecutivo que piensa que es un líder.
Por otra parte, al gerente le repugna la idea de igualdad y
le es aún contraproducente. En un sistema donde imperan
la promoción, los filtros, los privilegios y el poder,
la reverencia y el respeto por el rango son el todo y constituyen
la inspiración y motivación de todo buen hombre.
¿Dónde estaría la gerencia sin el procesamiento
inflexible de papeles, las normas de vestido, la atención
hacia el estatus social, político y religioso, la vigilancia
cuidadosa de hábitos y actitudes, que gratifican a los
accionistas y garantizan la seguridad? |
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"Si
me amáis," dijo el más grande de todos los líderes,
"guardaréis mis mandamientos". "Si vosotros
sabéis lo que os conviene," dice el gerente, "guardaréis
mis mandamientos y no causaréis problemas". Por esta razón
el ascenso de la gerencia siempre marca finalmente el deterioro de
la cultura. Si a la gerencia no le gusta Bach, muy bien, entonces
no habrá Bach en la reunión. Si la gerencia favorece
poesía barata, sentimental y vil que exalta las cualidades
del éxito, la gente joven en todas partes andará alardeándose
con meras frases publicitarias. Si el gusto artístico de la
gerencia es lo que decide qué se vende, tendremos material
trillado, insípido, presuntuoso. Si a la gerencia le gustan
los comerciales melodramáticos y cursis, eso es lo que el público
recibirá. Si la gerencia debe reflejar su imagen corporativa
en edificios modernos de mal gusto, abajo irán los antiguos
monumentos pioneros.
Parkinson añade a su Ley, la cual muestra cómo la gerencia
engulle todas las cosas, otra que él llama la "Ley de
la Inteligencia": El Gerente no promueve a individuos cuya competencia
pueda amenazar su propia posición; y así a medida que
el poder de la gerencia se extiende más y más, la calidad
se deteriora (si esto es posible). En resumen, a la par que la gerencia
elude la igualdad, se alimenta de la mediocridad.
Por otra parte el liderazgo es un escape de la mediocridad. Todo el
gran depósito de arte, ciencia y literatura del pasado, sobre
el cual han edificado todas las civilizaciones, proceden de un puñado
de líderes. |
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'Un barco
en el puerto está seguro, pero
para eso no se construyen los barcos' |
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Esto se
debe a que las cualidades de liderazgo son las mismas en todos
los campos, siendo el líder aquel, que simplemente dé
el ejemplo mas alto; y para hacer esto y abrir la vía
a mayor luz y conocimiento, el líder debe romper esquemas.
"Un barco en el puerto está seguro,"
dice la Capitán Hopper, hablando de la gerencia, "pero
para eso no se construyen los barcos," dice ella,
clamando por liderazgo.
Los líderes genuinos son inspiradores, porque ellos están
inspirados; están consagrados a un propósito superior
y están desprovistos de ambiciones personales. Son idealistas
e incorruptibles. Necesariamente hay algo de gerente en cada
líder (¿qué mejor ejemplo que el mismo
Brigham Young?), como debiera haber algo de líder en
cada gerente.
El Señor hablando en el templo a la gerencia del mismo,
los escribas y fariseos, todos ataviados en sus vestimentas
oficiales, los censuró por ser unilaterales: Llevaban
minuciosos registros de las mas triviales sumas que entraban
al templo; pero en sus tratos, ellos desdeñaban la justicia,
la compasión y la buena fe, que son justamente las cualidades
máximas del liderazgo. |
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El
Señor insistió en que ambas actitudes mentales son necesarias,
y esto es importante: "Esto era necesario hacer (hablando de
la contabilidad), sin dejar de hacer aquello". Pero es el ciego
guiando al ciego, él continúa, quien invierte las prioridades,
quienes "[cuelan] el mosquito, y [tragan] el camello" (Mateo
23:23-24). Tan extensa es la discrepancia entre la gerencia y el liderazgo
que solamente un hombre ciego las invertiría. Sin embargo,
eso es lo que hacemos. En ese mismo capítulo de Mateo, el Señor
le dice a estos mismos hombres, que ellos no toman realmente en serio
el templo, mientras que sí toman muy en serio los contratos
registrados en el templo (Mateo 23:16-18). Me contaron de una reunión
de grandes hombres de negocio en un lugar distante, quienes eran también
líderes de estacas, donde ellos trataron el problema de "Cómo
permanecer despierto en el templo". Para ellos, lo que se hace
en la casa del Señor es un mero requisito, hasta que ellos
pueden volver al trabajo real del mundo.
La Historia abunda en dramáticas confrontaciones entre los
dos tipos, pero ninguna es más emocionante, que la historia
épica de la lucha entre Moroni y Amalickíah; uno, el
mas carismático líder; el otro, el mas diestro gerente
en el Libro de Mormón. Esto es oportuno y relevante—por
eso es que lo traigo a colación.
Se nos recuerda a menudo que Moroni "no se deleitaba en derramar
sangre" y que haría cualquier cosa para evitarlo, exhortando
repetidamente a su pueblo a hacer convenios de paz y a preservarlos
por la fe y la oración. Se rehusaba a hablar sobre "el
enemigo". Para él, ellos eran siempre "nuestros hermanos",
engañados por las tradiciones de sus padres. Los enfrentó
en batalla con gran reticencia, y nunca invadió sus tierras,
aún cuando ellos amenazaban con invadirlos por su cuenta. Nunca
se sintió amenazado, ya que confiaba absolutamente en el Señor.
A la menor señal de debilidad del enemigo en batalla, Moroni
instantáneamente proponía un diálogo para poner
fin a la lucha. La idea de una victoria total le era ajena--no había
venganzas, ni castigos, ni represalias, ni reparaciones, aún
cuando el agresor había devastado a su país. Después
de la batalla enviaba al enemigo vencido a su casa, aceptando su palabra
de buena conducta o lo invitaba a establecerse sobre tierras nefitas,
aún cuando sabía que era peligroso. Aún sus compatriotas,
que lucharon en su contra, sólo perdieron sus vidas mientras
se le opusieron en el campo de batalla. No había escuadrones
de fusilamiento, y los que habían sido conspiradores y traidores,
solamente tenían que aceptar apoyar a su ejército popular,
para ser restaurados a sus cargos. Junto con Alma, él insistió
en que los que se rehusaban a luchar por razones de conciencia mantuvieran
sus convenios y no fueran a la guerra, aún cuando él
necesitaba desesperadamente su ayuda. Siempre preocupado por comportarse
decentemente, él nunca se aprovecharía de lo que él
llamaba una ventaja injusta sobre el enemigo. |
Desprovisto
de ambiciones personales, al momento de finalizar la guerra,
él "entregó el mando de sus ejércitos
. . . y se retiró a su propia casa . . . en paz"
(Alma 62:43), aún cuando en su calidad de héroe
podría haber tenido algún cargo u honores. Su
lema era "No busco poder" (Alma 60:36), y en cuanto
a rango, él se consideraba solamente uno de los despreciados
y desechados de Israel. Si todo esto suena demasiado idealista,
permítanme recordarles que realmente ha habido estos
hombres en la historia, aún cuando es difícil
de imaginar hoy en día.
Por encima de todo, Moroni era el líder carismático,
que iba personalmente a convocar a las personas, las cuales
venían corriendo espontáneamente a adherirse a
su estandarte de libertad, el pendón de los pobres y
oprimidos de Israel (Alma 46:12, 19-21). El tenía poca
paciencia con la gerencia. El se dejó llevar por sus
sentimientos y escribió acaloradas cartas sin tacto a
los grandes hombre sentados sobre sus "tronos en un estado
de insensible estupor" en la capital (Alma 60:7). Y cuando
fue necesario, saltó todo el sistema y "[alteró]
el manejo de los asuntos entre los nefitas", para contrarrestar
la habilidad gerencial de Amalickíah (Alma 49:11). Sin
embargo se disculpó ampliamente cuando supo que estaba
equivocado, que se había guiado por sus generosos impulsos
hacia una exagerada pugna con la gerencia; y compartió
gustosamente la victoria final con Pahorán, cosa que
los generales ambiciosos se reservan celosamente para sí.
Pero si Moroni odiaba tanto a la guerra, ¿por qué
era un general tan dedicado?. El no nos deja en dudas en cuanto
a esto –él tomaba la espada sólo como último
recurso. "No busco poder, sino que trato de abatirlo"
(Alma 60:36). El estaba decidido a "[abatir el] orgullo
y . . .[la] grandeza" (Alma 51:18) de aquellos grupos que
estaban tratando de alterar el orden. Los " hermanos lamanitas",
a los que él combatió, eran renuentes ayudantes
de los Zoramitas y Amalekitas, sus propios compatriotas. |
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Capitán
Moroni y el
Estandarte de la Libertad |
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Estos
últimos "se volvieron orgullosos . . . por motivo de sus
enormes riquezas" y buscaron tomar el poder para su beneficio
(Alma 45:24), enrolando a su servicio a "los que estaban a favor
de los reyes . . . de ilustre linaje . . . aquellos que ambicionaban
poder y autoridad sobre el pueblo" (Alma 51:8). A ellos se juntaron
también importantes "jueces [quienes] tenían muchos
amigos y parientes" (el tener las conexiones correctas era el
todo) mas "casi todos los abogados y sumo sacerdotes", añadiéndose
"los jueces menores del país, y codiciaban el poder".
(3 Nefi 6:27; Alma 46:4).
Amalickíah, con inmensa habilidad gerencial, fusiona todo esto
para formar una sola coalición ultraconservadora, que accedió
a "[apoyarlo e instituirlo] como su rey", con la esperanza
de que "él los pondría por gobernantes sobre el
pueblo" (Alma 46:5). Muchos en la iglesia se dejaron convencer
por la diestra oratoria de Amalickíah, ya que era un comunicador
persuasivo y seductor (adulante, según la descripción
usada en el Libro de Mormón). El hizo de la guerra la piedra
angular de su política y poder, utilizando un sistema de comunicación
cuidadosamente diseñado con torres y oradores entrenados, para
agitar al pueblo a luchar por sus derechos, o sea, la carrera de Amalickíah.
Mientras Moroni tenía sentimientos benevolentes por el enemigo,
a Amalickíah "no le importaba la sangre de su [propio]
pueblo" (Alma 49:10). Su objetivo en la vida era llegar a ser
rey de ambos, Nefitas y Lamanitas, usando a unos para subyugar a los
otros (Alma 46:4-5). El era un maestro de los trucos sucios, a los
cuales debía algunos de sus logros mas brillantes. Mantuvo
su ascenso mediante asesinatos astutos, relaciones públicas
de alto nivel y una gran habilidad ejecutiva. Su espíritu competitivo
era tal, que juró que bebería la sangre de Moroni, quien
se le interponía en su camino. En resumen, él era "un
hombre sumamente inicuo" (Alma 46:9), que representaba todo lo
que Moroni detestaba.
Es en este tiempo en la historia del Libro de Mormón cuando
la palabra gerencia hace sus únicas apariciones (tres en total)
en todas las escrituras. Primero fue en aquella ocasión, cuando
Moroni por su cuenta "había alterado el manejo de los
asuntos entre los nefitas"* (Alma 49:11) durante una crisis.
Luego fue Korihor, el vocero ideológico de los Zoramitas y
Amalekitas, quien predicaba "que en esta vida a cada uno le tocaba
de acuerdo con su habilidad**; por tanto, todo hombre prosperaba según
su genio [habilidad, talento, cerebro, etc.], y . . . conquistaba
según su fuerza; y no era ningún crimen el que un hombre
hiciese cosa cualquiera" (Alma 30:17). El se enfureció
contra el gobierno por tomar la propiedad del pueblo, quienes "ni
se atreven a gozar de sus propios derechos y privilegios. Sí,
no se atreven a hacer uso de lo que les pertenece" (Alma 30:27-28).
Finalmente, tan pronto como Moroni desaparece de la escena, la antigua
coalición "[logró] la administración***
exclusiva del gobierno", e inmediatamente "volvieron la
espalda a los pobres" (Helamán 6:39), mientras ponían
a jueces en la banca, quienes demostraron espíritu de cooperación,
"dejando ir impunes al culpable y al malvado por causa de su
dinero" (Helamán 7:5). (Todo esto sucedió en América
Central, la arena perenne de la Gente Grande versus la Gente Chica.)
Esta era la gerencia a la que Moroni se opuso. Por todos los medios,
hermanos, tomemos al Capitán Moroni como nuestro modelo y nunca
olvidemos por lo que él luchó –el pobre, el desechado
y el menospreciado; y las cosas que combatió –orgullo,
poder, riqueza y ambición; o cómo él luchó
–como un contrincante generoso, considerado y magnánimo,
un líder en todos los sentidos.
Corriendo el riesgo de pasarme del tiempo, debo hacer una pausa y
recordarles que esta historia, de la que les di sólo algunos
fragmentos, se supone que fue fraguada allá por 1820, en un
bosque de las afueras y por algún ignorante abismal, un campesino
repugnantemente flojo y chocantemente deshonesto. Aparte de una ligera
suavización de estos epítetos, ésta es la única
alternativa de creer que la historia es verdadera; porque la situación
es igualmente fantástica, no importa cual tipo de autor vosotros
deseéis inventar. Ésta debe ser una historia verdadera.
Que José Smith es el más grande líder de los
tiempos modernos sin comparación alguna, es una proposición
que no necesita comentarios. Brigham Young recordaba que muchos de
los hermanos se consideraban mejores gerentes que José y a
menudo se enojaban por su ingenuidad en economía. Brigham ciertamente
era un mejor gerente que el Profeta (o que cualquier otro, en todo
caso), y él lo sabía; sin embargo él siempre
se sometía y seguía sin falta al hermano José
todo el tiempo, mientras exhortaba a los demás a hacer lo mismo,
porque él sabía demasiado bien cuán pequeña
es la sabiduría de los hombres comparada con la sabiduría
de Dios.
Moroni reprendió a la gerencia por su "amor por la gloria
y las vanidades del mundo" (Alma 60:32), y nosotros hemos sido
amonestados recientemente en la Conferencia General contra las cosas
de éste mundo. |
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Pero qué
son exactamente las cosas del mundo? Se nos ha dado una prueba
sencilla e infalible en la bien conocida máxima, "Tú
puedes tener cualquier cosa en este mundo por dinero".
Si una cosa es de este mundo, tú la puedes tener por
dinero; si no la puedes tener por dinero, no pertenece a este
mundo. Esto es lo que hace manejable al asunto --dinero es puro
número. Al convertir todos los valores a números,
se pueden meter en la computadora y manejar con facilidad y
eficiencia. Lo único que necesitamos preguntar es "¿cuánto?".
El gerente "conoce el precio de cada cosa y el valor de
ninguna", porque para él, el valor es el precio.
Mirad aquí a vuestro alrededor. ¿Véis alguna
cosa que no se pueda tener por dinero? ¿Hay algo aquí
que no pudiérais tener si fuérais suficientemente
ricos? |
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Bien, por un lado vosotros podéis pensar en la inteligencia,
la integridad, sobriedad, celo, carácter y otras nobles cualidades.
¿No demuestran eso las togas y los birretes? Pero ¡esperad!
Siempre se me dijo que esas son justamente las cosas que los gerentes
están buscando. Ellas se cotizan a precios altos en el mercado.
¿Significa entonces, que al tener valor en este mundo no tienen
valor en el otro mundo? Eso es lo que significa exactamente. Estas
cosas no tienen precio, ni generan salario en Sión; no podéis
negociar con ellas, porque son tan comunes como el aire, antes puro,
a nuestro alrededor; no son negociables en el reino, porque allí
todos las poseen en su totalidad y sería tan lógico
exigir paga por tener huesos o piel, como recibir un bono por honestidad
o sobriedad. Solamente en este mundo es que ellos son valiosos por
su escasez. "Tu dinero perezca contigo", dijo Pedro a un
charlatán con toga (Simón el Mago), quien intentó
incluir "el don de Dios" en una transacción comercial
(Hech. 8:20).
El líder de grupo de mi quórum de sumos sacerdotes es
un Santo de los últimos días firme y sólido.
Recientemente lo visitó un joven misionero retornado, con el
objeto de venderle una póliza de seguros. Basándose
en su entrenamiento en el campo misional, el joven le aseguró
al hermano que él sabía que tenía la póliza
correcta para él, así como sabía que el evangelio
era verdadero. A lo que mi amigo, sin mayores aspavientos, lo botó
de su casa, porque una persona con un testimonio lo debe conservar
sagrado y no venderlo por dinero. Los primeros Cristianos llamaron
Christemporoi (mercantilista cristiano) a aquellos que convertían
los dones espirituales y las conexiones eclesiásticas en mercancía.
Las cosas del mundo y las cosas de la eternidad no se pueden conjugar
así convenientemente; y es porque muchas personas están
descubriendo esto hoy en día, por lo que me siento constreñido
a hablar sobre éste tema impopular en esta ocasión.
En tiempos pasados he sido asaltado por una corriente constante de
visitantes, llamadas telefónicas y cartas de personas que agonizaban
por lo que se puede llamar un cambio de especialidades. Hasta ahora
se trataba de un problema de repugnancia que el estudiante (usualmente
de postgrado) sentía al entrar en una línea de trabajo,
cuando prefería realmente otra. Pero ¿qué pueden
hacer ellos?. "Si tú abandonas mi empleo", dice el
gerente, "¿qué será de ti?". Hoy en
día, sin embargo, ya no es por aburrimiento o desilusión
que surge el problema, sino por conciencia. El buscar primeramente
la independencia financiera y todas las otras cosas serán añadidas,
se reconoce como una perversión indecente de las escrituras
y una inversión inmoral de valores. |
Para cuestionar
esta máxima soberana uno sólo tiene que considerar
los arduos esfuerzos de ingenio, voluntad e imaginación
que han sido necesarios para defenderlo. Yo nunca he escuchado,
por ejemplo, que artistas, astrónomos, naturalistas,
poetas, atletas, músicos, eruditos o incluso políticos
se reúnan en institutos de prestigio, terapias de grupo,
ciclos de conferencias, programas de mejoramiento o clínicas
para lograr mentalizarse con eslogans GO! GO! GO!, clichés
moralizantes o ejercicios espirituales de cuidadosa dialéctica,
con el fin de obtener lo que llaman "mentalidad de prosperidad",
con la garantía de que (en las palabras de Korihor) "no
era ningún crimen el que un hombre hiciese cosa cualquiera"
(Alma 30:17). Estas disciplinas antiguas tampoco necesitan de
abogados, esos gerentes de gerentes, para probar al mundo que
ellos no están haciendo trampas. Aquellos que tienen
algo para aportar a la humanidad se deleitan en su obra y no
tienen que racionalizar, publicitar o evangelizar para sentirse
bien en cuanto a su labor. Sólo cuando su arte o su ciencia
se orientan a lo mercantil, es que surgen los problemas de ética.
Miren a la TV. Detrás del trabajo sucio siempre está
el dinero. No habría crímenes en Hill Street si
la gente no tuviera que tener dinero. Pablo tenía toda
la razón: El amor al dinero es la "raíz de
todos los males" (1 Tim. 6:10); y él cita, casualmente,
el antiguo libro de Enoc. |
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En
mi último curso, un estudiante que se graduaba con honores
en administración de empresas (quien está aquí
hoy) escribió esto –la asignación era compararse
con algún personaje de la Perla de Gran Precio, y él,
seriamente, escogió a Caín:
"Muchas veces me pregunto si muchos de mis deseos son demasiado
egocéntricos. Caín buscaba la ganancia personal. El
conocía el impacto de su decisión de matar a Abel.
Ahora bien, yo no ignoro a Dios, ni hago pactos criminales con Satanás;
sin embargo, yo deseo tener ganancias. Desafortunadamente mi deseo
de triunfo en los negocios no es necesariamente para ayudar a crecer
el reino del Señor [hay un trazo refrescante de honestidad].
Quizás soy pesimista, pero pienso que pocos hombres de negocios
se han dedicado realmente a promover la Iglesia, sin desear primero
una gratificación personal. En mi especialización
en negocios me hago preguntas sobre la ética de los negocios
--"cobrar tanto como sea posible por un producto que fue hecho
por alguien a quien se le pagó lo menos posible". Tú
vives con la diferencia. Como hombre de negocios ¿viviré
de la industria de otro y no de la mía? ¿Contribuiré
a la sociedad o recibiré algo por nada, como hizo Caín?
Siendo honesto, éstas son preguntas difíciles para
mí".
Estas
cuestiones se han tornado difíciles por la retórica
de nuestros tiempos. La Iglesia en los días de Pablo estaba
llena de hombres que enseñaban que la ganancia es piadosa
y hacían que otros lo creyeran. Hoy en día las vestimentas
negras colocan el sello oficial de aprobación sobre esta
misma proposición. Pero ¡no culpen a la Escuela de
Administración!. Los Sofistas, esos sagaces hombres de negocio
y del espectáculo comenzaron este juego hace 2.500 años
y ustedes no pueden culpar a otros por querer entrar en algo tan
rentable. Los doctores y eruditos siempre han sabido cuál
lado les convenía y han tomado su lugar en la fila. Los estudios
sobre negocios y los "Estudios Independientes", el último
de los recién llegados, han llenado los últimos vacíos;
y hoy en día, sin importar lo que tengas en el bolsillo,
te puedes llegar a poner una toga y un birrete. Y no os alarméis
que la gerencia esté dirigiendo el show--ellos siempre lo
han hecho.
La mayoría de vosotros estáis hoy aquí sólo
porque creéis que esta charada os ayudará a tomar
ventaja en el mundo. Pero en los últimos años las
cosas se han salido de control. La economía, anteriormente
el asunto mas importante en nuestras vidas materialistas, se ha
convertido en el asunto único. Hemos sido barridos por una
dedicación total a la economía, la que al igual que
los masivos deslizamientos de tierra de nuestro Wasatch Front, está
envolviendo y sofocando rápidamente a todas las cosas. Si
el Presidente Kimball está "espantado y horrorizado"
por lo que él ve, yo no puedo mas que concluir con sus palabras:
"Debemos abandonar la adoración de los ídolos
modernos y el confiar en el ‘brazo de la carne', porque el
Señor ha dicho a todo el mundo en nuestros días, 'no
perdonaré a ninguno que se quede en Babilonia’ (DyC
64:24)." Y Babilonia es donde nosotros estamos.
En un tiempo olvidado, antes que el Espíritu fuera cambiado
por el cargo y el inspirado liderazgo por la gerencia ambiciosa,
estas togas fueron diseñadas para representar el alejamiento
de las cosas de este mundo—como aún lo hacen las ropas
del templo. Que podamos llegar a estar mas conscientes del significado
real de ambas, es mi oración.
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